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La mujer de las mil etiquetas: Petrona Viera tendrá su primera antología en el MNAV
Que fue la primera mujer artista profesional en Uruguay, que fue hija de un presidente y que por eso tuvo más privilegios, que su sordera la condicionó o favoreció para salir del rol de mujer establecido en el siglo XX, que fue la pintora de niños, que su planismo fue tardío. Son varios los casilleros en los que se puede colocar a Petrona Viera (1895- 1960). Pero son pocas, poquitísimas, las chances de que esas valoraciones se puedan aproximar a una verdad absoluta sobre ella. Es por eso que cuando las expertas en arte María Eugenia Grau y Verónica Panella investigaron en profundidad a esta pintora uruguaya para la curaduría de una importante muestra – El hacer insondable –que tendrá lugar en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) concluyeron que es necesario sacar a Viera de nociones reduccionistas porque en sus 40 años de producción dejó más preguntas que respuestas (y de ahí deriva el título de la muestra).
Las obras de la pintora se exhiben frecuentemente en el museo de Parque Rodó, que tiene un potente acervo de esta artista porque recibió una donación familiar con 1001 de sus obras. Su óleo Recreo integra actualmente Colección MNAV: arte en el Uruguay 1865-1950, en las muestras que se realizan en el marco del Día de la Mujer siempre tiene un destaque importante y en 2018 se realizó una exposición inédita de sus xilografías, por ejemplo.
Pero hasta el momento, la creadora no tuvo nunca una antología. Es por eso que uno de los platos fuertes del MNAV para este año será una muestra monográfica de Petrona que se inaugurará el próximo jueves 20 de febrero y se extenderá hasta fines de mayo. Como las curadoras todavía trabajan en la distribución de las obras en el espacio –tomarán las salas 1,3 y 4–, no es preciso el número de obras que se expondrán. De todas formas aseguraron que serán más de 120 piezas que atenderán distintos períodos y asuntos de una forma más conceptual que cronológica. El hacer insondable pasará por temas como la infancia y los juegos en óleos y dibujos e incluirá retratos, paisajes y naturalezas muertas en varias de las técnicas de las que se sirvió la autora –óleos, dibujos, pasteles, grabados y acuarelas–. Además se instalarán algunas vitrinas con documentos y fotografías.
Entre la limitación y la independencia
A los dos años, la hija de Feliciano Viera –presidente constitucional entre 1915 y 1919– perdió su capacidad auditiva a causa de una meningitis. Entonces la educación de la niña quedó a cargo de una maestra francesa que le enseñó el lenguaje de señas y a leer los labios. Esa sordera la mantuvo bastante al margen del mundo exterior y limitó su comunicación (tuvo dificultades en el habla también) y mirada al entorno familiar y cotidiano.
Petrona fue la hija mayor de once hermanos de una madre que, según contaron las curadoras, era muy estricta. Y sumada esa rigurosidad a la imposibilidad que tenía de usar el sentido del oído, la pintora necesitó siempre de la compañía de otro para moverse puertas afuera de su casa. Es por eso que varias de las temáticas de sus obras se relacionan con su campo visual cotidiano: niños, patios, juego. Pero también pintó paisajes “que son como un máximo expresivo cuando ella tenía entre 30 y 40”, según valoró Panella, y para eso fue de gran ayuda la compañía de una de sus hermanas para salir de su casa.
Pero así como la sordera la limitó en varios aspectos, funcionó como vía de escape del rol que se esperaba que cumpliera una mujer en el Uruguay de principios del siglo XX.
Hace unos meses en estas mismas páginas, el director del MNAV Enrique Aguerre explicó que si bien había muy buenas creadoras, en las primeras décadas del 1900 pocas trascendían y era impensado que pudieran –a diferencia de los hombres– vivir del arte. “La mayoría no podía delegar el cuidado de la familia y la crianza de los hijos. Pero a Petrona le toleraban que se dedicara al arte por su discapacidad”, expresó Aguerre.
Hasta ahí
“Interesante pero secundaria, conocida pero ignorada en fermentales etapas, la obra de Petrona parecería destinada a ser definida en función de otros (hija del presidente, la discípula de Laborde y Rodríguez) y a un rol hasta cierto punto anecdótico en una constelación de planistas”, se afirma en el texto de difusión de la muestra. Si bien en la actualidad Petrona Viera es reconocida en la escena de las artes visuales locales, en su época no fue así. Llegó a ciertas exposiciones, pudo participar de concursos, pero su obra nunca fue del todo celebrada.
Grau y Panella contaron que las críticas de prensa casi siempre tenían una tónica “paternalista” hacia los trabajos de la artista, quien era de cierto modo ninguneada. Uno de los ejemplos más evidentes en ese sentido fue lo que sucedió con su pieza Composición, que con medidas de 252 por 294 centímetros es su obra de mayor porte conocida.
Según las especialistas Composición es espectacular, pero los críticos en aquel entonces le aconsejaron a su creadora lo que mejor se dedicara a pequeños formatos. Después de esa pieza, no hay registro de que haya realizado otra obra como esa. Además, con esa misma pieza se presentó en 1927 al Salón de otoño y tras ser anunciada con el primer premio, el jurado decidió que lo mejor era dividirlo en tres y se lo otorgó a dos artistas más. Aunque Petrona no hablaba, sus acciones sí lo hacían. Y en esa ocasión fue así, porque la artista devolvió el premio (pese a que podría necesitar el dinero, porque en ese año murió su padre y la economía familiar se había visto afectada).
Más que pintora de niños
En el imaginario colectivo Petrona suele verse como la pintora de niños, de juegos, de recreos. De hecho, se trata de una artista que despierta gran interés en las escuelas. Y poco se conocen otros de sus trabajos como los paisajes o las naturalezas muertas. Por eso la muestra que se inaugura el 20 de febrero permitirá ampliar el conocimiento que se tiene de una Petrona que en palabras de Grau “es tenaz y constante en su producción hasta el final de su vida”.
De todas formas, vale aclarar que sus cuadros son testimonio de una época. “Ella era muy sensible a su entorno y resume pictóricamente lo que la rodea”, subrayó Panella y Grau agregó que la faceta de pintar niños está ligada a una época de un Uruguay “feliz” donde la infancia aludía a la confianza en el futuro y era un tema recurrente en otros artistas como Carmelo de Ardazun con Partido de fútbol.
A Petrona también se la trató como planista tardía, pese a que hoy se la considera como una de las representantes más importantes de esta modalidad que asumió el arte de vanguardia del Uruguay de los años 20. Eso se debe a que ella aprende este estilo en lo que podría considerarse segunda generación. Porque el planismo surgió en estas tierras a partir de una muestra que realizó José Cúneo en 1918, se comenzó a difundir a partir de 1920 en el círculo de Bellas Artes y llegó a la pintora a partir de 1922 con su segundo maestro y gran referente de la corriente, Guillero Laborde.
Como la historia da revancha, El hacer insondable, mostrará obras de Petrona que nunca se expusieron, dejará un catálogo que servirá como material de consulta de una artista poco investigada y se presentará a todos los que se acerquen al MNAV como una puerta de entrada hacia el variado universo creativo y conceptual de una pintora que pocas veces sale de la superficie.
