Carlos Pazos

La historia de superación de Facundo Waller

Luego de un año y nueve meses, el volante que se rompió dos veces los ligamentos cruzados y no pudo debutar en Nacional, volvió con Plaza Colonia y es feliz

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19 de febrero de 2019 a las 05:03

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Un año y nueve meses pasaron. Demasiado. Facundo Waller contó hasta los días para volver al fútbol desde aquel 21 de mayo de 2017 cuando el capitán de Italia, Rolando Mandragora, se le cayó encima de la rodilla. Iba solo media hora del primer partido celeste en el Mundial de Corea y se había terminado el sueño de uno de los mejores jugadores de Uruguay, campeón sudamericano en Quito meses antes.

“En el momento le dije al Pájaro García (médico de la selección sub 20), ‘decime por favor que no son los cruzados’, porque me dolía mucho”, cuenta Waller a Referí.

Le practicaron una resonancia magnética y no dio ruptura de los ligamentos cruzados. Con los días siguió entrenando y se terminó de romper.

Mandragora tranca de atrás a Wallery la rodilla derecha se le tranca; luego caería arriba; es el momento de la lesión

“Es una lesión muy dolorosa. No sentís la rodilla, no te podés parar prácticamente. Yo nunca me había lesionado nada y justo me pasó en mi mejor momento futbolístico y en el debut de Uruguay en el Mundial. Me quedé allá y cuando volví a Montevideo me operé con el Dr. Salvarrey”, explicó el volante.

Tiene 21 años pero una gran personalidad, la misma que muestra en la cancha.

“No me vine abajo anímicamente en aquel momento. Siempre estuve de buen humor. La banqué bien en el Mundial”.

Facundo se apoya mucho en su familia. Sus padres Waldemar y Mariela, sus hermanos y su novia Carolina a quien conoció a los 15 años.

Así lo recuerda: “Me pedían que no me entregara, que era un gurí. Esta familia siempre me hizo sentir orgulloso porque me apoyaron en todo momento”.

Y claro que fue así. Porque cuando Facundo jugaba en baby fútbol allá en Colonia –primero en Juventud y luego en San Carlos antes de llegar a Plaza Colonia–, era su mamá la que subía a los tres hermanos Waller y en una moto iban los cuatro –sí, los cuatro– a la práctica.

“Los tres entrenábamos en distintos horarios, entonces la vieja nos llevaba y esperaba pacientemente las cuatro horas para llevarnos de vuelta a casa. Hacía ese esfuerzo para que eso que hacíamos nosotros que era jugar al fútbol, nos hiciera felices”, sostiene.

Pero eso no era todo: “Llegábamos de noche y todavía tenía que hacernos de comer a todos. A veces en la vida uno no se da cuenta del esfuerzo que hacen los padres por nosotros”.

El último día de pases del período pasado, en el hall de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) se veían las dos caras. Entrando a la izquierda, el presidente de El Tanque Sisley, Fredy Varela, estaba demacrado con su celular a cuestas. No había podido conseguir el dinero para que el club se presentara a jugar el Campeonato Uruguayo.

Del lado derecho, la cara feliz de Waller quien acababa de firmar contrato con Nacional.

Días antes de esto, había jugado con Plaza Colonia un amistoso ante Progreso, se produjo en esguince en la rodilla. Se realizó una resonancia y le dio todo bien.

Pero poco tiempo después, en marzo del año pasado, entrenando con el profesor de Nacional, Julio Moreno, volvió a romperse los ligamentos cruzados. “Me encontraba bien, patee una pelota y me rompí los cruzados otra vez. Si hacemos una película no sé si peleamos el Oscar, pero estamos ahí”, sostiene.

 Lo volvieron a operar –esta vez, el Dr. Frejeiro– y comenzó a vivir todo de nuevo.

“Es complicado porque tenés que dormir con una férula, no moverte en la cama, todos los días limpiarte con una gaza la zona. Después de la segunda operación, con el paso de los días, tuve que llamar a una doctora para que me abriera los puntos de la herida. Es que no me coaguló la sangre y tenía toda la rodilla hinchada, inflamada. Así, abriendo la herida, dejé salir la sangre que ya estaba negra. Me dolía mucho en ese momento y la zona estaba como afiebrada. Por suerte, eso funcionó”, recuerda Waller.

Muchas veces cuando sucede una lesión de esas –y más si ocurre por duplicado– no es sencillo desde el punto de vista psicólogico volver para cualquier futbolista. Puede aparecer el miedo escénico, la duda en cómo poner la pierna o cómo no hacerlo. Sin embargo, Waller contó a Referí que el domingo pasado ante Boston River no sintió “miedo”. Pero agregó: “Eso sí, como era el primer partido, jugué al 80%, no al 100%, quería jugar tranquilo. El Canario Aguiar me dijo: ‘No tranques mucho, cuidate y disfrutá’. Y así fue”.

Carlos Pazos

Y, una vez más, vuelve a aparecer la figura de Mariela, su madre.

“Venía a la cama, me levantaba y me decía: ‘Vamo’ a curar la rodilla’ y lo hacía ella. Además, también me ayudaba a bañarme. Es que no podía estar parado, entonces me sentaba en una silla, yo me enjabonaba, pero era ella la que me ayudaba en la ducha. ¡No es changa!”, indica.

Obviamente que las dos veces después de la lesión debió hacer infinidad de sesiones de fisioterapia, piscina y musculación para volver luego a las canchas.

El retorno tras la primera lesión le llevó seis meses, mientras que la segunda, fueron ocho.

Cuando salieron campeones sudamericanos en Quito, lo acompañó su padre Waldemar junto a sus hermanos y su novia.

“Si te digo que lo soñé ese título, miento. Hacía 36 años que Uruguay no salía campeón, le ganamos a Brasil en la hora de atrás, 3-0 a Argentina, fue algo muy lindo, con un grupo bárbaro y que está en el mejor de los recuerdos”.

Cuando Facundo era más chico, ayudaba a su padre junto a sus hermanos. Su papá tiene un almacén y la atendía, pero también cortaba el pasto, plantaba higueras, mandarinas y naranjos e incluso, cuando Waldemar compraba algún terreno, lo ayudaban a construir una casa para luego venderla.

Así lo recuerda: “A papá de chico se le reventó una vena en la cabeza. Está muy bien y es muy emprendedor, pero no puede hacer mucho esfuerzo. Por eso le dábamos una mano en lo que podíamos”.

Aunque cree que “eso también es una especie de devolución porque tanto él como mamá, cuando nosotros éramos chicos y pedíamos algo para Papá Noel, ellos hacían un esfuerzo bárbaro para conseguirnos ese juguete. De grande me di cuenta cómo se rompieron el lomo por nosotros”.

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Su único partido con Nacional fue ante Danubio en Tercera cuando terminaba el año

Su mamá tiene una cábala: no lo va a ver más. Por eso no estuvo el domingo ante Boston River.

Lo explica Facundo: “La primera lesión de rodilla fue en su cumpleaños. En la segunda, estaba visitándome en Montevideo. Y cuando jugué unos minutos en la Tercera de Nacional contra Danubio, salí a los pocos minutos por precaución y ella había viajado para verme. ‘¿Seré yo?’, se pregunta desde ese día. Entonces decidió no ir a verme jugar”.

Esa fue la única vez que lució dicha camiseta. Nunca pudo debutar oficialmente con Nacional. “Me hubiera gustado quedarme. Era el club al que quería llegar a toda costa, el sueño que tuve de chico cuando lo veía en la tele. Si Dios quiere, el fútbol siempre da revancha”. Palabra de Waller.

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