Inés Guimaraens

La nueva guerra fría de las vacunas

¿Uruguay está preparado para la diplomacia Covid-19?

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05 de marzo de 2021 a las 21:51

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¿Quién lo hubiera imaginado? En realidad, muchos lo imaginaron, pero nadie se preparó ni para una pandemia (hubo múltiples advertencias) ni para negociar vacunas. En un año todo se nos vino arriba, virus y vacunas incluidas, y ahora vivimos algo así como una nueva guerra fría, pero no de armas nucleares, ni de guerrillas y dictaduras solventadas por bandos contrarios o de una carrera al espacio que llevó al hombre a la luna. Ahora la guerra es por las vacunas y la diplomacia, con más o menos sutileza, también tiene que ver con ellas. El juego político de las naciones va al ritmo de las donaciones o de los cargamentos de apuro para ciertos países, para mejorar las relaciones o afianzar la influencia.

O sea, hablamos de vacunas, pero también de economía y hasta de influencias ideológicas.

La mayoría de los países no estaban prontos para este nuevo tipo de diplomacia. Si jugaban al TEG cuando eran chicos, o si lo hacen ahora con alguna de sus nuevas versiones, podrán imaginar este avance en el que las fichitas de colores están sobre tres países que le disputan poder a los ricos tradicionales, Europa y Estados Unidos.  China, Rusia e India, los gigantes a veces subestimados por los “ricos”, están a la cabeza de esta “diplomacia”, con vacunas que se apuran a hacer llegar a lugares donde el dinero y el poder de negociación no permitió acceder a las que tienen detrás reputaciones científicas sustentadas en los laboratorios o universidades que las desarrollaron.

“Hoy es más fácil conseguir un arma nuclear que vacunarse”, declaró en enero el presidente serbio, Aleksandar Vučić. Lo dijo cuando su país recibió su primer envío de casi un millón de dosis de Sinopharm, la compañía farmacéutica china de propiedad estatal. Luego Serbia recibió cientos de miles de vacunas rusas, las Sputnik V, además de firmar un acuerdo para construir una planta de embotellado de estas vacunas.

La nueva divisa de la diplomacia se llama vacuna  del coronavirus y los jerarcas y diplomáticos deben estar preparados para jugar el juego. Uruguay es parte de esta negociación y los jerarcas de gobierno tuvieron que arremangarse para llegar a Pfizer, laboratorio del que recibiremos menos dosis que de Sinovac, el productor de las vacunas chinas que son las que efectivamente se administran ahora mismo al grupo 1 de prioridad.

Al día siguiente de la llegada de las chinas a Uruguay, el presidente Luis Lacalle Pou se reunió y posó para la prensa con el embajador de ese país. Hizo bien. Uruguay debe asegurarse más vacunas, sobre todo el segundo envío de este primer paquete de unas 190.000, para cubrir la obligatoria segunda dosis para quienes se están vacunando ahora. Las autoridades sanitarias afirman que esa llegada está asegurada.

En la reunión se habló de vacunas y se intercambiaron cumplidos, pero también de negocios y hasta de turismo. Todo con tapabocas y ojos sonrientes. Para el 15 de marzo deben llegar el segundo lote de 1.558.000 dosis, algo clave para sumar más vacunados e intentar llegar a la inmunidad de rebaño. China es el principal comprador de productos uruguayos. Y ahora agrega la vacuna a una relación que debe ser fluida, pero no siempre resulta sencilla.

Mientras que India le dona vacunas a aliados, posibles aliados y hasta enemigos -entre ellos Nepal, un país con gran influencia de China- el mundo está entrando en un desbalance mucho más complicado que el de la riqueza. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya advirtió que este nuevo tipo de disparidad ha puesto a la humanidad “al borde de un fracaso moral catastrófico”. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general del organismo, dijo a mediados de enero que el mundo tenía la oportunidad de “escribir una historia diferente” a las de otras pandemias en las que los países ricos accedieron masivamente a vacunas, mientras que los pobres del mundo esperaban, enfermos y muriendo. De hecho esa ha sido la historia de las vacunas, con o sin pandemia.

La OMS hace bien en advertir, aunque de nuevo quedó muy mal parada, en este caso con el sistema Covax demorado y minimizado hasta el punto de que los países menos ricos que debieron confiar en él para evitar gastar fortunas que no tienen (entre ellos está casi toda América Latina), ahora tienen que negociar a las apuradas con laboratorio privados o con estados.

India, el país donde se producen más vacunas contra el Covid.19, está jugando el juego de disputarle la primacía “donativa” a China. Ambas son naciones muy populosas, por lo cual ya comenzaron a surgir las protestas, casi siempre apagadas por el sistema, que reclaman vacunar primero a los de adentro y regalar o vender luego a los de afuera.

“Los indios están muriendo. Los indios siguen contagiándose”, dijo Manoj Joshi, integrante de Observer Research Foundation, un think tank de Nueva Deli. “Podría entenderlo si nuestras necesidades se hubieran satisfecho y luego hubieras regalado las vacunas. Pero creo que hay una falsa superioridad moral que estás tratando de transmitir cuando dices que estamos regalando nuestras vacunas incluso antes de que las usemos nosotros mismos”, dijo al New York Times.

En India está el Instituto Serum, la fábrica de vacunas más grande del mundo, donde se producen unas 2.5 millones de dosis por día de la AstraZeneca-Oxford. La realidad es que se produce muy por arriba de lo que el sistema de vacunación indio puede absorber. Los “extras” ya salieron en aviones hacia buena parte de Asia central y sudeste, donde tanto China como India y hasta Rusia se disputan la influencia. China puso la mira en América Latina, donde sus vacunas han llegado a casi todos los países. De hecho, ya había anunciado que serían enviadas a esta región incluso antes de comenzar con la producción masiva.

Estados Unidos aseguró vacunas para su población, que fueron recibidas hasta ahora por unos 34 millones de estadounidenses. Pero está lejos de poder ejercer la “vacuna-diplomacia” incluso con sus vecinos más cercanos. Esta semana el presidente Joe Biden se reunió con su par Andrés López Obrador y, ante el pedido del mexicano dijo que no donaría nada hasta que se cubran las necesidades de los ciudadanos estadounidenses.

“Rusia y China han estado haciendo esto durante mucho, mucho tiempo...especialmente en los países emergentes, porque sienten que las potencias occidentales tradicionales se han estado retirando de estos países”, dijo Agathe Demarais a The Guardian. Ella es la directora de pronósticos globales de la Unidad Economist Intelligence. Un informe de esta unidad publicado en febrero proyectó que la mayor parte de la población adulta de las economías avanzadas estará vacunada para mediados de 2022. En cambio la fecha se extiende hasta 2023 para muchos países de ingresos medios e incluso hasta 2025 para las economías más sumergidas.

“El nacionalismo de las vacunas de los países occidentales creó el espacio para que estos otros países practicaran la diplomacia de las vacunas”, dijo Yanzhong Huang, investigador de salud global en el grupo de expertos del Consejo de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña.

La interrogante es hasta qué punto toda este nuevo orden derivado de la desesperación cambiará los equilibrios internacionales. En el mapa del TEG con el que jugaba siempre le ponía fichas a Kamchatka, un lugar que durante mucho tiempo pensé que era ficticio. Desde ahí se podía atacar a China, en caso de que otro jugador se lo hubiera quedado. Como en un juego de mesa, pero con consecuencias potencialmente más nefastas, debemos estar preparados para la nueva vacuna-diplomacia.

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