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Larrañaga y sus circunstancias: los hitos de la carrera del Guapo

Sus inicios en Paysandú, la construcción de un liderazgo particular, las victorias, las derrotas y sus días como ministro del Interior
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24 de mayo de 2021 a las 05:03

Si el hombre es uno y sus circunstancias, Jorge Washington Larrañaga fue varios hombres hasta este sábado 22 de mayo de 2021, cuando un ataque al corazón puso fin a su vida.

Nacido un 8 de agosto de 1956, Larrañaga se ganó un lugar en la primera línea de la política uruguaya de la mano de un carácter aguerrido y luchador, que se encontró a lo largo de más de tres décadas con algunas dulces victorias y otras derrotas amargas que hicieron mella en su liderazgo, pero jamás alcanzaban a tumbarlo.

Hijo de Jorge Larrañaga Ilarraz y Ketty Fraga, a sus 10 años vivió la asunción de su padre como diputado y las “manifestaciones de afecto” del pueblo sanducero lo sedujeron para siempre. “Al otro día le dije a mi padre: papá, yo voy a ser político”, contó El Guapo en una entrevista con el Semanario Hebreo en 2014.

Ese apodo lo llevó desde niño, junto a su amor por los caballos. “Surge en el hipódromo San Félix de Paysandú. Cuando hacía alguna bandidadea, dejaba la puerta abierta del box de algún stud, dos por tres me ligaba algún alpargatazo (de los vareadores) y me ponía en pose de querer pelearlos con 4 o 5 años. Desde ahí viene lo de El Guapo”, contó a El Observador en 2019.

Cinco años después de la asunción de su padre como legislador, en 1971, ya estaba haciendo campaña por Wilson Ferreira Aldunate, el caudillo que enamoró a toda una generación y se convirtió en estandarte de una corriente del Partido Nacional que Larrañaga lideraría a partir del fin del siglo XX. 

Su historia comenzó a escribirse sobre todo a partir de 1990, cuando el Partido Nacional obtuvo el gobierno nacional y Larrañaga asumió como intendente en su Paysandú natal, con solo 34 años

“Bajé de un carro tirado por un caballo, con unos morochos de los barrios más pobres de Paysandú y atrás iban 500, 1.000 personas a las siete de la mañana alrededor mío agitando botellas de cerveza y tirando chorros para arriba. Y las vecinas barrían la calle y miraban de reojo y habrán pensado: ¿esto elegimos como intendente municipal? En un momento de esas recorridas por 18 de Julio, la principal arteria de Paysandú, veo atravesar a mi padre y se me quebró el alma. Nos confundimos en un abrazo y él permanentemente estuvo apoyándonos y apoyándome en la actividad política”, rememoró en 2014. 

Como intendente llegó a cerrar con llave las puertas a los directores que llegaban tarde, y suspendió con retención de sueldo a jerarcas que se mandaron alguna que otra “macana”. 

En 1994 fue reelecto y su figura cobró cada vez mayor protagonismo en la escena nacional.

Otra vez junto a los caballos, Larrañaga participó en 1997 de una cabalgata hasta Asunción, Paraguay, en homenaje a José Gervasio Artigas. Fueron 1.280 kilómetros y 23 días de marcha. 

“General, hemos venido hoy aquí con estos gauchos. General, hemos cumplido. Te traemos el Morito, para que galope por las cuchillas de nuestra patria. Tú que conseguiste la libertad política y nos puedas ayudar a impulsar la construcción de una sociedad más justa. ¡Viva la patria!”, dijo el 11 de octubre, al arribar a la capital paraguaya. 

“Mirado a la distancia, por todo lo que pasamos, todo lo vivido, creo, sinceramente, que fue el viaje de nuestras vidas”, diría veinte años después, al recordar esa gesta.

Por esos años se había gestado un grupo de intendentes blancos que reivindicaban ideas federales y enarbolaban la bandera wilsonista, en oposición al herrerismo que había llevado al partido a la victoria en 1989. 

Entre ellos estaban Domingo Burgueño Miguel (Maldonado) y Héctor Bolita Leis (Lavalleja), quienes fallecieron entre 1997 y 1998. Lo que en un principio se llamó Nueva Fuerza Nacional luego dio paso a Alianza Nacional.

En 1999, Larrañaga renunció a la intendencia e hizo un acuerdo con el entonces precandidato Juan Andrés Ramírez, que le disputaba la interna al expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera. 

Ramírez perdió esa pulseada y Lacalle le ofreció a Larrañaga un lugar en la fórmula presidencial, pero el Guapo lo rechazó y se dedicó a apuntalar su sector, Alianza Nacional, con el que resultó electo senador cinco veces consecutivas (1999, 2004, 2009, 2014 y 2019).

Un nuevo país

Larrañaga ingresó al Parlamento cuando el país navegaba rumbo a una de sus crisis económicas más duras

Como senador, fue uno de los dirigentes blancos que promovió la remoción del ministro colorado de Economía Alberto Bensión, algo que terminó sucediendo en el mes de julio de 2002. 

