Juan González con una foto de su hijo Giovanni

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Los $ 500 de Paco Casal, las burlas de Revelez y la casa de Arrigo Sacchi: la vida de Juanchi González

El día que Fabián O'Neill le tiró la camiseta a los hinchas de Cerro fue clave para el futuro de Juanchi González en Nacional
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16 de septiembre de 2023 a las 05:01

A los 9 años Juan González trabajaba para llevar dos litros de leche y una vianda a su casa. Con eso ayudaba a alimentar a sus siete hermanos. Vivían en una casa de barro en el barrio Ellauri y cuando llovía había que correr con las ollas para tapar las goteras.

Un día, cuando jugaba en la Cuarta división de Basáñez, se le acercó el empresario Paco Casal y le dio $ 500. "Para mi fue como que me dieran US$ 1.000.000", recordó. Con los años, después de pasar a Nacional, sufrir las bromas de Daniel Felipe Revelez y llegar a España, vivió en la casa del afamado entrenador italiano Arrigo Sacchi. 

Su carrera como futbolista terminó a los 34 años y desde hace 15 maneja un ómnibus de Cutcsa, corre todos los días 7 kilómetros y acompaña con felicidad la carrera de su hijo Giovanni, actualmente jugador del Real Mallorca.

Se incorporó a Basáñez de casualidad

Juan nació en el barrio Ellauri, en las inmediaciones de Camino Mendoza y Teniente Rinaldi. Jugó al baby fútbol en el Mundialito 80, un equipo que ya no existe. Recuerda con emoción la cruzada que hizo con sus compañeros en barco a Buenos Aires. "Eso fue espectacular", expresó.

Los trofeos de papá Juan González; una foto de su hijo en River y la camiseta de la selección

Momentos de felicidad para un niño que le tocó trabajar desde muy chico. "Iba a la escuela y trabajaba para ayudar en mi casa", contó. 

Con 9 años de edad pelaba papas, cortaba el dulce y ayudaba a las cocineras en un comedor del Inda. "Lo que me llevaba para casa eran dos litros de leche y la viandita para ayudar a mis hermanos. Eso lo hacía de mañana, a la 1 de la tarde me iba a la escuela". A medida que fue creciendo, trabajó "en todo lo que puedas imaginar", dijo.

La casa de su familia era de barro y "cuando llovía andábamos con las ollas y los baldes para poner donde había goteras". Eran ocho hermanos, tres mujeres y cinco varones.

El fútbol era su pasatiempo favorito. "Siempre me encantó la pelota, jugaba con la famosa de trapo. El primer regalo que me hicieron fue una pelota de plástico. Prácticamente no tenían para comprármela en casa, pero hicieron el esfuerzo". 

Cuando tenía 15 y 16 años jugaba de lateral izquierdo en el Galeano, un equipo del barrio, junto a sus hermanos: "Todos eran grandes, yo era el más chico, pero como tenía condiciones y era rápido, me pusieron ahí".

Basáñez 1993; Juanchi junto a Lucho Romero

Un día un vecino lo vio jugar. Era el tío de Julio Rodríguez, entonces presidente de Basáñez, y lo invitó a probarse en el equipo rojinegro. 

"Yo me había ido a probar en Nacional, en Rentistas. Siempre eran como 800 mil aspirantes. Yo iba caminando a todos lados, hacía goles en todas las canchas, pero nunca quedaba, por eso al principio le dije que no. Insistió hasta que un día me convenció y arranqué", recordó.

Concurrió durante dos semanas a practicar en la Quinta de Basáñez. El día que terminaron las pruebas, el técnico nombró a los que quedaban y él no estaba. Decepcionado, agarró el bolsito y arrancó para la salida: "Entonces se me ocurrió ir a preguntarle al técnico cómo había que hacer para quedar, cuál era el secreto. Yo ya estaba entregado. Me preguntó con qué número había jugado yo y cuando le dije, me respondió: 'no mijo, usted está acá, me olvidé de nombrarlo'. Quedé en Basáñez por esa vuelta que me di, si no, me hubiera ido decepcionado y me hubiera dedicado a seguir trabajando".

"Me tocaron la espalda y era Paco"

A partir de ese momento empezó el éxito. Fue goleador y campeón con la Cuarta división. En 1991, Basáñez empezó perdiendo las primeras dos fechas del Campeonato Uruguayo de la B en Primera división. En la tercera jornada le tocó jugar en la cancha de Huracán del Paso de la Arena. Juanchi (así le dicen) jugó el preliminar en Cuarta, se duchó y se quedó pegado al alambrado mirando el partido de fondo.

"De pronto me tocaron la espalda, giro y era Paco (el empresario Francisco Casal). Yo empecé a tartamudear como loco. Me dijo, 'vos sos Juan González, tomá'. Me había visto jugar en Cuarta. Me dio $ 500 pesos y para mi era US$ 1.000.00, porque yo iba en bicicleta o caminando a entrenar. Me dice, 'tomá porque el sábado vas a jugar en Primera'", contó el exfutbolista.

