Agro > INFORME GANADERO

La ganadería intenta dar el salto

Habrá una buena parición en la primavera que se aproxima y también hay razones de peso para esperar un gran entore, pero la industria frigorífica cuestiona la exportación de ganado en pie
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08 de septiembre de 2017 a las 05:00
Por Blasina y Asociados, especial para El Observador

En un agro en el que los márgenes se han ajustado al límite de lo posible –y en el que los riesgos agrícolas han aumentado– se ha consolidado a lo largo de los últimos dos años un negocio interesante y que parece bastante seguro: producir terneros y terneras. Revelador de los problemas de altos costos, la exportación de ganado de poca edad en pie se ha consolidado como negocio.

El precio del ternero registrado en el último remate de Pantalla Uruguay resultó una confirmación de una lógica que se ha ido consolidando. El ternero y la ternera son uno de los pocos negocios atractivos que van quedando en estos tres años de ajustes de precios y dólar planchado.

Pero ese islote de rentabilidad y riesgos razonables dejan todo planteado para una zafra de reproductores que puede ser muy especial. Con pasturas, con ganados bien preparados, con un entore que puede generar una producción récord de terneros, y particularmente con una demanda de la exportación en pie que no solo ha dado sostén a los terneros sino que empieza a darle fuerza también a la demanda por terneras y vaquillonas.

En un agro que sigue a la defensiva, el clima subtropical y la abundancia de pasturas, así como la fluida exportación en pie, han llevado el precio de terneros y terneras a los mayores desde 2015.

Reflejan las seguridades que venía dando la exportación en pie. La gradualmente creciente demanda por terneras, que se suma a la sólida compra de terneros y novillitos, consolida también una perspectiva favorable para la cría.

Refleja también un mercado que se estabilizó para la cuota 481. La abundancia de pasturas a fin de agosto, en la inminencia del rebrote del campo natural, es obviamente un factor adicional.

Una seguridad que los productores quieren cuidar para que no queden fisuras. Y que se si se mantiene tendrá como contrapartida una producción de terneros suficiente como para que la industria pueda seguir aumentando los volúmenes de faena gradualmente. Ya puede afirmarse que habrá una buena parición esta primavera y que si no pasa nada extraño, la próxima primavera puede tener un récord de terneros nacidos que quedarán disponibles para el mercado en el otoño de 2019.

El factor clima parecía disimular los problemas estructurales que tiene la ganadería. La falta de mutua confianza, las dificultades que genera el tipo de cambio, las relaciones de reposición extremadamente adversas nuevamente para los invernadores. Habrá un aumento fuerte de la producción de terneros y posiblemente se gane tiempo para intentar los acuerdos imprescindibles que permitan consolidar una recuperación del crecimiento.

Es muy posible que la agricultura le vaya devolviendo hectáreas a la ganadería, por lo que el repunte en el interés que se está dando por las hembras puede ser una tendencia necesaria por un buen tiempo más.

En cierta forma los criadores disfrutan de una estabilidad que no tienen los que deben vender ganado gordo, que han soportado una baja persistente desde el comienzo de agosto, cuando los novillos superaban los US$ 3,20 hasta el comienzo de setiembre en que el kilo de novillo habitualmente no supera los US$ 3.

Parecía posible que una mayor producción no genere la temida caída de los precios. Por un lado si la exportación en pie se sostiene más terneros vendrán en camino y más vacas serán entoradas. Un proceso que parece estar en sus comienzos. La faena de vacas ha bajado, la parición de esta primavera será abundante y la de la primavera próxima lo será más. Pero esta semana, al conocerse que la industria frigorífica había solicitado un estudio sobre el impacto de la exportación en pie sobre la cadena cárnica, se encendieron todas las alarmas.

Sería una pena que estas preocupaciones interrumpieran lo que puede ser el comienzo de una interesante sinergia. En efecto, 2017 será el cuarto año consecutivo de crecimiento en la faena de vacunos. La industria procesará la mayor cantidad de ganado desde la sequía de 2010. Y en este caso no es por sequía.

