Mistela

Una bebida dulce a base de mosto de vino y alcohol, que sigue recetas añejas de los abuelos europeos

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13 de agosto de 2013 a las 00:00

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Por Martín Viggiano

La depresión de un domingo a la noche sólo puede levantarse con cosas inesperadas. A mí me pasó con un Mistela, esa bebida dulce a base de mosto de vino y alcohol, que sigue una receta añeja de los abuelos llegados de Europa, y que hoy la reproducen nietos uruguayos. Era una botella que compré por curiosidad en una feria de vinos. Vienen de medio litro, y solo por diversificar la sumé a la lista. Pasé un año sin darle corte, hasta que el aburrimiento y la angustia del atardecer frío del domingo me hizo buscar algo diferente. Fue así que descorché un Mistela de bodega Chiappella (Canelones, Uruguay).

Es una bebida que se toma bien fría y de a poco, porque puede empalagar. Tiene un grado alcohólico de 16%, superior a la media de los vinos que se ubica en 13,5%, aproximadamente. Por ello es, prácticamente, un licor. Este es cosecha 2007. Tiene un color naranja espectacular, casi teja. Brilla. Es untuoso y en nariz, además de sobresalir el alcohol, tiene aromas muy complejos. Yo le encontré algo cítrico (cáscara de mandarina) y miel. En boca es intenso y, sobre todo, tiene un final prolongado y agradable. Claro: al tener tanto alcohol la garganta lo siente.

La curiosidad me ganó y le escribí a Karina Chiappella para saber más de esta bebida. Me aclaró en primer lugar que el Mistela no es vino, pues no pasa por fermentación alcohólica, sino que se le agrega alcohol vínico. Se elabora con mosto de uvas Moscatel Hamburgo, una cepa muy desprestigiada y poco explorada. Y después viene lo interesante: “Luego es sol y tiempo, más una clarificación con bentonitas, y un filtrado con placas de celulosa”, contó Karina Chiappella, encargada de la bodega familiar.

Cuando la bebida está al sol se aloja en damajuanas, las cuales se llenan hasta que falte un litro, aproximadamente. “Y ponemos un algodón en el pico y un vaso dado vuelta. Es receta italiana, como la hacía mi abuela”, relató Karina.

Cuando escucho críticas al mercado local o a la calidad de los vinos uruguayos, me acuerdo de este tipo de cosas. Por suerte, la magia sigue viva por estos lados.

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