Gritando un gol con el Centenario repleto

Debutó contra Rampla Juniors, al que le ganaron 2-1 en La Bombonera; González hizo el segundo gol. Pero antes, lo devoró la ansiedad: "Estaba tan nervioso que el partido era a las 4 de la tarde y yo a las 12:30 ya estaba vendado. Un desastre. Después terminé acalambrado".

Después de ese partido no salió más del equipo. "La B en esos tiempos era mejor que la Primera, por la cantidad de gente que movía en las canchas. Nosotros teníamos un cuadrazo, con el Lucho Romero, el Cuchillo Quevedo, Caballo De Los Santos, Martín Arriola, el Indio Molina, el Mojarra Da Silva. Fue una época espectacular".

En 1992 Basáñez fue sancionado porque tras un partido contra Villa Teresa en La Bombonera, se armó lío y un hombre murió atropellado por un coracero. "Ese día fue un quilombo, nosotros estábamos en el vestuario y no nos dejaban salir". A raíz de aquel incidente, la Mutual Uruguaya de Futbolistas fue a la huelga durante un mes.

Al año siguiente el club tuvo su revancha y tras una campaña espectacular dirigido por Miguel Puppo, logró el histórico ascenso a Primera división.

"Miguel Puppo fue el mejor técnico que tuve en mi vida. Un crack, unía al grupo, hacíamos comida una vez por semana. Un técnico de los que ya no hay. Obviamente todo ha cambiado muchísimo, para bien o para mal. Pero antes teníamos más contacto con el técnico, jugáramos o no. Nadie te va a decir nada malo de Miguel".

En enero de 1994, González fue transferido a Nacional. "Lourdes la madre de Gio estaba embarazada y Paco me preguntó a qué equipo quería ir, porque me podía llevar a los dos (Nacional o Peñarol). Le dije que era hincha de Nacional, pero iba a cualquiera, porque quería dar otro paso".

Finalmente llegó a los tricolores. El técnico era el argentino Eduardo Luján Manera. "Cuando fui a Los Céspedes todos me tomaban el pelo. Imaginate, era mi primera práctica, estábamos en el vestuario, voy con el bolsito y cuando levanto la cabeza estaban Revelez, Seré, Alvarito Gutiérrez y seguía mirando y dije ¡a la mierda!, ¿dónde estoy?. Y el Zorro me decía, 'nene, sentate acá' y yo me iba con el bolsito, y me volvía a decir, 'no, mejor sentate allá', y así me iban manejando".

Pese a todo y al derecho de piso que pagó por ser nuevo, recuerda que "esa gente fue espectacular, con ellos todo era aprendizaje: las charlas, te enseñaban cosas, otros códigos. Eso no lo ves hoy porque todo cambió".

La primera temporada jugó poco en Nacional, pero en 1995 explotó y fue de casualidad, como aquella vez que quedó en Basáñez: "Empecé a jugar en Nacional por mi amigo que se fue al cielo, el Chiquilín O'Neill. Después de aquel partido en el estadio de Cerro, cuando tiró la camiseta a la tribuna, se venía el clásico. A él  lo echaron y yo jugué en su lugar. Hice dos goles y no salí mas".

Gol de Juanchi en Nacional, lo sufre Andrés Silva de Central

Para González, Fabián O'Neill fue el mejor jugador con el que jugó: "Y mirá que yo jugué con Tito Pompei en España, con el Chino Recoba acá, con el checo Peter Dubovski en Oviedo, unos monstruos. Pero el Chiquilín era único, olvidate. Manejaba las dos piernas. El 80% de los goles míos fueron prácticamente por él".

En un abrir y cerrar de ojos

Ese mismo año Juanchi debutó en la selección en un partido contra Brasil en Bahía. "Ronaldo hizo los dos goles. ¡Qué jugador! Tuve la fortuna de conocer a todos esos fenómenos cuando jugué en España contra el Madrid; Zidane, Ronaldo, Beckham, Raúl, Roberto Carlos. Yo los miraba en una tele chiquita que tenía la abuela de Lourdes y cuando quise acordar estaba hablando con Roberto Carlos y con Raúl en el vestuario como si me conocieran de toda la vida".

En la selección disputó 4 partidos, el último en 1999 con la conducción de Daniel Passarella.

Permaneció en Nacional hasta mitad de 1997, una época complicada deportivamente para los tricolores. "Yo perdí todas las finales por el Uruguayo que jugamos y solo salí campeón de Clausura, Liguilla y Apertura. Nosotros teníamos mucho más equipo, jugábamos por abajo, y Peñarol era pelotazo de Bengoechea o Pacheco para el Lucho. Nos ganaban con esas armas. Era bravo, había partidos que no podíamos perderlo, pero por errores nuestros terminábamos perdiendo".

Oviedo, con el Maestro Tabárez como DT

El 13 de julio de 1997, después de meterle dos goles a Vasco Da Gama en el Centenario por la Supercopa, González se fue al Real Oviedo de España.

Además de él, Casal llevó al Oviedo a Óscar Tabárez, que había dirigido al Milan, y a Julio César Dely Valdés del París Saint Germain. 

