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Los afrodisíacos, ¿son disparadores del deseo sexual o un mito que bordea el placebo?

Popularmente se piensa que hay determinados alimentos que pueden elevar la libido de las personas, ¿es así?

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11 de marzo de 2020 a las 05:03

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No. Afrodita no era la diosa del amor. No al menos del amor romántico. Para los griegos antiguos –y para los romanos, pero bajo el nombre de Venus– la deidad era el símbolo máximo del erotismo, de la sensualidad, de aquello que despertaba los impulsos más desbordados y carnales. En criollo, era la representación de la “calentura”. Es lógico, entonces, que utilicemos el término “afrodisíacos” para definir a todos esos alimentos que, de alguna manera, nos disparan las ganas de protagonizar algún que otro encuentro sexual. En teoría, bajo sus efectos las hormonas se nos disparan, la libido sube a tope y el momento mismo del sexo cobra otro significado. O gana poder, fuerza, como quieran llamarlo.

A lo largo de la historia, los seres humanos hemos utilizado todo tipo de elementos para hacer explotar la libido, y con ello hemos recurrido a cosas muy extrañas. Sí, los afrodisíacos más comunes son el chocolate, las frutillas, los mariscos y hasta la nuez moscada, pero diversas culturas también han implementado a su dieta de “platos sexuales” cosas como el cuerno de rinoceronte molido, los fetos de pato, la carne de lobo o la mosca española.

De hecho, hay quienes dicen que cualquier alimento, en el contexto propicio, puede tener cualidades afrodisíacas. En una nota de la BBC, por ejemplo, la experta Martha Hopkins, que escribió un libro titulado Intercourses, dijo que históricamente “los alimentos considerados afrodisíacos eran difíciles de encontrar, poco comunes o costosos como las trufas, el foie gras, el caviar o alimentos con la forma de un órgano sexual como el espárrago o las alcachofas, incluso testículos de animales".

La Venus de Botticelli

Lo de la forma es un hecho: la banana, la pera, la palta, los duraznos, las ostras, todas con formas genitales, se consideran afrodisíacos. Lo mismo con aquellas que tienen olores similares a la testosterona. Al parecer, la asociación es una gran aliada, y si esto es así, podemos decir que la mente también. Y ahí está el punto: ¿los afrodisíacos de verdad actúan sobre el cuerpo o son meros placebos?

“No hay nada comprobado al respecto. Se habla mucho de moluscos, frutos de mar, de los hongos, pero en realidad no lo son. Aún así, si vos pensás que son afrodisíacos, está bien que prepares una cena con sushi o con mariscos o con otros alimentos del estilo, porque si psicológicamente ayuda, el efecto en sí mismo sirve. Porque el factor cultural en la sexualidad es muy importante. Siempre le digo a las parejas que si quieren prepararse una cena afrodisíaca lo hagan, aunque eso no vaya a repercutir biológicamente”, explica la sexóloga Magdalena Joubanoba.

Sobre las bebidas alcoholicas, otras sustancias usualmente calificadas como afrodisíacas, Joubanoba asegura que lo que hacen es desinhibir a la persona, algo que no necesariamente implica un aumento en el deseo sexual que ya se tiene antes del consumo. “Son depresores del sistema nervioso, y eso hace tomar una copa de vino, que además es parte del cortejo y de la previa, te desinhiba. Pero no eleva el deseo sexual”, dice.

Las investigaciones a las que hace referencia la experta uruguaya aparecen, por ejemplo, en el artículo de la BBC citado anteriormente, que establece que no hay pruebas científicas de que ningún alimento impulse el deseo sexual.

En el artículo, además, se pone el ejemplo del chocolate, del que se dice lo siguiente: “Según la investigación Efectos del consumo de chocolate oscuro y cacao sobre la función endotelial y la rigidez arterial en adultos con sobrepeso, publicada en la Revista Británica de Nutrición, el cacao puede aumentar el flujo de sangre en partes del cuerpo más allá del torso. Pero cuando se estudió su relación directa con el deseo sexual, no se encontró evidencia que respalde su uso como afrodisíaco”.

 

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Como animales

Aunque por lo visto la comida poco tiene que hacer cuando hablamos de la libido, Joubanoba establece que hay otras maneras de dispararlo. Y ella está acostumbrada a hablar y explicarlo en su consultorio: la falta de deseo sexual es uno de los problemas más comunes que aparecen en las consultas. Mientras que en los hombres es la tercera causa después de la disfunción eréctil y la eyaculación precoz, y en las mujeres ocupa el primer lugar.

“Si es un varón, debería hacerse un examen de testosterona, porque hay que buscar la causa orgánica. La testosterona se produce en los testículos y es la hormona del deseo sexual. Por ende, si alguien no tiene testosterona, no va a tener libido. Si la mujer es menopáusica o post menopáusica también hay que buscar la causa hormonal, que puede ser una baja de estrógenos o incluso también de testosterona. Las mujeres tenemos un poquito y a veces es necesario administrar más”.

Más allá de estas cuestiones químicas y hormonales, la experta asegura que hay un afrodisíaco que suele no fallar, aún cuando el tiempo lo oxida y lo deja de lado: el cortejo.

“El deseo sexual tiene mucho más que ver con el cerebro que con otra cosa. Así que el cortejo siempre es muy importante. Siempre digo que todos los animales sin excepción tienen cortejo, y los seres humanos también. Pero después de muchos años eso se pierde en nosotros, dejamos de hacerlo. La intimidad emocional es importante; es posible que la mujer, por ejemplo, se sienta mucho más excitada por una palabra dulce, por un detalle, que por una caricia sexual. Esto, claro, sucede después de muchos años de pareja. Y eso no lo entienden mucho los hombres, porque tienen otro tipo de respuesta sexual. La cercanía emocional actúa como un estimulante sexual muy fuerte. La sexóloga norteamericana Helen Kaplan decía que el tiempo y el amor siempre son los mejores afrodisíacos que hay”, concluye la sexóloga.

 

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