Es por lo contrario, la veloz terminación de ganado de pasturas que logra hacerse sin liquidar el rodeo de hembras. Un momento ideal para dar una señal que consolide la retención de vientres que se insinúa y que puede redundar en un buen entore y una parición récord en la primavera de 2018.


¿Peligra la exportación en pie?

Se divulgó esta semana un análisis de CPA Ferrere, en el que se destacan las pérdidas que causaría la exportación en pie sobre la cadena cárnica. "El total de cabezas exportadas (1,5 millones) desde 2008 hasta 2016 habría generado pérdidas netas de VAB (valor agregado) en la cadena cárnica uruguaya por US$ 480 millones. Esto implica que por cada cabeza de ganado exportada, la cadena productiva dejó de generar valor agregado local por US$ 319", afirmó el informe.

Más allá de todas las relativizaciones que merece esa conclusión, es evidente que quienes contrataron el informe buscan a partir del mismo llegar a algún tipo de restricción a las ventas en pie al exterior.

Si eso ocurriera cambiaría el escenario radicalmente para la cría y seguramente la forestación avanzaría sobre zonas criadoras. La apuesta de los productores puede verse menguada si queda en duda la contiuidad de la exportación de ganado en pie.

Si bien por un lado la industria viene captando más ganado año tras año, la faena de hembras empezó a disminuir tres meses atrás en respuesta a las buenas señales que venía recibiendo la cría.

Aunque el volumen de ganado exportado en pie ha ido creciendo desde 2008 hasta 2016, en este año parece haberse estabilizado. En los ocho primeros meses del año no hay diferencias significativas respecto a lo exportado el año pasado. El año pasado las ventas al exterior totalizaron 295 mil vacunos. En los primeros ocho meses las exportaciones de este año van 11% arriba de las del año pasado.

Ese crecimiento, desde menos de 100 mil vacunos que se exportaron hasta 2013 a los 300 mil por año del presente están seguramente por detrás de la alarma que ha llevado a la industria a empezar una nueva campaña de presión para limitar la venta en pie.

Pero también es ese crecimiento de la operativa y su impacto en los precios que reciben los criadores lo que motivó una renovada apuesta a criar, que posiblemente a partir de estas señales de la industria, puede peligrar.

Terneros
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Nueva versión de una discusión añeja

Los argumentos referidos a la exportación de ganado en pie como una traba al desarrollo industrial del país fueron típicamente la postura batllista del Uruguay del siglo XX. Típicamente, la lógica de la libre exportación tiene raíces blancas y fue el gobierno nacionalista de Luis Alberto Lacalle el que terminó con el cierre de fronteras a comienzos de los años de 1990. La decisión de abrir las fronteras sumada a la recuperación ganadera tras la sequía de 1988 a 1990 y la llegada de la primera etapa de Uruguay libre de fiebre aftosa generó un fuerte crecimiento de la ganadería. Paralelamente bajó la cantidad de ovinos y la salida de ganado en pie permitió consolidar un marco más seguro para el negocio que se vio interrumpido por la reaparición de la fiebre aftosa entre octubre de 2000 y hasta 2002. Con la apertura de los mercados de EEUU y Canadá a mediados de 2003 la ganadería retomó una lógica de crecimiento y tras la salida del Partido Nacional del poder la exportación en pie nunca más fue cuestionada seriamente.

El aumento de los costos y la caída del precio de exportación de Uruguay han obligado a ajustes en el precio de la hacienda que han puesto a la venta en pie como una salida para las empresas criadoras, pero que al mismo tiempo han encarecido la reposición de ganado por parte de los invernadores.

Si las reglas se dieran por seguras, la apuesta a la cría en los próximos meses sería muy fuerte. Si la respuesta al estudio de CPA Ferrere es de dudas, la producción de terneros permanecerá relativamente estable. Eso se jugará en las próximas semanas cuando se empiece a ver si el precio de los toros refleja la firmeza que han tenido hasta el presente los precios de terneros y terneras. En última instancia, ante la presión de la industria el gobierno deberá decidir si opta por volver a una solución de lógica más batllista o a una de cuño más saravista.

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