Piques para ver el debate y los riesgos que asumen Lacalle y Martínez

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27 de septiembre de 2019 a las 12:20

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¿Qué tanto inciden los debates? La respuesta tiene consenso entre todos los académicos que han investigado –sobre todo en EEUU– esta herramienta de comunicación en campaña: sirven para poco en aras de ganar o de convencer, pero lo que sí generan son grandes riesgos de patinar. 

De eso te escribo hoy: de los riesgos que asumirán Daniel Martínez y Luis Lacalle Pou el próximo martes cuando desde las 20 debatan en vivo por televisión.

Además: la discusión sobre si el voto es más emotivo que racional, que el Frente Amplio –que ha tenido un crecimiento relevante en la intención de voto en las últimas semanas– apela a las emociones y cómo eso se puede reflejar en el debate. 

Y, por último, el rol de los ausentes. Cómo puede incidir el acontecimiento del martes en los otros candidatos importantes en momentos en que Ernesto Talvi se desinfla en las encuestas y Guido Manini Ríos sigue muy firme.

 

Cómo será, los cuidados y la intensa negociación 
Gaston Britos

Las reglas de juego son claves y eso parecen tenerlo muy claro los dos comandos. Tanto es así que las últimas semanas han sido muy intensas para ellos y los organizadores del debate. Eternas reuniones –primero entre los asesores de los presidenciables y luego con los medios– de hasta cinco horas, fricciones y pedidos un tanto llamativos han signado las negociaciones.

Lo más fácil, según cuentan los políticos, fue la negociación entre ellos. En esta nota de la semana pasada te contamos cómo fueron esas conversaciones. Fue más trabajoso ponerse de acuerdo con los organizadores, porque la gran mayoría –no todos– exigían tener un representante al aire, lo que derivará en un exceso de presentadores. Finalmente los comandos políticos lo aceptaron y así será.

Ayer se conocieron más detalles. Hubo un sorteo que ganó Lacalle, por lo que será el último en hablar.

Habrá cuatro bloques:

1.     Economía

2.     Seguridad y convivencia

3.     Desarrollo social

4.     Futuro (tecnología y medioambiente).

En cada tema los candidatos podrán hacerse preguntas entre ellos. Antes, cada uno deberá hacer una exposición corta, habrá una réplica y luego un cierre de cada uno.

Según explicaron fuentes de los comandos que participaron en la negociación, los políticos insistieron mucho en que no quieren show. Para eso limitaron algunas ideas de los organizadores que podrían hacer más atractivo televisivamente el intercambio.

Los comandos –según contaron algunos organizadores– realizaron algunos planteos que llevaron mucho tiempo de discusión. Por ejemplo, qué planos se usarían y hasta intentaron cambiar el director de cámara designado, algo a lo que los canales se resistieron. Sí impusieron que el director elegido tendrá un delegado de cada partido detrás de él para controlarlo.

¿Para qué sirven los debates?

La evidencia empírica de todos los que estudiaron los efectos de los debates es contundente: la incidencia es muy baja. Este artículo (en inglés) del Washington Post recoge muchos datos. Un estudio del estadístico Nate Silver comprobó –luego de estudiar los debates presidenciales de EEUU desde 1973 a 2012– que el movimiento del electorado después de los debates fue de 2,3% en promedio.

Ese mismo estudio señala que los retadores en general se benefician más con el primer intercambio (en EEUU siempre hay varios episodios), pero que en la mayoría de los casos no alcanza para modificar el resultado.

Es cierto que siempre hay diferencias. Hay debates que marcan más que otros y esta nota de Miguel Arregui recoge historias de algunos debates que sí fueron muy importantes en Uruguay.

Los debates, sobre todo, refuerzan las posiciones ya asumidas por los televidentes. Además, exacerban lo negativo. Según explicó el experto argentino Mario Riorda la semana pasada en Del Sol, “son el mayor exponente de comunicación negativa”. Lo que hacen los políticos, explicó, es transmitir esta idea: “Te voy a decir por qué soy tan bueno que deberían votar por mí y por qué vos sos tan malo que no deberían votar por vos”.

También es cierto que hay cosas que sí aportan: permiten ver a los candidatos interactuando entre sí, testear qué tan rápidos son para reaccionar y para argumentar. ¿Eso los hará mejores gobernantes? No necesariamente.

¿Y para qué les puede servir a Lacalle y a Martínez?

Hay al menos dos elementos que ambos necesitan –en diferente magnitud– y pueden intentar conseguir el martes:
●      Pose presidencial. Los dos deben afirmarla. Lacalle Pou está un paso adelante en eso, a diferencia de hace cinco años. Pero aún cuesta verlos con la banda puesta. No es nada fácil lograrlo en un debate, pero la gestualidad –más lo que muestran que lo que dicen– es muy importante. Tal vez por eso los comandos estaban tan preocupados por los planos y la vestimenta.

●      Seducir. Es la más obvia, pero a la vez la más difícil. Estamos ante los candidatos –no solo ellos dos– con la menor evaluación de popularidad de las últimas décadas. Esta semana, en un evento organizado en la Universidad Católica, los directores de Equipos, Ignacio Zuasnabar, y de Cifra, Mariana Pomiés, mostraron números de los cambios en las tendencias de largo plazo y allí hay una modificación.

