HANDOUT / AFP

Maltratar a las compañías no las hará rendir mejor

En contra de la creencia popular, hacerles la vida difícil a las empresas no suele mejorar su desempeño

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21 de octubre de 2021 a las 05:02

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Pocas creencias están más de moda en la política y la economía que la opinión de que las empresas responden mejor a un enfoque de “ser más duros para que rindan más”. La concesión de una parte del premio Nobel de Economía esta semana a David Card consolidará esta creencia, a pesar de que el honor se le concedió por sus métodos de investigación y no por su famosa conclusión en 1994 de que un aumento del salario mínimo en Nueva Jersey no redujo el empleo.

Casi todas las semanas, dondequiera que haya un problema social, los políticos y economistas, independientemente de su tendencia política, dicen que la solución es hacerles la vida más difícil a las empresas. En el Reino Unido, las conclusiones de Card han incitado a parte del Partido Laborista a proponer el aumento del salario mínimo nacional a £15 por hora, superior al salario medio. Los economistas de izquierda dicen que la medida aumentaría la productividad porque las compañías se verán obligadas a innovar para sobrevivir.

A la derecha, el primer ministro Boris Johnson piensa lo mismo. En un reciente discurso, alegó que había que hacerles difícil la vida a las compañías para que mejoraran la productividad. En el pasado, dijo, habían utilizado “la inmigración como excusa para no invertir en las personas, en la formación, en los equipos, en las instalaciones y en la maquinaria que necesitan”.

En EEUU, la administración de Donald Trump creía que los aranceles fortalecían a las compañías estadounidenses que tenían que pagarlos. La actual administración se complace en subir el impuesto de sociedades con la intención de “reconstruir mejor”. La UE está endureciendo las regulaciones de los fabricantes de automóviles para reducir los costos de los vehículos eléctricos. En cada caso, se nos dice que maltratar a las empresa produce buenos resultados.

No solo los políticos piensan que las empresas necesitan una buena paliza para que implementen los cambios necesarios. El Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo esta semana que la pandemia de covid-19 –un acontecimiento bastante malo para las empresas– había “acelerado el cambio en muchos sectores de la economía a través de una mayor automatización y una transformación de los lugares de trabajo” y esperaba un mayor crecimiento de la productividad como resultado.

Estas políticas están lejos de ser idénticas y algunas tienen ambiciones redistributivas o medioambientales en el fondo, y los políticos admiten discretamente que el resultado no será beneficioso para todos. Pero en cada caso, la competencia y las fuerzas del mercado no se consideran lo suficientemente disciplinarias para las compañías. Las regulaciones y restricciones son la novedad.

La cuestión es si esta nueva actitud funciona. La genialidad de Card radica en que demostró que hay ocasiones en las que la respuesta es sí. Aumentarles la carga a las empresas mediante el salario mínimo no perjudicó al empleo en Nueva Jersey y esta conclusión se ha reproducido en muchas partes de EEUU y en muchos países. Pero, lamentablemente, la mejora de la productividad no ha sido la razón por la que las compañías han mantenido a los trabajadores.

Una investigación de la Comisión de Salario Bajo del Reino Unido muestra que en 20 años de experiencia en el aumento del salario mínimo, encontró “pocos ejemplos específicos... de empleadores que hayan conseguido aumentar la productividad”. En lugar de ello, las compañías recibieron menores beneficios, subieron los precios y, según se descubrió, “pedirles a los trabajadores que trabajen más parece una respuesta alarmantemente común”.

Lejos de la perspectiva de que el Brexit provocaría una oleada de inversiones conforme las compañías se apresuraran a adaptarse a las cargas que impuso, el rendimiento de las inversiones en el Reino Unido desde 2016 ha sido lamentable, según un estudio del Banco de Inglaterra, porque las compañías pudieron hacer algo más que quejarse. Pudieron irse a otros lugares. Los expertos en productividad no esperan que las restricciones a la inmigración aumenten la productividad.

Es posible que la pandemia haya empujado a las compañías hacia una vía de mayor productividad durante un periodo indefinido, pero espero que ningún responsable político sugiera repetir la crisis como estrategia económica.

Aunque existen algunas excepciones, hacerles más difícil la vida a las empresas no mejora el rendimiento corporativo. En las relaciones personales, algunos sugieren que ignorar o ser duro con tu pareja aumentará su interés, pero esto es sencillamente un consejo terrible para una relación sana. Es igualmente terrible en materia de política económica.

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