Rumbo a las elecciones de 2004, con un Partido Colorado que tocaba piso y un Frente Amplio que sabía que le llegaba la hora de gobernar, Larrañaga se impuso ante Lacalle Herrera en la interna blanca y quedó a la cabeza de un Partido Nacional que buscaba levantarse de los magros resultados de 1999. 

“El otro día me preguntaron si era testarudo y contesté que no y que no. Cuando me preguntaron si era posible construir un país de diálogo y entendimiento, contesté que sí y que sí”, decía el exintendente en uno de sus spots de campaña, recordados sin embargo por uno de los jingles más populares de las últimas décadas, que en su estribillo llamaba a construir "con Larrañaga, un nuevo país".

El programa de gobierno se llamó Compromiso Nacional, un guiño a Nuestro compromiso con usted de Wilson Ferreira.

Así explicaba Santiago González, su mano derecha y actual director de Convivencia del Ministerio del Interior, lo que había detrás de ese candidato y esos versos.

“Tenía una forma de ser muy diferente, que rompía lo que se veía en Montevideo. Era el primer hombre del interior que había podido dar un salto en serio a nivel nacional. Un hombre que empezó a cambiar la forma en la que se veía al Partido Nacional. Un hombre que era todo fuerza, todo militancia, que devolvió al partido algo que habíamos perdido: el orgullo de ser blanco. Larrañaga era ese tipo quería transformar desde las raíces un país que se había quedado en el pasado, y estuvo muy bien interpretado en la canción que se hizo. Fue mostrarlo a Jorge tal cual era. Había un tema de construcción de un nuevo Uruguay y un sueño de un nuevo Uruguay”, dijo González en Crónicas de Campaña (TV Ciudad).

En octubre de 2004, la izquierda conducida por Tabaré Vázquez alcanzó la victoria en primera vuelta (51,7%) y abrió una nueva etapa en la historia del país. 

La fórmula Larrañaga-Abreu quedó detrás con 35,1% de los votos, en lo que fue el mejor resultado de los blancos desde el triunfo de 1989, el Guapo comenzó la era frenteamplista como principal líder de la oposición y presidente del Directorio del Partido Nacional.

En segundo plano

Las dos elecciones siguientes lo encontraron con la esperanza de que al final hubiera llegado su hora de colgarse la banda presidencial, pero en las dos circunstancias un hombre de apellido Lacalle se puso en el medio. En 2009 Larrañaga perdió la interna con Lacalle Herrera y en 2014 lo hizo con Luis Lacalle Pou. En el primer caso, aceptó integrar la fórmula presidencial minutos después de conocer los resultados. En el segundo, sin embargo, la aceptación ocurrió después de varios días de retiro espiritual y tras haber afirmado, desde el dolor y la bronca, que se había terminado su carrera política.

En los dos casos, además, las pretensiones de los blancos quedarían truncas en un balotaje con el Frente Amplio. 

En 2009, la fórmula Lacalle-Larrañaga perdió en segunda vuelta con José Mujica y Danilo Astori. Durante ese segundo gobierno frenteamplista, liderado por el exguerrillero tupamaro, Larrañaga asumió una postura más dialoguista. Si durante la presidencia de Vázquez había sido tajante en rechazar los cargos para la oposición, el Guapo cultivó con Mujica una relación de cercanía que se tradujo por ejemplo en el acercamiento de un Pacto Nacional Educativo. Eso no impidió que el dirigente sanducero no se opusiera fervientemente a algunas políticas de Mujica, como la legalización de la marihuana. "¡No planten nada! ¡No planten nada!", reclamó ante la iniciativa del gobierno, que luego traería gran repercusión internacional. 

Para 2014, con un Frente Amplio que mostraba signos incipientes de agotamiento, pero que volvía a la carga con el retorno de Tabaré Vázquez, Larrañaga era el candidato natural de los blancos. 

Lo que no estaba en los planes del Guapo era el vertiginoso ascenso del entonces diputado Luis Lacalle Pou, que de forma sorpresiva le arrebató la victoria en la interna, y dejó a Larrañaga al borde de una despedida de la política. "Se terminó para mí (...) Voy a subir por última vez las escaleras del Directorio", dijo la noche de la elección. 

En los días posteriores se refugió en su chacra, donde masticó la bronca de la derrota, y en su retorno a la capital selló un acuerdo con Lacalle Pou para ser su compañero de fórmula. Aunque el Partido Nacional se envalentonó con la posibilidad de un triunfo, los resultados de la primera vuelta, en la que el Frente Amplio retuvo la mayoría parlamentaria, significó una cachetada para el anhelo de un cambio de signo.

Larrañaga, otra vez desde el Senado, intentó recuperar su liderazgo y reconstruir su sector. Pero para entonces, Alianza Nacional ya mostraba fisuras que se irían ahondando con los años.

Lejos de encerrarse en los confines del herrerismo tradicional, Luis Lacalle Pou había consolidado su liderazgo en base a amplios apoyos de sectores diversos. En ese sentido, su figura atrajo en 2014 a líderes de corrientes wilsonistas como Javier García, quien había acompañado a Larrañaga años atrás, y captó a intendentes de perfil caudillesco en el interior, en donde el Guapo siempre había cimentado su capital político.

