Manini como titiritero de la agenda política: ¿quiénes ganan y quiénes pierden?

Manini Ríos: el titiritero de la agenda política

→ Guido Manini Ríos fue esta semana, nuevamente, el actor político que hizo girar a todo el resto del sistema político alrededor suyo y de sus ideas. A favor, en contra o poniéndolos incómodos, Manini hizo que oficialistas y opositores comentaran durante toda la semana su proyecto de ley para restaurar la ley de Caducidad.

¿Quién gana y quién pierde con esto?

●       Manini Ríos gana porque sigue sumando protagonismo. Con muy pocos movimientos públicos domina la escena política. Aunque tiene una debilidad: por más que insista en que el suyo no es un partido militar, no hace otra cosa que defender esos intereses corporativos. Genera protagonismo básicamente con esos asuntos y eso puede ser una limitante a futuro, aunque depende de los objetivos que se trace. Si lo que quiere es ser presidente, no le va a alcanzar. Si quiere mantener a su partido vivo con un electorado como el que tiene y poco más, puede ser suficiente.

●       El Frente Amplio gana. Con el poco ángulo que tiene para incidir en la agenda y pegarle políticamente al gobierno, cada vez que Manini Ríos abre la boca le genera una oportunidad única de marcar perfil. Y no solo con su electorado de izquierda, sino también con el centro al que ahora el Partido Colorado desprotegió con la salida de Ernesto Talvi de la política.

●       Blancos y colorados pierden. Les impone asuntos que no están en el acuerdo multipartidario y que la mayoría de ellos no llevan. No solo por este proyecto para restaurar la ley de Caducidad, sino también por el pedido de destitución al fiscal de Corte planteado por Cabildo Abierto.

●       El gobierno pierde. Lo desenfoca de tareas importantes como discutir y definir el presupuesto, buscar soluciones para la crisis económica que dejó el covid-19, o incluso abordar proyectos de ley mucho más importantes en este contexto. En vez de discutir sobre la ley de Caducidad nuevamente, ¿no deberíamos estar hablando del proyecto de teletrabajo que duerme en el Senado o de iniciativas para fomentar el empleo y la inversión?

Lacalle esta semana, a diferencia de lo que había hecho hace algunas semanas con el asunto de la Fiscalía, sí salió a desmarcar al gobierno. “No forma parte del Compromiso por el país que firmamos los cinco partidos de la coalición. Manini Ríos me planteó el tema, es una visión dentro de un socio de la coalición de gobierno, pero Uruguay tiene que salir adelante en paz. Y para eso hay muchos sectores de la sociedad que necesitan respuestas”.

Fue una señal muy importante.

Aratirí: cuando no todo es un partido de fútbol ni es blanco o negro

→ Uruguay recibió una muy buena noticia esta semana. El país ganó el juicio que le había iniciado la minera Zamin Ferrous al Estado uruguayo por US$ 3.536 millones por el frustrado proyecto de Aratirí. La Corte Permanente de Arbitraje de La Haya no llegó a analizar el fondo de la demanda y la desestimó por razones de forma. Zamin Ferrous deberá reembolsar a Uruguay US$ 4 millones por los gastos del juicio.

La buena noticia se vio opacada por el chiquitaje político que cada vez se vuelve más frecuente. De un lado, calificaron de “Maracanazo” al resultado, en esa pulsión uruguaya cada vez más intensa de comparar todo con el deporte, y criticaron al actual director de la OPP, Isaac Alfie, por su rol en el juicio. Del otro lado, aprovecharon para pegarle al expresidente José Mujica.

No todo es blanco o negro. En primer lugar, si bien es verdad que Alfie quedó mal parado durante la transición en el verano declarando como testigo en el juicio contra el Estado a días de asumir como jerarca, el Frente Amplio tampoco está en condiciones de hacer de este tema un asunto político y mucho menos comparar este juicio con el de Phillip Morris. En ese caso, se trató de una acción deliberada del primer gobierno de Tabaré Vázquez con el objetivo de aplicar una política pública sanitaria. El juicio de la tabacalera era una forma de presionar, no solo a Uruguay, para que los países retrocedieran en esa política antitabaco.

Este caso es muy distinto. El segundo gobierno de Vázquez debió interceder, liderado por el secretario de la Presidencia Miguel Ángel Toma, para apagar un incendio que le dejaba Mujica por un proyecto frustrado que llevó años de esfuerzos, energía y dinero estatal.

Es una buena noticia para el país, pero no porque plantee soluciones o problemas para adelante, sino simplemente porque ahorra un dolor de cabeza gigante.

El presupuesto, las señales de achique y la oportunidad que aprovecha Bergara

→ Esta semana el presidente Lacalle intensificó el tratamiento del presupuesto en largas reuniones con su equipo económico. Todas las señales que envía el gobierno son de achique. Es lo que prometió en la campaña y es lo que el país debe hacer si quiere equilibrar las cuentas públicas para mantener el grado inversor, fomentar la llegada de nuevos emprendimientos y a la vez no seguir trasladando a las siguientes generaciones los costos de un Estado que gasta más de lo que tiene.

Es fácil decirlo y evaluarlo, pero después es difícil concretarlo. En primer lugar, porque todos los jerarcas que en campaña estaban de acuerdo con esos objetivos hoy desde sus puestos piden más dinero para ejecutar planes en los ministerios u organismos que integran. Y todos creen que su tema es el más importante y debe ser exceptuado del recorte de 15% para el año próximo.

Por otro lado, la pandemia también le insume un desafío múltiple. En primer lugar, porque el covid-19 generó no solo problemas sanitarios sino también económicos. Mucha gente quedó sin trabajo y está sufriendo esas consecuencias. Entonces, la señal de recorte del Estado en este momento puede ser complicada para ellos si el gobierno no la comunica bien.

Del otro lado, en el Frente Amplio, hay dirigentes que saben que esa es una brecha que tienen para pegar. El que ha estado más claro en eso es el senador y exprecandidato presidencial Mario Bergara, que esta semana insistió con que no es momento para recortes. “Sin dudas, nuestras prioridades son diferentes a las del gobierno”, dijo. Sabe que allí tiene un flanco para atacar.

Otros dos episodios de la semana política:

→ Reapareció Edgardo Novick. De la mano del canciller Francisco Bustillo, que lo fue a visitar el domingo, el líder del Partido de la Gente volvió a aparecer públicamente. Dijo que nunca se fue, que sigue en contacto con ministros y dirigentes de la coalición y que su apoyo al gobierno está firme. No está claro de todas formas si seguirá activamente en la política con proyecciones a 2024.

→ Bustillo también fue protagonista esta semana por su visita a España para recibir la Gran Cruz de Isabel la Católica, un reconocimiento que recibió nada menos que de manos del rey Felipe VI, en una semana en la que la realeza española estuvo metida en el medio de un escándalo protagonizado por el rey emérito Juan Carlos I. Más allá del episodio concreto, Bustillo demostró nuevamente que es muy hábil para construir sólidos contactos personales con figuras políticas muy diversas. Ahora tiene el peso de hacer rendir esos contactos para el bien del país en una primera línea.

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