La iniciativa del presidente de Francia de convocar a un debate sobre el sistema financiero internacional tuvo acogida de líderes políticos y de ONG’s. Los discursos pronunciados en el marco de la Cumbre por un Nuevo Pacto Financiero Mundial abundaron en diagnósticos respecto de la vulnerabilidad del llamado Sur Global y la necesidad de que la banca internacional pública y privada tenga nuevas reglas de juego.
El portugués António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, dijo que el actual sistema, surgido del Acuerdo de Bretton-Woods de la postguerra está “desfasado, es disfuncional e injusto”.
El anfitrión e impulsor del encuentro, el presidente de Francia Emmanuel Macron logró que decenas de líderes mundiales se tomaran 48 horas para intentar redefinir la arquitectura financiera. La tarea no es fácil en un capitalismo donde el sistema financiero está concentrado en pocos bancos, estresado por el aumento de las tasas de interés y la alerta que se dio en los Estados Unidos con los temblores de marzo.
En efecto, el primer banco en quebrar, Silvergate Bank, anunció su cierre el 8 de marzo debido a las pérdidas sufridas en su cartera de préstamos. Tras el colapso del Silvergate, se produjo la crisis del Silicon Valley Bank, un banco que había prestado grandes sumas de dinero a nuevas empresas de tecnología, dos días después. El 12 de marzo fue el turno del cierre del Signature Bank, que hacía negocios con firmas de criptomonedas.
El aumento de las tasas de interés de la Reserva Federal de los Estados Unidos, del Banco Central Europeo y de la banca privada no sólo entorpece el crédito en el llamado Norte Global, sino que impacta de lleno en los países con ingresos bajos y amenazados por la crisis medioambiental, aquejado por sequías, migraciones y con un crecimiento fuerte de sus deudas públicas.
Algunos llamaron “el Davos parisino” a esta reunión de dos días que dejó una vez más al descubierto la fragilidad y la crisis múltiple de los países más pobres. Sin fondos financieros a largo plazo y bajas tasas, muchos países pueden entrar en default y desde el sistema financiero, cada vez más concentrado, no va a surgir la solución.
Entre las medidas propuestas en esta cumbre que culminó este viernes, hubo una de las autoridades del Banco Mundial para suspender el pago de los préstamos a los países endeudados en tiempos de crisis o catástrofe.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), por su parte anunció que liberará reservas por valor de US$ 100.000 millones para financiar deudas de países en desarrollo, aunque no especificaron cómo ni cuándo se distribuirán esos recursos.
Un logro de Macron fue un acuerdo entre las autoridades financieras de China y de varios países europeos, encabezados por Francia, para aliviar la deuda de Zambia, un país africano que está por caer en default.
Los anuncios, por tratarse de un foro, tienen relevancia, aunque la dimensión del problema global está lejos de encausarse con esos alivios. Macron reclamó el jueves que se necesita un “nuevo consenso” entre Norte y Sur.
“Ningún dirigente de ningún país debe tener que decidir entre la reducción de la pobreza y la protección del planeta”, ante un auditorio donde estaban el jeque de Arabia Saudita, Mohammed Bin Salmán, cuyo país tiene un fondo soberano de más de US$ 500.000 millones, aunque no encabeza la lista de otros fondos soberanos de inversión que tienen más recursos, entre ellos Japón, China, Noruega, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait.
También estuvieron mandatarios del llamado Sur Global, como el brasileño Lula da Silva, el colombiano Gustavo Petro y el sudafricano Cyril Ramaphosa. Participaron el primer ministro chino, Li Qiang, y la secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen, lo cual no es un compromiso entre ambas naciones cuya tensión política crece.
“Debemos asumir un choque de financiación pública, y necesitamos más financiación privada, hay mucha liquidez en el mundo, mucho dinero”, dijo Macron.
El estrés del sistema financiero entró en una espiral tras la pandemia de 2020 y luego con la crisis energética derivada de la invasión rusa a Ucrania de 2022. Eso impacta mucho más fuerte en los países de ingresos bajos, mientras que, pese a los efectos recesivos del aumento de las tasas de interés, los países europeos y norteamericanos cuentan con capacidad financiera y pueden endeudarse por los respaldos que tienen.
Guterres, a su turno, dejó en claro la disparidad: “Los préstamos de los países periféricos tienen costos hasta ocho veces superiores a los de los países desarrollados”. Y agregó: “Hay 52 países en cesación de pagos o que se acercan peligrosamente a este estado, y esto incluye a la mayoría de los países menos avanzados, así como a la mayoría de los 50 países más vulnerables ante el cambio climático”.
En este contexto, más de 750 millones de personas pasan hambre, lo que representa el 9% de la población mundial. “La situación es insostenible. Se necesita un nuevo Bretton-Woods”, resumió Guterres.
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