Encarar un debate en este escenario es todo un desafío, pero también una oportunidad.
A diferencia del asunto de la pose presidencial, aquí quien está en desventaja es Lacalle Pou, que muestra indicadores de popularidad más bajos que Martínez. Tiene el desafío de seducir –presumiblemente en una emisión con mucha audiencia– a quienes hoy lo resisten, que aún son muchos.

¿Cuidar más el arco propio que atacar?

 

Esta 👆 es una pregunta clave. En los debates se asumen riesgos grandes y estos son los más importantes para los candidatos del FA y del PN.

 

●      La forma de expresarse de Martínez. Una de las debilidades más evidentes del candidato oficialista son sus problemas de comunicación. Habla muy entreverado, abre decenas de paréntesis en los que se va de tema y le cuesta volver. No dominar bien la comunicación, en un debate, es un riesgo gigante. En ruedas de prensa durante esta campaña, Martínez varias veces cometió errores. Por ejemplo, en un tema tan sensible como Venezuela, escribió en un tuit que es una dictadura, pero nunca lo dijo ante las cámaras.

La paradoja es que el FA viene de tener dos muy buenos comunicadores como candidatos –Tabaré Vázquez y José Mujica– que no aceptaron debates en los últimos 20 años, y quien sí lo acepta es el más débil de los tres en esa área.

●      Lo que puede proyectar Lacalle Pou. Se lo puede ver como soberbio, altanero, cheto. Hace un año escribí sobre eso y decía que en el mano a mano en persona, el candidato estaba lejos de mostrarse así, pero que con la cámara de TV prendida eso era un problema. En lo que va de la campaña electoral de este año lo ha resuelto de manera excelente. Pero en un debate, con las tensiones a mil y con muy poco tiempo para contestar, cualquier gesto no previsto o cualquier paso en falso también es un riesgo.

Por eso creo que es más importante cuidar el arco propio que pasar al ataque. Sin embargo, también deben atacar. Allí cada uno tiene sus riesgos y sus oportunidades:

  • Lacalle: ¿con quién debatir? El líder blanco tiene una facilidad: 15 años de gobierno desgastan y eso lo muestran todas las evaluaciones de opinión pública. Pero el desafío es autoimpuesto por un mantra que no ha parado de repetir a los suyos: “Firme con las ideas, suave con las personas”. Por eso sus ataques no serán seguramente a Martínez, sino al FA. Debatir con alguien no presente es más complicado que confrontar con quien está enfrente. Pero ser muy blando, cuando él lo invitó a debatir, puede ser contraproducente.

  • El miedo. En una coyuntura que le era muy adversa, el FA logró ganar hace cinco años –en parte– con una campaña negativa hacia Lacalle Pou. Si se mira el discurso de algunas figuras de la izquierda, van por el mismo camino y de manera muy intensa. Lo comparan con Mauricio Macri, dicen que sus políticas serán conservadoras y regresivas. Incluso le hacen decir cosas que no son fieles a sus propuestas. Martínez ha sido mucho más cuidadoso en ese discurso. Aunque lo ha insinuado, no ha sido radical. Es un desafío usar esa herramienta. Si en el debate ataca en exceso por ese camino –que en parte se sabe rendidor– puede ser riesgoso.

¿Racionalidad o sentimiento?
 

En una entrevista con Stephanie Galliazzi esta semana, el neurocientífico argentino Facundo Manes dijo que “no son tantos los que votan racionalmente” y que “el voto también es emocional”.

Llevado a la campaña uruguaya, es evidente que el Frente Amplio está apostando a lo sentimental. La prueba más contundente es el eslogan más fuerte de estos días: La ola de la esperanza. En ese sentido, el fin de semana pasada superaron con creces la prueba de fuego con el “bandelorazo” de la rambla. Y prepara otras actividades similares: este fin de semana con artistas, y la próxima pidiéndoles a los militantes que embanderen sus hogares.

Un impulso mayor a partir de lo emocional se lo dan las últimas encuestas.

La oposición, sin dudas, hace una apuesta mucho mayor a lo racional.

¿Cómo pueden jugar los ausentes?

Dos sondeos publicados esta semana, que podés mirar en el Monitor de Encuestas, muestran la misma tendencia: el FA crece, el PN permanece estable, el Partido Colorado cae y Cabildo Abierto sigue fuerte.

Talvi se quejó por no estar en el debate. ¿En algo lo puede beneficiar o perjudicar lo que pase el martes? ¿Y a Manini Ríos?

El voto al bloque opositor está muy volátil. Es probable que si Lacalle Pou comete errores graves que lo hagan perder adhesiones, Talvi o Manini Ríos puedan recogerlas. Además, tanto Opción como Equipos establecen en el entorno del 10% los indecisos y la mayoría de ellos están más cerca de la oposición que del oficialismo. Allí hay un terreno en disputa.

En el sentido contrario, podrían verse desfavorecidos si Lacalle Pou hace un muy buen debate y logra recuperar votos que perdió dentro del espacio opositor. Además hay un intangible en juego: al ser un debate de a dos, el candidato blanco se posiciona como el líder del bloque.

 

Los dos candidatos tienen previstos ensayos y media training con sus equipos para el fin de semana y se encuentran en pleno proceso de resumen temático de los asuntos programáticos que intentarán mechar. 

Se están preparando a conciencia, porque saben que en esta discusión se juegan una parada importante.

 

Mi nombre es Gonzalo Ferreira, soy editor jefe de El Observador. Podés escribirme a este mail por sugerencias y comentarios. Si tenés ideas de cómo mejorar este nuevo producto soy todo oídos.
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