Este martes en Los Aromos comenzará una nueva etapa en Peñarol con un flamante entrenador elegido por siete de los 11 dirigentes: Mauricio Larriera.
Luego del detallado informe del director deportivo Pablo Bengoechea sobre dicho técnico, la mayoría de los directivos escucharon y dieron el visto bueno.
Larriera nunca dirigió a un equipo grande por lo que por un lado, se le presenta un enorme desafío, mientras que por el otro, la responsabilidad será mayúscula.
Máxime teniendo en cuenta de que Peñarol está obligado a ganar sí o sí el Torneo Clausura para poder definir el Campeonato Uruguayo 2020.
“Es un entrenador que no tiene espalda grande y allí Pablo (Bengoechea) y Gabriel (Cedrés) van a tener que poner la espalda para ayudarlo y que la mística de Peñarol permanezca intacta”, dijo el pasado miércoles a Referí –el mismo día que lo votaron– el dirigente Álvaro Queijo.
Con el paso de los años, Mauricio Larriera ha ido mejorando la forma de trabajar y uno de sus principales temas es que trata de aprender todos los días.
De mucho le sirvió el roce internacional que adquirió, sobre todo, cuando fue ayudante de Gerardo Pelusso en la selección paraguaya.
El tratar con futbolistas de gran nivel internacional fue importante para la decisión que tomó Bengoechea, teniendo en cuenta que en Peñarol deberá manejar un plantel con jugadores de trayectoria como el capitán Cristian “Cebolla” Rodríguez, Walter Gargano o Jonathan Urretaviscaya.
Pero más allá de ello, el flamante entrenador carbonero tiene otros aspectos a destacar.
Uno de ellos es su personalidad. Puertas adentro, quienes lo conocen, dicen que habla mucho con los futbolistas, es obsesivo de su trabajo y busca la perfección. Hasta allí, nada anormal o distinto de lo que pueden hacer muchos.
Pero esa personalidad, lo ha llevado a mantener orden en cada uno de los vestuarios que manejó. Tanto es así que, por ejemplo, en su último club, Wanderers, tuvo algún entredicho con uno de sus mejores futbolistas, Ignacio Lores, y no tuvo problemas de radiarlo del equipo. Finalmente, el jugador decidió irse.
Claro que el vestuario de Peñarol es distinto, pero Larriera piensa pisar firme de entrada y mostrar su impronta, según informó una fuente cercana al DT a Referí.
El sistema que aplica en sus equipos desde hace años es el 4-2-3-1, algo que en Peñarol están acostumbrados.
A los volantes exteriores, les pide mucho ida y vuelta y elige muy bien a quién poner en esos puestos porque entiende que son fundamentales.
Algo similar ocurre con los dos volantes centrales que en Peñarol serán seguramente el Cebolla Rodríguez y Jesús Trindade.
A la búsqueda del equilibrio y a la presión en la salida del rival, les da mucha trascendencia. Jugar sin la pelota, algo tan conocido como el fútbol pero que no cualquier futbolista lo sabe hacer en el fútbol de cabotaje. A eso también apuesta Larriera.
Como informó Referí, otro de los puntos altos que le vio Bengoechea para elegirlo, es que tiene los libros nuevos del fútbol, es decir, es un técnico moderno, adaptado a los tiempos que corren.
Normalmente y pese a no haber dirigido nunca a un grande, sus equipos son de propuesta y no de respuesta. En Peñarol eso es obligación.
La autocrítica es un punto más que lo define como entrenador.
Técnica y tácticamente, quiere que sus dirigidos tengan un buen manejo del balón. “Mandar sobre la pelota”, agregó la fuente.
Los volantes que juegan por afuera, deben ser veloces y eso también lo busca en la ofensiva para tratar de lastimar al rival.
Para ello es necesario aplicar un ritmo importante en el juego y eso hay que saber sobrellevarlo, sobre todo, en tiempos que se avecinan con muchos partidos seguidos.
Como en los mejores cuerpos técnicos y muchos en Uruguay, Larriera cuenta con un grupo de colaboradores que analizan al adversario de turno, los que se sumarán a los que ya trabajan en Peñarol.
Dentro de lo que ha sido su carrera hasta ahora, ha mostrado intermitencias en sus distintos equipos. Momentos en los que le ha ido muy bien y otros, muy mal. Casi no aparecen los grises.
En Peñarol y “sin espalda grande”, como indicó Queijo a Referí, eso puede sonar a pecado.
Por eso se trata de un desafío muy especial para Larriera que llega a un club del que dijo ser hincha desde chico, por lo que sabe muy bien que no puede tropezar casi nunca. Más con la presión que tiene Peñarol de no poder cometer prácticamente errores para hacerse primero del Clausura, y luego, ir por el Uruguayo, pasando también entre medio por la Copa Libertadores de América.
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