"El primer gol que hice en Oviedo fue de penal contra Zaragoza, después era el encargado de patearlos. Un día jugamos contra el Espanyol en el Carlos Tartiere, nuestro estadio, y se ve que Toni, el arquero de ellos, me había estudiado. Lo pateo fuerte al medio del arco y me lo atajó. A los 5 minutos penal otra vez para nosotros. El Maestro dijo que lo pateara Tito Pompei, pero Tito me dio la pelota a mi. Le pegué al ángulo, el monstruo voló y la sacó. Quería que me tragara la tierra. Íbamos perdiendo 1-0. Pero faltando tres o cuatro minutos, empaté".

 

Eran tiempos de felicidad para Juanchi, que disfrutaba de vivir en Oviedo y del pequeño Giovanni, que a los 5 años empezó a jugar en las formativas del club.

Si bien había firmado un contrato por cinco años, en 1999 fue cedido en préstamo al Atlético de Madrid para ocupar el lugar de Fernando "Petete" Correa, quien quedó afuera tras una dura infracción de Michel Salgado, entonces jugador del Celta de Vigo. 

El pasaje por el Atlético de Madrid

González llegó a Madrid y el club le dio para vivir la casa en Majadahonda que había ocupado el anterior técnico del Atlético, el italiano Arrigo Sacchi: "Me dieron esa casa, eran cuadras y cuadras. Para abrir el portón tenías que hacer unos 100 metros".

El técnico en ese momento del equipo colchonero era el serbio Radomir Antic, "un tipo bravísimo, pero fue el único que dirigió a Barcelona, Real Madrid y Atlético".

Ese año Atlético de Madrid jugó la final de la Copa del Rey. "Perdimos 3-0 contra mi equipo, porque yo soy hincha del Valencia; nos clavó el Piojo López. Pero para mi fue de locos, era como estar en el Real Madrid".

Juanchi en Atlético de Madrid

Compartió el plantel con Santiago Solari, Juninho, José Chamot... "Clasificamos a la UEFA y fuimos a jugar contra la Roma, cuando arrancaba a jugar Francesco Totti".

Esa temporada Juanchi marcó un gol frente al Racing de Santander (donde jugaba Washington Tais) que luego los hinchas se lo agradecieron. En la hora, tras un centro de Juninho, el delantero uruguayo convirtió el empate que ese año salvó del descenso al Atlético.

Al año siguiente regresó al Oviedo y cuando enfrentó al Atlético, los hinchas del rojiblanco corearon su nombre: "Yo estaba en el banco y gritaban, 'Juan González carajo...'".

En un partido contra el Málaga de Darío Silva y Dely Valdéz, González se rompió el ligamento cruzado. Tras la recuperación, jugó un año en el Granada y regresó en julio de 2002, luego de entrenar un tiempo en Central Español, firmó en Fénix, dirigido por Juan Ramón Carrasco.

¿Alguna anécdota con JR? "Si, que no iba", responde Juanchi y sonríe. "Juan Ramón es un crack", agrega.

Al año siguiente pasó a Cerro, pero volvió a sufrir la rotura de ligamentos. "Me rompí en la cancha de Defensor. Me operó el hermano de Francescoli, me recuperé y pude volver a jugar".

En 2004 regresó para jugar en el Oviedo porque le debían plata. El equipo estaba en la Tercera división del fútbol español. 

Con la camiseta del Oviedo

Los últimos dos clubes de su carrera fueron River Plate y Fénix en la B. Con 34 años dejó de jugar.

La vida después del fútbol

Comenzó a hacer el curso de entrenador, pero al mismo tiempo empezó a trabajar en Cutcsa. "Yo estaba en el curso para los que no teníamos liceo y pedían mucha cosa. Además en Cutcsa no tenía horario fijo, llegaba cansado de manejar, era mucha responsabilidad y lo corté cuando me faltaba un semestre".

Desde hace 15 años es chofer de ómnibus: "Estoy super bien, tranquilo. Una vez que Gio empezó a jugar en Danubio me dediqué a estar con él, porque viste que la carrera de futbolista te quita mucho tiempo para estar con la familia".

"El pase de Gio a Mallorca tuve que manejarlo yo, se estaba trancando todo y el tiempo pasa y esta carrera es corta. Moví las cosas con gente que conocía, y la madre que es abogada penal, que no tiene nada que ver con esto también. Ahora firmó por tres años más. Está jugando con línea de 5 y lo ata atrás, no tiene mucha llegada que es lo de él, pero está bien".

Ahora trabaja y entrena. "Tengo un mini gimnasio en casa. Me mato acá y salgo a correr escuchando música. Todos los días hago 7 kilómetros".

Mientras levanta pesas mira a su alrededor, los recuerdos de su carrera: una foto con Basáñez en la cancha de Fénix sin pasto; otra foto con Diego Maradona; un cuadro del día que Obdulio Varela le entregó el premio por haber sido goleador de la B, y camisetas de fútbol, muchas camisetas.

"Las más valiosas son las de Gio. Tengo como 300 camisetas, pero Gio me ganó, tiene como 500; cambia con todo el mundo", cuenta Juanchi.

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