PHILIPPE LOPEZ / AFP

Los retos del país en un mundo bipolar

Toda la región hoy –Uruguay no es la excepción– depende cada vez más de la economía de China

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26 de junio de 2021 a las 05:00

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El viaje oficial del presidente estadounidense Joe Biden a Europa mostró las cartas que piensa jugar la nueva administración demócrata en su disputa con China, haciendo cada vez más evidente que el mundo está en las puertas de un nuevo sistema internacional bipolar, todo un desafío para países como Uruguay. 

En su gira, Biden puso sobre la mesa la dicotomía en fuerte pugna entre los regímenes democráticos y los autócratas (en alusión directa a China y Rusia).

Biden quiere encolumnar a los miembros del G-7 en una cruzada en defensa de la democracia y, desde ese bloque, denunciar las violaciones a los derechos humanos del gobierno chino de Xi Jinping y advertirle al presidente ruso Vladímir Putin –como lo hizo– de que hay líneas rojas que no puede pasar. 

El presidente estadounidense es el líder de Occidente más duro con relación a las críticas a los principales gobiernos autoritarios, particularmente el de China. 

En ese escenario, los países ajenos a la rivalidad entre las dos grandes potencias, como los de América Latina, pueden quedar de rehenes de estas disputas. 

Es probable que las alianzas estratégicas o de negocios sean susceptibles al desenvolvimiento de la bipolaridad, como ya ocurrió durante la Guerra Fría. 

Es indudable que la Casa Blanca estará muy atenta al acercamiento de China a otros países, algo muy vivo en América Latina dado el avance de Pekín en el comercio y en el terreno de las inversiones, aprovechando la inacción o desinterés estadounidense. 

Toda la región hoy –Uruguay no es la excepción– depende cada vez más de la economía de China; en nuestro caso, es clave en el aumento de los volúmenes y precios de las exportaciones, particularmente de soja y carne vacuna. 

Y últimamente, se han hecho más visibles las inversiones en las que intervienen empresas chinas. El caso más reciente, una compañía estatal de Pekín que ganó una licitación internacional convocada por la UTE, de un valor de US$ 191 millones, para una línea muy potente de transmisión de energía eléctrica entre Tacuarembó y Salto, que será muy importante para el sistema de interconexión nacional. La decisión derivó en una queja formal de la Cámara de la Construcción del Uruguay. 

Sin duda, la adjudicación de frecuencias de tecnología 5G, que se piensa realizar antes de fin de año, será uno de los asuntos más delicados. 

La compañía Huawei, una de las principales firmas de tecnología de quinta generación, y que hasta el momento puede presentarse al llamado, integra una lista de 59 empresas chinas que tienen prohibido hacer negocios en EEUU y recibir inversión estadounidense, acusada de apoyar al ejército del régimen de Xi a través de la venta de tecnología de vigilancia con fines represivos, algo que la compañía niega. 

La administración demócrata está haciendo denodados esfuerzos para frenar el avance de Huawei en la región. Se desconoce hasta dónde está dispuesta a llegar para frenar la penetración de la tecnología 5-G de origen chino. 

El gobierno, el sistema político en su conjunto, deberían tomar conciencia de que, por el mundo bipolar en ciernes, es posible que las inversiones, el comercio y los negocios, hasta ahora ajenos a los vaivenes de la disputa global, empiecen a pesar en una política exterior que se valora como una política de Estado.

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