Mirando al 2022

El de la pandemia es uno de los temas a seguir, máxime cuando tenemos una cuarta ola de expansión del virus vía variante “ómicron” que se detectó en Sudáfrica a fines de noviembre y que se ha extendido rápidamente por todo el mundo, especialmente en Estados Unidos y Europa. Lo bueno de esta nueva variante es que si bien se contagia más rápidamente sus efectos son menos graves. De hecho, en Sudáfrica, donde se dio una explosión de casos nuevos, apenas crecieron los ingresos a CTI y las muertes. Si bien se registró un pequeño ascenso en la curva de fallecidos, el mayor registro fue el 26 de diciembre con 1,1 fallecidos cada millón de habitantes, nueve veces menos que el peor pico registrado a mediados de enero de 2021 en ese país.

Algunos expertos (si es que hay realmente expertos en entender esta pandemia) se animan a afirmar que esta expansión de casos leves o asintomáticos puede llevar al fin de la pandemia y su transformación en algo endémico como la gripe. O dicho de otra forma, a lograr la ansiada inmunidad de rebaño que no se consigue porque aún hay países con baja tasa de vacunación (la distribución de vacunas sigue siendo desigual) y en otros donde no faltan las vacunas pero faltan quienes se animen a poner el brazo. Poner fechas al fin de la pandemia parece un poco arriesgado. Nadie pensó al principio que pudiera extenderse al año 2021 y menos al 2022, así como tampoco nadie previó los nuevos brotes o nuevas olas, producto de mutaciones del virus. Tampoco se previó que en menos de un año hubiera vacunas efectivas para prevenir consecuencias severas y graves del covid como la hospitalización y la muerte. Hoy el éxito de la vacunación es generalizado y aunque es mucho lo que se ignora sobre la duración de sus efectos también es mucho lo que se va sabiendo sobre todo lo que previene. Hoy por hoy, la mayoría de los casos de covid que acaban en una internación en CTI se da entre los no vacunados y esa es una verdad irrefutable, les guste o no a los movimientos antivacunas.

En Uruguay estamos observando la llegada la variante ómicron y el consiguiente aumento de casos de covid 19. Pero, aunque la pandemia no ha terminado, como bien señaló el Dr. Rafael Radi, presidente del GACH que asesoró al gobierno, ni nadie ha decretado su fin, como sí ocurrió en Argentina antes de las elecciones legislativas de medio período, la vida laboral y social tiende a normalizarse aunque dentro de una nueva normalidad. Una nueva normalidad en el trabajo, donde el teletrabajo llegó para quedarse aunque probablemente en una mezcla híbrida de virtualidad y presencialidad, y una nueva normalidad en la vida social donde habrá que recurrir periódicamente al uso de mascarillas y a evitar aglomeraciones, a cuidar la higiene personal y a tomar otras medidas que reduzcan la posibilidad de contagios. La lección de esta pandemia se nos ha grabado a fuego. Ojalá saquemos experiencia de cómo no se previno el SARS-Covid 19 y de la necesidad de actuar mancomunadamente para enfrentar con éxito este tipo de amenazas en un mundo globalizado y conectado.

Mientras luchamos contra la ómicron, y confiamos en vacunas y en  comportamientos responsables, se desarrollará la campaña para el referéndum contra la LUC previsto para el 27 de marzo. Un referéndum contra 135 artículos de la LUC que apenas leyeron quienes hicieron la propuesta derogatoria y que seguramente se va a transformar en un plebiscito de la gestión de gobierno, precisamente por la dificultad de explicar lo que se pretende derogar. Y ello es lógico también porque en la LUC, que fue anunciada con claridad antes de las elecciones presidenciales de 2019 y a nadie tomó por sorpresa, está el corazón de la agenda del gobierno electo. Tiene poco sentido hacer un referéndum para voltear la aplicación del programa del gobierno electo precisamente para llevarlo a cabo, pero es una posibilidad que ofrece nuestra Constitución y por tanto está en las reglas del juego. Habrá que ver como se desarrolla la campaña (esperemos que sea limpia) y cómo se toma el resultado, que será fundamental para el futuro del gobierno y de cara a las elecciones de 2024.

En cuanto al Mundial de Catar, solo queda decir que matemáticamente tenemos chance. Ojalá que allí estemos y que no hagamos un papelón. Por lo demás, solo queda desear desde esta carta un muy buen año 2022 para todos.