Camilo dos Santos

Los días del Museo Gurvich después de la compra del Estado

Para Vivian Honigsberg, directora del museo Gurvich y Martín Gurvich, heredero y presidente de la Fundación Gurvich lo más importante es que la colección permanente se mantenga unida

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13 de marzo de 2019 a las 05:04

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Es martes al mediodía, el único día que el Museo Gurvich no cobra entradas. En el primer piso se escucha una conversación en inglés, los visitantes llegaron desde Arizona, Estados Unidos y Martín Gurvich –hijo y heredero de José Gurvich, presidente de la fundación que gestiona el museo– se detiene a charlar con ellos. Los extranjeros son el 50% de los visitantes del edificio ubicado en el número 522 de la calle Sarandí. Los uruguayos, por lo general, se acercan cuando tienen una excusa: Noche de los Museos, Día de Patrimonio, conferencias, inauguraciones de exposiciones. Conclusión, cuando el gratis. Gurvich, que reside desde hace años en Europa, dice que es una cuestión de mentalidad: “Nadie se cuestiona que para ir al cine hay que pagar. La gente va y paga”. 

En este nuevo escenario donde el Museo Gurvich pasó a la órbita del Estado, el funcionamiento seguirá igual. La gestión continua y continuará en manos de la fundación que cuenta, entre sus varios integrantes, a tres arquitectos muy reconocidos: Mariano Arana (exintendente de Montevideo), Rafael Lorente (responsable de la obra del edificio del museo y alumno de Gurvich) y Laura Alemán (una de las voces más fuertes en temas de defensa del patrimonio arquitectónico del país). 

Ese es uno de los tantos puntos que volvieron a aparecer en la reunión que Gurvich, algunos integrantes de la fundación y Vivian Honigsberg, directora del museo, tuvieron en la mañana del martes con la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz. 

Días después que los medios de comunicación informaron de la venta un coleccionista extranjero me llamó indignado por el precio por el que se habían vendido las obras y a decirme por qué no lo habíamos llamado a él. Y lo que pensamos es que si la colección se hubiese vendido a un coleccionista privado, al otro día el museo se desmembraba. Y a la larga el proyecto se termina desarmando. 

El 25 de febrero el presidente Tabaré Vázquez le puso la firma a la resolución que aprueba la adquisición del inmueble de la Ciudad Vieja por $ 22.251.658 y la compra de 226 obras de la colección permanente por US$ 2.126.000. Pero antes de que se ejecute la compraventa y, después de 15 años de gestión privada, el Museo Gurvich pase a una administración público-privada, hay varios detalles que afinar. Sobre el pasado, presente y futuro del museo, Gurvich y Honigsberg dialogaron con El Observador

¿Cuáles fueron los principales temas de la reunión con la ministra?

Martín Gurvich: Obviamente hablamos de todo lo que sucedió en el verano. Fue una sorpresa para todos cómo reaccionó la prensa y una parte del público. Mismo la ministra no se esperaba que se politizara tanto. Claro que sabíamos que iba a haber opiniones a favor y en contra. Pero no de esta manera. Más allá de eso la reunión tenía varios puntos. Entre ellos está el tema jurídico de la compra-venta. También hay un contrato que firmar, para nosotros es muy importante hacer un muy buen contrato sobre el trabajo de gestión del museo por parte de la fundación. Una de las condiciones de la compra es que el Estado mantenga la colección como una unidad, es fundamental que se mantenga junta y que los cuadros no queden desperdigados en otros museos. 

Además de la condición de que el acervo se mantenga unido, ¿también hay una condición de que se mantenga en el edificio?

MG: Si llega a suceder que en 20 o 30 años el Estado uruguayo genera un proyecto museístico en AFE y quiere llevar la colección Gurvich allí no creo que nadie se oponga. Claro que siempre tiene que ser una opción que suba el listón. Si la propuesta es ir a un museo en un barrio poco visitado o a un edificio viejo, no me parece. Pero mejorar esto va a ser difícil, la ubicación, la presentación, el recorrido del museo, si uno mira los comentarios de los visitantes en Google o en TripAdvisor son muy buenos.

Vivian Honigsberg: Además este edificio tiene una carga importante. Rafael Lorente, su arquitecto, fue alumno de Gurvich. Está todo muy pensado para que se disfrute la obra, para mí sería una pena sacarlo. Pero bueno, la prioridad de la fundación es que esté toda la obra junta.