En la legislatura 2015-2020, la bancada del Partido Nacional contaba con diez senadores. Larrañaga inició con el apoyo dentro de Alianza Nacional –que luego derivó en Juntos para volver a ser Alianza Nacional– de Carlos Moreira, Sergio Botana y Verónica Alonso. Botana rompió con el sector de Larrañaga en 2017 y en los años posteriores el grupo también perdió otros referentes en el interior como el tacuaremboense Eber Da Rosa y el ahora intendente de Lavalleja, Mario García. Verónica Alonso intentó sostener una precandidatura a presidenta, pero finalmente se alió con Sartori.  

A eso se sumaría en 2019 el alejamiento de la intendenta de Lavalleja, Adriana Peña, y la ruptura con Moreira a raíz los polémicos audios que explotaron en el final de la campaña, y un distanciamiento con Jorge Gandini, que eligió construir su propio camino en el wilsonismo con el sector Por la patria.

Sin miedo va

Durante el segundo gobierno de Tabaré Vázquez, Larrañaga cuestionó las políticas fiscales de la administración frenteamplista, pero centró las baterías de sus críticas a la gestión en seguridad del emepepista Eduardo Bonomi

Mientras que en 2014 se había despegado del plebiscito por la baja de la edad de imputabilidad, impulsado por el colorado Pedro Bordaberry y respaldado por Lacalle Pou, para las elecciones de 2019 cargaría casi en soledad una reforma constitucional que incluía la creación de una Guardia Nacional formada por hasta 2.000 militares para colaborar en determinadas tareas con la policía y la habilitación de los allanamientos nocturnos. 

La campaña Vivir sin miedo, iniciada en 2018, significó una de sus últimas patriadas políticas

La fuerza que le dieron las firmas –que habilitaron la consulta popular– lo llevaron a presentarse otra vez como precandidato, en una contienda en la que esta vez Lacalle Pou partía como favorito pero que tuvo además la aparición del empresario y ahora senador Juan Sartori. Larrañaga quedó tercero en esa interna y la disputa dejó heridas abiertas. El sanducero, defensor de los códigos de la política, dedicó a Sartori más de una crítica y hasta evitó saludarlo en una acto en Rocha por no querer saber de nada con quien acusó de una campaña sucia en contra suyo y de Lacalle Pou.

Ya antes de la votación, en una columna el 16 de junio dijo que “no se puede andar a la caza de conciencias valiéndose de publicidad mentirosa y abusiva” y 10 días después reafirmó que “al señor Sartori” no lo votaría “ni para edil de San Gregorio de Polanco".

“Esas cosas las sigo sosteniendo. No hay recomposición posible conmigo. Yo no soy de los actores políticos que puedo tener un determinado enfrentamiento en la palestra pública y después ando a los abrazos y diciendo “no pasa nada”. Pasa. Conmigo hay cosas que no tengo problema en conversar pero no son susceptibles de ser recompuestas”, dijo durante una entrevista con El Observador el 19 de agosto.

Como su nueva precandidatura, la reforma quedó por el camino. Pero esa votación estuvo lejos de significarle una derrota. Con un 46,8% de apoyo a las propuestas de mayor mano dura, los uruguayos dieron en las urnas un mensaje que Larrañaga capitalizaría políticamente. Lacalle Pou, electo presidente, le confió un fierro caliente y lo designó como ministro del Interior

Con el traje de secretario de estado, al mando de “la tumba de los cracks” –como la definió Mujica–, el Guapo mostró resultados con números y se plantó ante cada uno que le señaló que la baja de delitos era consecuencia de los tiempos de pandemia. 

En concreto, las denuncias por homicidios disminuyeron 20,5% entre marzo de 2020 y febrero de 2021 en comparación con el mismo período del año anterior, según los datos divulgados por el Ministerio del Interior. La caída también fue registrada en las denuncias de hurtos (19,3%) y de rapiñas (14%).

Mientras que entre marzo de 2019 y febrero de 2020 hubo 400 denuncias por homicidios, en el último año móvil (marzo 2020 hasta febrero 2021) fueron 318. Es decir, 82 denuncias por asesinatos menos. 

Pese a ser un viejo conocedor de los recovecos de la política, en su último tiempo este frontal dirigente sanducero del vozarrón y salidas campechanas, autodefinido como blanco “de Wilson”, evitó hablar de temas que estén demasiado alejados de la gestión en seguridad, a la que dedicó el último tirón de su vida. 

“Tengo el overol de ser ministro del Interior. Ese es mi único compromiso. Mi obsesión es trabajar para demostrar que es posible cambiar el mapa de los delitos en Uruguay. Es un esfuerzo pertinaz, porfiado, decidido, inclaudicable”, dijo en abril en Canal 4, sobre el final de una de sus últimas entrevistas.

Consternado por su fallecimiento, el presidente Lacalle Pou dijo que Larrañaga parecía solo descansar al hablar de sus hijos. Este domingo, Jorge, Aparicio, Juan Francisco y Faustino, lo acompañaron hasta el final.

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