De Beers se extendió a todas las regiones del continente africano donde hubiera diamantes.

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La vigencia del oscuro emporio de diamantes fundado por Cecil Rhodes

Cinco países africanos pobres son los proveedores de un negocio opaco cuyo lugar central es de una compañía fundada por el empresario británico que creó Rhodesia en su propio homenaje y tiene su sede en Luxemburgo, un refugio fiscal
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28 de septiembre de 2023 a las 05:00

Luxemburgo es un pequeño país europeo de no más de 100.000 habitantes que exime el pago del impuesto a las sociedades y al patrimonio personal. Desde hace muchos años sirve para albergar grandes patrimonios empresariales o familiares y por eso se lo llama paraíso fiscal.

Entre otros tantas fortunas de personas o empresas, en Luxemburgo está radicadas las oficinas el grupo De Beers, la principal compañía dedicada a la explotación de yacimientos de diamantes así como del tallado y el comercio de esas piedras preciosas.

De Beers fue fundada en 1888 por Cecil Rhodes, un empresario y funcionario de la Corona Británica que vivió entre 1853 y 1902 y era conocido como el Napoleón de El Cabo. Junto con la fundación de su empresa, Rhodes fue designado primer ministro de El Cabo como colonia británica.

El proyecto de Rhodes era expandir las colonias británicas por todo el continente. Hasta proyectó un tren desde El Cabo hasta El Cairo que no pudo concretar. Lo que sí logró es que, al noreste de Sudáfrica, los británicos instalaran una colonia que llevó su nombre: Rhodesia del Sur, la actual Zimbabue.

Al tiempo que los Boers -de origen neerlandés y emigrados desde el siglo XVI a África- tenían hegemonía en Sudáfrica, especialmente en las ciudades de Pretoria y Johannesburgo, los ingleses anclaron su poderío colonial en El Cabo con el propósito de expandirse al resto del continente. Territorios de riquezas codiciadas por los países centrales: oro, diamantes, marfil, maderas y, sobre todo, comunidades africanas sometidas al poderío del supremacismo blanco, tanto colonial como de las empresas como la fundada por Cecil Rhodes.

La tensión entre Boers y británicos tuvo dos guerras violentas a fines del XIX y principios del XX. Eso no impidió Rhodes tuviera dos edificios monumentales en Johannesburgo que lo sobrevivieron, igual que su compañía minera.

Desde su fundación, De Beers se extendió a todas las regiones del continente africano donde hubiera diamantes. Allí explotó los yacimientos y contrataba a los talladores de la India, considerados los más eficientes. Sin embargo, como el negocio de los diamantes era para vender en Estados Unidos y Europa, la empresa finalmente radicó sus oficinas en Luxemburgo, por la opacidad fiscal de ese pequeño país europeo.

La historia de la explotación de diamantes tiene otra cara. La cara de la miseria de los pueblos donde está ese preciado mineral que, históricamente, no veían los beneficios de la exportación. 

Los cinco países donde están los mayores yacimientos son Botswana, Angola, República Democrática del Congo, Sudáfrica y Namibia. Botswana dejó de ser colonia británica en 1966. Angola fue colonia portuguesa hasta 1974. República Democrática del Congo fue una colonia privada del rey Leopoldo II de Bélgica hasta su muerte y luego territorio colonial de ese país hasta 1962. Sudáfrica vivió un régimen racista dominado por los Boers hasta que Nelson Mandela ganó las elecciones en 1994. Namibia, por último, pasó por la dominación británica, la alemana hasta que finalmente en 1920 fue un estado asociado al régimen blanco de Sudáfrica.

La ecuación parece simplificada pero es así: comunidades originarias que por siglos fueron sometidas al comercio de esclavos, fueron posesiones coloniales o de regímenes supremacistas y brindaron a las elites europeas y norteamericanas principalmente las piedras más preciadas como símbolo de lujo.

En pleno siglo XXI Botswana acapara casi el 70% de la producción mundial de diamantes. Se trata de un país sin salida al mar, que limita al sur con Sudáfrica. Tiene menos de 3.000.000 de habitantes y mientras fue británica hasta 1966 vivió en la absoluta pobreza, con un ingreso per cápita de alrededor de U$S 70.

A partir de lograr la soberanía, la exportación de diamantes permitió fuertes ingresos de dólares y un mejoramiento sostenido de su economía. Los mayores yacimientos de diamantes fueron encontrados una vez que esa ex colonia británica logró su independencia. El 90% de las exportaciones son de esas piedras preciosas. Por supuesto, la principal empresa que explota el preciado mineral es De Beers, que aún controla el 40% de la producción mundial.

Si bien el FMI en 2018 estimó su tasa de crecimiento promedio en el 9 %, la desigualdad es abrumadora. En 1969, las autoridades del país hicieron una empresa mixta con la compañía fundada por Rhodes a fines del siglo XIX que se llama Debswana, controlada por De Beers y convertida en la que más factura en el planeta gracias a cuatro yacimientos que son, o deberían ser, territorio soberano para los habitantes de ese país profundamente desigual.

La película Diamantes sangrientos, con la presencia estelar de Leonardo Di Caprio y estrenada en 2006, está situada en Sierra Leona. Sin embargo, no es muy distinto lo que sucedió históricamente en los otros territorios africanos donde la ambición fue de la mano del saqueo y el sometimiento.  

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