No hay varias opciones de museos que estén en la misma situación que el Gurvich, era algo puntual y dramático. No se puede estar comparando. Si hubiese habido cuatro proyectos de museos similares y el Estado tenía que elegir, bueno.

Cuando se dice que la gestión queda a cargo de la fundación, ¿eso implica que el funcionamiento del museo sigue igual?

VH: Sí. Se mantiene la entrada paga, los horarios y días de aperturas, la búsqueda de espónsores y de apoyos para poder financiar el museo.

En Montevideo hay algunos museos que también funcionan con un régimen público-privado. El Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI), por ejemplo. ¿Este caso es igual?

VH: El MAPI es de la Intendencia, entonces es difícil compararlo. Dentro de la órbita del MEC lo más parecido es el Museo Torres García. Pero en ese caso es un usufructo de un edificio del MEC y una partida de funcionamiento. Es diferente al Gurvich. Esto es algo inédito y todos estamos navegando y viendo la mejor manera de que salga. 

MG: Lo que es interesante es que este modelo se pueda replicar en otros museos o proyectos culturales. Porque da agilidad en el funcionamiento. Nosotros tenemos la ventaja de que podemos cobrar entradas, podemos tener una tienda, estamos autorizados por ley a buscar espónsores y las contrataciones también son más ágiles. De todas maneras desde el año pasado hay un artículo de la Rendición de Cuentas que establece que tiene que haber un representante del Ministerio de Educación y uno del Ministerio de Economía en el consejo de la fundación. Participan desde 2018 en las reuniones del consejo que se hacen cuatro o cinco por año.

¿Cómo integrantes de la fundación y el museo les inquieta las dificultades que el museo pueda tener frente a un cambio de gobierno?

MG: Por eso queremos hacer un buen contrato para que cualquier ministro de Educación y Cultura lo lea y piense que está bien. Este proyecto es apolítico y es cultural, claro que siempre se puede politizar todo.

En una entrevista de enero con Búsqueda, Gurvich explicó que el Estado colabora con el presupuesto anual del museo. ¿Cómo se inició ese camino?

MG: Esta venta no se dio de un día para el otro. Nosotros siempre tuvimos apoyo. Al inicio, el ministro Jorge Brovetto nos dio un apoyo moral. A mí me hubiera gustado, ya en aquel momento, tener un arreglo con el Estado, pero no estaba listo en aquel momento para comprometerse con el proyecto. Por eso mi madre y yo nos largamos solos y lo apuntalamos años y años y años. Hasta que hace un par de años fui al ministerio a decir que no podía más. Que o cerraba el museo o encontrábamos una solución en conjunto. Pero ya le había manifestado la situación a (Ricardo) Ehrlich cuando era él ministro. Así fue como los apoyos fueron aumentando. Los primeros fueron de 10% y los de la familia 90%. Ahora el apoyo es de casi 50% del presupuesto anual. De todas maneras siempre fue una lucha convencer al Estado que apoye más. 

Se habló y discutió mucho sobre el dinero, sobre la forma de la compra y sobre la adquisición en sí. ¿Qué tienen ustedes para decir frente a todas esas voces?

MG: Desde que abrimos el museo sabía que no íbamos a poder mantenerlo más de cierto tiempo. No hay varias opciones de museos que estén en la misma situación que el Gurvich, era algo puntual y dramático. No se puede estar comparando. Si hubiese habido cuatro proyectos de museos similares y el Estado tenía que elegir, bueno. No se puede comparar, sí se puede decir: “No estoy de acuerdo”. Pero el Estado por suerte consideró que es un proyecto importante para el patrimonio y para el futuro de Uruguay. Yo estoy contento que el acervo se preserve público y que el museo siga funcionando. Porque el museo Gurvich no es un proyecto político, es cultural, entonces está mucho más allá de derecha, izquierda, blanco, colorado, lo que quieras. 

VH: Hay una clara intención de la familia de que el museo y la obra queden para los uruguayos, si no no se hubiera vendido al precio que se vendió. Días después que los medios de comunicación informaron de la venta un coleccionista extranjero me llamó indignado por el precio por el que se habían vendido las obras y a decirme por qué no lo habíamos llamado a él. Y lo que pensamos es que si la colección se hubiese vendido a un coleccionista privado, al otro día el museo se desmembraba. Y a la larga el proyecto se termina desarmando. 

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