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Oligarca, cheto y Lacalle: los prejuicios y el “efecto Aikido”
Es de Carrasco. Vive en La Tahona. Practica surf. Su padre fue presidente y viene de una familia con un apellido muy cargado de simbología. Uno de los insultos más fuertes entre políticos que quedó en la memoria de los uruguayos lo tiene como protagonista y fue cuando lo trataron de “oligarca”. Una candidata del Frente Amplio hizo su campaña centrada en atacarlo por su perfil socioeconómico.
No hay duda que los prejuicios pesan sobre Luis Lacalle Pou. Los positivos y los negativos. Entre los blancos lo ayuda ser el bisnieto de Herrera, aunque después sea su responsabilidad transformar esa valoración previa en un apoyo.
Pero el mayor problema para los políticos es si su figura está rodeada de prejuicios negativos. Y para buena parte de la población, en el caso del líder nacionalista es así. Hay quienes creen que esos prejuicios le imponen un “techo”, como le llaman los analistas a las limitaciones electorales que tiene un candidato por su perfil.
Lacalle Pou no enfrenta directamente a los prejuicios. No salió a combatirlos, ni a criminalizar a quién lo juzga por eso sin evaluar sus propuestas o sus ideas. Por el contrario, algunas actitudes de su vida privada, que son naturales para él, hasta alimentan los preconceptos. Lacalle Pou no piensa cambiar su forma de ser o de vivir para mostrarse como alguien que no es.
¿Pero eso no le juega en contra para avanzar en su carrera?
En la vida política reciente hay alguien que vivió esta situación y tal vez en forma más virulenta.
Pedro Bordaberry sabía desde el primer minuto en que se metió en la política que el rival más grande que debía enfrentar era el del prejuicio. Ser un ex rugbista y sobre todo el hijo de un dictador era una mochila muy pesada.
A fuerza de enfrentar a quienes le hacían sentir los prejuicios negativos logró ir levantando poco a poco ese techo. Si bien al principio optó por centrar la campaña en su nombre de pila para esquivar ese lastre, su apellido era algo inevitable y combatió con fuerza los prejuicios.
Si se mira con perspectiva, se podría opinar que los prejuicios ganaron la batalla. Bordaberry anunció que dejará la política. Como dijo Albert Einstein, “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.
Cuando competía por la Presidencia, el senador colorado recibió algunos estudios de opinión que decían que cada vez que le tiraban el pasado de su familia en su contra, en vez de perjudicarlo, lo favorecía. Mucha gente veía eso como un ataque infundado a su figura, porque él no tenía nada que ver con lo que hizo su padre.
La estrategia de Lacalle Pou va por un lado similar. En su entorno lo llaman el “efecto Aikido”. El arte marcial que lleva ese nombre busca aprovechar la fuerza que trae el rival para golpearlo, en su contra.
El senador blanco cree que el camino más eficiente para luchar contra los prejuicios es hacer que los ciudadanos lo conozcan como es y no como previamente piensan que es. Así, aseguran, logró convencer a dirigentes y militantes frenteamplistas para que pasen a su sector.
Tal vez a Lacalle Pou y a su entorno le falte chocar mucho más contra quienes lo critican apelando a esos prejuicios. Pero el líder nacionalista no ignora que allí hay un asunto y lo quiere combatir en el mano a mano.
Hasta qué punto Lacalle Pou tiene un techo lo dirán las urnas, pero las encuestas ya empiezan a mostrar que son más que antes los dispuestos a darle una oportunidad. Lo que no hay dudas es que buena parte del resultado electoral del 2019 estará en cómo él y sus rivales manejen este asunto. Por lo pronto el Frente Amplio, en las últimas dos elecciones, supo cómo manejar su aparato electoral para machacar en cada punto que identificó como débil de sus adversarios.
