Eduardo Espina

Eduardo Espina

The Sótano > OPINIÓN

Maduro, Mujica, y el Oso Yogui

En medio de la avalancha de noticias políticas, la realidad trae también otras noticias más reconfortantes
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30 de enero de 2019 a las 05:03

Me escribe un lector. Me dice (lo cito a medias pues su correo electrónico es largo), “Espina, ¿qué está pasando en el mundo? De lo único que habla la gente es de política, aquí en Uruguay está insoportable, es recién enero y en todas partes se habla de lo mismo, si en verano no hacemos otra cosa que hablar de política, no quiero imaginar lo que será cuando las elecciones se aproximen. Escriba sobre algo diferente, como hacía antes en la columna…” 

Esta persistente columna, The Sótano, cumple en 2019, en agosto, quince años de publicación ininterrumpida. Por consiguiente, hace mucho que se publica, tanto, que ya me olvidé sobre lo que escribía “antes”, “antes” que puede ser 2004, 2005, 2006… Para no repetirme, no las archivo, por lo tanto, no tengo dónde buscar referentes de columnas pasadas. Debería ir al archivo del diario.

Es verdad, coincido con el lector, hay una epidemia de política, mundialmente generalizada. Es algo que no solo debe cansar a infinidad de lectores, oyentes y televidentes de los programas informativos, sino que debe ser una especie de droga adictiva y perjudicial para los periodistas especializados en el tema, pues siempre deben hablar sobre lo mismo, lo mismo que, además, impide introducir muchas variantes.

Tiempo atrás, también por correo electrónico, me decía un estadounidense que vive jubilado en Chile, que su país necesita un presidente que haga bien las cosas, un presidente que le permita a la gente no tener que pensar sobre política. Me pareció genial su observación, la cual podría aplicarse a todos los países del continente, sobre todo al nuestro, cada vez más monotemático y repetitivo, y que además vive estancado en la repetición de noticias sobre los mismos asuntos, varios de los cuales podrían pasar por tema del día si no fuera que ya hace demasiados días que son temas del día.

Para complacer al lector, no voy a escribir (tampoco tengo ganas de hacerlo), sobre Maduro, sobre lo que dijo Mujica respecto a la situación en Venezuela, sobre lo que dijo y no dijo Vázquez acerca del mismo tema, ni sobre otro político de actualidad, Xi Jinping, presidente chino, quien no ha dicho nada sobre Venezuela, que yo sepa, pero de quien sí voy a escribir, aunque dentro de unas semanas, después de que termine de leer sus dos libros, en los cuales opina prácticamente sobre todo, y no lo hace tan mal.

En Venezuela, quienes sufren y pasan hambre (millones) dicen que Maduro es un gorila, pero tampoco voy a hablar de simios sino de otro animal, de una versión verídica de Yogui, primer oso de alcance universal, quien en compañía de Bubu demostraba su inteligencia robando con buenos modales algún frasco de miel al guardabosque o a los turistas desprevenidos que andaban por Jellystone.

Esta columna de hoy está basada en hechos reales. Refiere a una historia de no creer, que habla más de los sentimientos del mundo natural que de sus ideas políticas. Casey Lynn Hathaway tiene 3 años de edad, mide 71 centímetros, y pesa 11 kilos. Días atrás estaba jugando en el fondo de la casa de su abuela, en el estado de Carolina del Norte, EEUU, cuando desapareció. Después de transcurridas 20 horas, muchos de los vecinos comenzaron a darlo por muerto pues dijeron que nadie podría sobrevivir la lluvia torrencial y las temperaturas bajo cero que azotaban la zona. Cundió la desesperación. Decenas de personas se unieron como voluntarias a la búsqueda, en la cual participaron también agentes del FBI y militares pertenecientes al grupo de elite de los Marines.

Al segundo día, cuando las posibilidades de que la criatura hubiera fallecido eran altas dadas las condiciones climáticas, uno de los perros que participaba de la búsqueda comenzó a ladrar. Entre la maleza tupida había encontrado al niño. En el hospital que lo atendió informaron que se encontraba en buenas condiciones de salud. Pero, ¿cómo podía ser? El niño fue el encargado de explicar el milagro. Según contó, a las pocas horas de haberse perdido, un oso apareció de la nada y lo cubrió como si fuera uno de sus cachorros. El niño dijo que el oso y él se hicieron amigos, y que el animal lo protegió con su cuerpo cuando las condiciones del clima empeoraron.

No es la primera vez que en EEUU se registra una situación similar. El New York Times informó en 1888 que una niña de 2 años que había desaparecido fue encontrada viva y en buenas condiciones en el fondo de un valle. La niña dijo que un oso le había salvado la vida, manteniéndola junto a su cuerpo durante las horas heladas de la noche. Más acá en el tiempo, en 1955, la niña Ida Mae Curtis, de 2 años de edad, que había desaparecido en el Bosque Nacional Kootenai, estado de Montana, fue encontrada con vida después de sobrevivir dos días y dos noches de frío y lluvia torrencial. Dijo que un oso la había abrazado y cuidado durante el tiempo que estuvo perdida.

Casey Lynn Hathaway dice ahora que el oso que le salvó la vida es su mejor amigo, y que le gustaría volver a verlo, en caso de que regrese. Pues antes de que llegaran los rescatistas, el animal desapareció en el bosque.

 

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