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Madres penalizadas en un país que apenas se reproduce

¿Qué tiene que ver la “maternidad penalizada” con la seguridad social y una reforma urgente?

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28 de mayo de 2022 a las 05:04

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Mientras que el sistema político comienza a discutir una necesaria reforma de la seguridad social y mientras que el gobierno intenta posicionar al tema como una urgencia de Estado que debe involucrar a todos los partidos políticos, poco se ha hablado en ese marco de una realidad confirmada y estudiada recientemente en Uruguay: la llamada maternidad penalizada. 

La paradoja a la que se enfrentan las mujeres en edad reproductiva que deciden ser madres, en casi todo el mundo, enfrenta deseo con conveniencia, o más bien amor con necesidad económica. 

Ser mujer y madre es un doble castigo, al menos en lo que hace al trabajo y su remuneración. Por un lado está la brecha salarial de género que ha venido disminuyendo, pero que al ritmo actual se necesitarán décadas para cerrarla. Pero además de ganar promedialmente menos que el hombre, la mujer que decide tener hijos también ganará menos que una mujer que no tiene hijos. 

Una investigación publicada en 2020 confirmó que luego de diez años de tener el primer hijo, las mujeres experimentan una reducción del 42% de su salario mensual en comparación con mujeres con características similares que no tuvieron hijos. El estudio “Brechas de género en los ingresos laborales en Uruguay”, realizado en conjunto con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y ONU Mujeres, se basa en los datos del Banco de Previsión Social de varias décadas, que fueron relevados por la economista Martina Querejeta.

El análisis abarcó a mujeres ocupadas en la actividad privada formal que hicieron uso del subsidio por maternidad por primera vez entre 1997 y 2015, teniendo entre 18 y 40 años de edad.

¿Qué tiene que ver la “maternidad penalizada” con la seguridad social y una reforma urgente? En un hecho tan evidente como sencillo de identificar, le diría Sherlock a su querido Watson. En un país en el que la relación pasivos-activos es cada vez más compleja e incide negativamente en los sueños de jubilación de los actuales trabajadores, el hecho de que las mujeres sumen otro desincentivo a la hora de tener hijos y multiplicar la población es ciertamente un gran problema. 

Uruguay es un país de tradicional baja fecundidad, pero en 2020 la cifra de nacimientos bajó a su mínimo histórico. A comienzo de este siglo las uruguayas tenían 2,1 hijos, una cifra que ya pone en peligro lo que los expertos llaman la tasa de reemplazo generacional, que hace que una población se mantenga numéricamente. Pero desde 2015 la caída fue mayor; ese año nacieron 49.000 uruguayos, mientras que en 2020 fueron 36.000. El promedio para ese año fue de 1,4 hijos por mujer, la tasa de fecundidad más baja de la historia.

“En un país que tiene la tasa de fecundidad tan baja, es imperdonable que la maternidad sea tan penalizada”, dijo el ministro de Trabajo, Pablo Mieres, cuando se discutió brevemente el tema. “¿Es justo que las mujeres más jóvenes deban plantearse la disyuntiva de ser madres, si así lo quieren, o profesionales para desarrollarse como corresponde económica y profesionalmente? Creemos que no y mucho menos en un país cada vez más avejentado, que precisa de la fuerza productiva de todos sus integrantes, pero también del equilibrio indispensable, intergeneracional, que nuestra sociedad requiere”, dijo por su parte la vicepresidenta Beatriz Argimón, cuando en agosto de 2020 se habló de la penalización de la maternidad en el Parlamento.

El “castigo”, que para la mayoría de las mujeres no tiene nada que ver con la experiencia de la maternidad, es múltiple cuando se trata de trabajo y economía. Las mujeres sufren ya de pique una brecha salarial confirmada, por el solo hecho de ser mujeres y deber encargarse de un sinfín de tareas de cuidado que superan a los hijos, entre otras variables. Pero, además, las madres trabajan un 60% menos que las mujeres que no tuvieron hijos (en horas), dice el estudio uruguayo y ganan 25% menos por hora que otras mujeres similares a ellas pero sin hijos. Es decir, pierden incluso si se las compara con mujeres, que de pique ya vienen perdiendo a pesar de ser más educadas.

“La penalización de largo plazo de la maternidad sobre el salario total sería de entre un 32% y 42% y estaría explicada tanto por la penalización al empleo (de entre 42% y 60%) como por una reducción del salario por hora (de entre 24% y 25%)”, señala la investigadora. Estas penalizaciones de largo plazo sobre el salario total se dan tanto en países desarrollados como subdesarrollados, lo que indicaría que no hay solución sencilla para este tema que recién comienza a visualizarse por estas tierras.

“En América Latina las brechas laborales de género se han reducido fuertemente en las últimas décadas y Uruguay se posiciona como uno de los países de la región con mayor participación laboral femenina. No obstante, la brecha salarial de género continúa en niveles elevados, siendo 76% la relación del salario percibido por las mujeres en comparación al de los varones para el año 2018”. 

En la sesión del Senado en la que se analizó el informe habló Argimón y las senadoras Carolina Cosse, Amanda Della Ventura, Carmen Asiain, Carmen Sanguinetti, Liliam Kechichián, Lucía Topolansky, Sandra Lazo y Gloria Rodríguez, además de los senadores Daniel Olesker y José Carlos Mahía. Luego, casi nadie ha hablado del tema, en parte porque es complejo desarrollar políticas públicas que aminoren estos efectos negativos en las carreras y economías de las mujeres que tienen hijos, pero también porque hablar de género sigue siendo incómodo en un país en el que buena parte del sistema político sigue sin aceptar las otras brechas de género (incluyendo las que afectan al propio sistema, en el que las mujeres están artificialmente subrepresentadas).

Si existieran Sherlock y Watson, seguramente quedarían sin respuestas ante la pregunta de por qué se penaliza a quienes tienen hijos en una sociedad que necesita más población y que ya hace agua a la hora de emparchar su sistema de seguridad social. No es sencillo encontrar soluciones para este sinsentido pero tampoco hace bien seguir invisibilizando un tema que rompe los ojos.

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