Así como la inseminación artificial ha sustituido la labor del toro en el 80% de los casos, el “detector electrónico de calor” llega para hacer el trabajo que ni siquiera el ojo experimentado de los granjeros y veterinarios puede realizar: detectar cuándo una vaca está en celo.
El estrés que sufren estos animales en Suiza debido al incremento de la productividad (necesaria, a su vez, por la baja global en los precios de la leche), hace que las cambios en el comportamiento de una vaca cuando está sexualmente activa sean menos visibles a simple vista.
Por esta razón, un grupo de profesores de un instituto técnico ubicado en la localidad suiza de Bern, desarrolló el dispositivo que se encarga de detectar esos cambios desde el interior, informó el diario estadounidense
New York Times (NYT).
El momento justo
El método consiste en colocar un implante en los genitales de las vacas, más concretamente, un termómetro que mide la temperatura corporal del animal y envía señales a un sensor que se coloca en el cuello. Este sensor se encarga de medir el movimiento corporal de la vaca, ya que estas suelen desplazarse más cuando están en el período de celo. Toda esa información llega al celular del dueño del rebaño, en forma de mensaje de texto.
Según dijo al NYT el especialista en computación que ayudó con el diseño del sistema, Claude Brielmann, “los resultados son combinados usando algoritmos y, si la baca está en celo, se envía un SMS al granjero”.
En el 90%o de los casos el sistema funciona y el granjero evita así perderse “el momento justo”.
Una inversión
Aunque las vacas hablen un idioma universal, en Suiza se hablan tres idiomas: alemán, francés e italiano. Por eso, se puede elegir en cuál de estos recibir el mensaje de texto, además de español e inglés.
Según informó el NYT, actualmente el proyecto está en la etapa de prueba y la compañía llamada Anemon planea lanzarlo al mercado a principios del año que viene.
El principal argumento que sostiene la necesidad de un dispositivo como este es el económico. Para ilustrar el panorama, el diario estadounidense cita el caso del granjeo Christian Oesch, quien cada vez que pierde el momento exacto de actividad sexual de sus vacas pierde unos US$ 320 por la inseminación artificial que no se llevó a cabo.
Para evitar perder esta cantidad cada vez, el granjero deberá invertir unos US$ 1.400 por unidad, lo que ha levantado dudas respecto a la rentabilidad del sistema. No obstante, el dispositivo cuenta con el respaldo de la mayoría del sector, que está dispuesto a recibir un mensaje de texto de sus vacas en el celular.