La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de la producción de carne, especialmente del metano que genera el ganado vacuno, vuelve a subir en la agenda pública por la visibilidad que la cumbre COP28 supone para los temas vinculados al calentamiento global, en un año precisamente que será de temperaturas récord en el mundo.
El Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y la Sociedad de Criadores de Hereford del Uruguay trabajan en esa línea desde hace tiempo, y los resultados se presentan desde hace tres años en las jornadas de Genética para una Ganadería Sustentable.
En Uruguay, un país que no produce combustibles fósiles y que consume un alto porcentaje de energía producida por fuentes renovables, con un bajo nivel de industrias con chimeneas, los gases de efecto invernadero producidos por el sector agrícola ganadero son proporcionalmente altos: 72%.
El 90% del metano emitido por actividades humanas es responsabilidad de la ganadería y el resto del arroz.
En el caso de la ganadería una vía para bajar las emisiones es simplemente la eficiencia productiva que se traduce en menores emisiones por kilo de carne producida.
En esa jornada, el gerente de Innovación del Instituto Nacional de Carnes (INAC), Gianni Mota, describió que la baja de la edad media de faena, desde 3,4 años en 2002 a 2,7 años en 2022, es un factor importante.
Blasina y Asociados Un stock estable, pero con mayor proporción de animales jóvenes, emite menos. ¿Y por qué sucede esto? Porque los animales de mayor edad emiten más metano que los más jóvenes: un ternero 39 kilos por año, un novillo de 1 a 2 años 45 kilos y uno de 3 a 4 años 72 kilos de metano anuales.
Blasina y Asociados Como los novillos de 1 a 2 años emiten 37% menos metano que uno de tres años, la consecuencia ambiental de la aceleración del engorde es no dejar que los animales lleguen a un estado de emisión más alto.
Con esta fórmula, explicó Mota, Uruguay pasó de 0,8 a 0,47 kilos de metano emitidos por kilo de carne producida desde 1990 a 2022, porque la producción en kilos aumentó 90%.
Pero una cosa es la dispersión de emisiones entre un mayor volumen de carne y otro es reducir el volumen total de metano que las exhalaciones de los rumiantes liberan en la atmósfera. Allí entra la selección genética por eficiencia que, tiene desafíos desde la medición a la puesta en práctica de soluciones. Y la evolución genética es lenta, considerando la urgencia por frenar el calentamiento global.
Entre las principales conclusiones expuestas en la jornada de Genética para una Ganadería Sustentable se puede señalar que la eficiencia medida en corral es trasladable a condiciones de pastoreo y que “los animales eficientes parecerían tener menores costos de mantenimiento, sin un efecto negativo en la reproducción”. Así lo indica una investigación de Federica Marín, de la Facultad de Agronomía.
Por su parte, el estudio del investigador del INIA Pablo Peraza señala que los animales de alta eficiencia consumen 18% menos materia seca que los de baja eficiencia por kilo producido y emiten 6% menos metano con similares niveles de producción.
“Empezamos a ver que es posible, en base a selección, tener animales más eficientes a campo, que no peguen tiros en el pie en la parte productiva y reproductiva, y que vayan en el sentido correcto de disminuir las emisiones de efecto invernadero como es el caso del metano”, resumió Gonzalo Rodríguez, directivo de la Sociedad de Criadores de Hereford.
Uruguay ha firmando un compromiso de bajar emisiones de metano junto a 115 países que significa un esfuerzo no obligatorio por bajar las emisiones de este gas en 30% al 2030.
Foto: Juan Clariget Medidores de metano del INIA Contribución Determinada a nivel Nacional
Por otra parte, ha presentado metas de reducción de emisiones de metano por kilogramo de carne producida. La llamada Contribución Determinada a nivel Nacional (CDN).
La primera CDN fue presentada en 2017. En ella, tomando un compromiso asumido en la COP de 2015 Uruguay se había comprometido a reducir 32% la intensidad de emisiones de metano por kilogramo de carne para 2025 con respecto a los niveles de 1990. Para 2022 esa meta estaba prácticamente cumplida, expuso el investigador de INIA Pablo Peraza. Y en ese año se comprometió a reducir el 35% para 2030.
Estos compromisos le han permitido a Uruguay obtener créditos internacionales con una reducción de intereses atada al cumplimiento de estas metas ambientales, toda una novedad basada en una fortaleza que por ahora muy pocos países pueden exhibir.
Las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional tienen como objetivo atender las disposiciones establecidas en el Acuerdo de París, para que los países reduzcan sus emisiones de manera de poder estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, evitando que la temperatura del planeta sobrepase los 2º C respecto a la era preindustrial, y paralelamente, lograr acciones concretas de adaptación ante los efectos del cambio climático, explica el portal del Ministerio de Ambiente.
Para ello bajar las emisiones de metano, el gas compuesto por un átomo de carbono y cuatro de hidrógeno (CH4) es clave porque su poder de calentamiento es 80 veces mayor que el del CO2, el principal gas de efecto invernadero por el volumen emitido.
Ese mayor poder calentante del metano es compensado por la degradación del metano a CO2 y agua en un lapso de unos 12 años. Mientras que el CO2 permanece cientos de años en la atmósfera, el metano calienta mucho pero se degrada. De esta manera, reducir las emisiones de metano frenaría rápidamente el calentamiento del planeta Tierra, cuya temperatura será en 2024 un récord desde que se llevan registros y en millones de años.
El metano se forma en condiciones de fermentación en ausencia de oxígeno (anaeróbica). Esto sucede naturalmente en lagunas y bañados y en el caso de las actividades humanas surge en la ganadería por la fermentación ruminal, la producción de arroz con riego por inundación, los depósitos de residuos y fuertemente por la industria de la energía fósil. El gas natural es básicamente metano y la extracción de petróleo y carbón generan también emisiones.
En la actual COP28 de Dubai los países petroleros se comprometieron a reducir sus emisiones básicamente a través de reparaciones de gasoductos y cambios tecnológicos en la operativa de la extracción desde los yacimientos. Sin embargo, en los documentos que se han conocido sobre la ganadería y el cambio climático no se hace mención a intención alguna de bajar las emisiones de metano.
Juan Samuelle Ganadería, raza Angus. Sobre este tema el anterior ministro de Ambiente, Adrián Peña, había expresado: “Nos interesa que Uruguay pueda contribuir con otros países de la región y del mundo como ejemplo de robusta gobernanza climática y coordinación interinstitucional y de implementación de buenas prácticas que permiten agregar valor ambiental a los sistemas agroalimentarios”.
“Pero también necesitamos fortalecer nuestras capacidades y profundizar la investigación aplicada en áreas como la genética animal, prácticas de manejo ganadero y agrícola; fortalecer los sistemas de medición y monitoreo; el desarrollo de soluciones tecnológicas innovadoras y promover la aplicación de tecnologías de la información. Y es en esto que buscaremos colaboración en el marco de este pacto global”, complementó.
El proyecto de INIA y Hereford, junto al camino que ha trazado el proyecto Ganadería y Clima exhibiendo sistemas de pastoreo que capturan carbono y el esfuerzo de productores que trabajan en la preservación del pastizal nativo o la incorporación del silvopastoreo, muestran un camino de diferenciación de Uruguay, un país libre de deforestación y con la matriz energética más “limpia” del planeta, que bien comunicada es capaz de poner a la carne uruguaya en el podio mundial, trazabilidad mediante.