Fernando Imperiale, presidente de la gremial que nuclea a los viticultores en Uruguay.

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“No tenemos miedo de competir con el vino argentino”

Imperiale: "Sentimos que de a poco se va perdiendo ese complejo de inferioridad que se sentía cuando se comparaban un vino uruguayo y uno argentino"
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03 de junio de 2022 a las 22:19

El Centro de Viticultores del Uruguay (CVU) cumplió 90 años y con eso como marco el presidente de la gremial, Fernando Imperiale, dialogó con El Observador sobre diversos temas. Entre ellos, considero uno que preocupa mucho a los productores de uva: el ingreso de vinos argentinos, que se disparó en los últimos tiempos y, temen, puede incidir en una menor demanda y baja de precio por lo que ellos producen y venden a los bodegueros.

 

El 22 de mayo la gremial que preside conmemoró un nuevo aniversario, ¿cómo les fue?

Nos fue muy bien. Celebramos 90 años, es una trayectoria muy extensa, muy importante y nos juntamos ese domingo a celebrar. No lo hicimos en la histórica sede, fue en la Criolla de Las Piedras porque decidimos juntar a unas 400 personas, a los socios con sus familias e invitamos a gente del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi), de la industria, de otras gremiales y de instituciones vinculadas. También nos acompañaron actores del sector político. La idea era darle visibilidad a lo que somos y hacemos, no tanto hacerles planteos, aunque por supuesto que hablamos brevemente de algunas problemáticas.

 

¿Cuántos socios tiene el CVU?

Hay unos 250 activos, que pagan la cuota regularmente, pero en realidad son unos 300. Hay gente que aprovecha las reuniones sociales para venir y ponerse al día. Eso durante la pandemia por el covid un poco quedó quieto y lo vamos a ir retomando. Esa cantidad es más o menos la mitad de los 600 viticultores del país.

 

A propósito de los temas que  hoy más inquietan, se ha dicho que la importación de vinos, es uno de ellos. ¿De qué modo eso incide en sus actividades?

Somos una gremial vitícola, pero no estamos aislados, actuamos integrados a la cadena de la vitivinicultura. Si a la industria, a las cooperativas o al comercio les pasa algo que achique sus ventas, habrá menos demanda por la uva que producimos. Lo que afecta a una de las partes afecta a las restantes. En un mercado donde el precio se forma con base en la oferta y la demanda, si hay señales de un importante incremento en la llegada de vinos desde el exterior, o de un importante sobre stock local de vinos, automáticamente habrá precios menores por la uva. Venimos de dos cosechas buenas, en calidad y en cantidad, por lo tanto hay mucho vino. Además, el consumo en el mercado interno se normalizó, luego de una primavera que hubo durante la pandemia, cuando aumentó el consumo. Estamos viendo algún problema de excedentes, las bodegas tienen un stock importante y justo pasa que se importa más. Este año la mayoría de los industriales no cambió el precio de la uva, cuando a la vez nosotros estamos sufriendo una suba de costos, que fue del 100% en algunos insumos. Vendemos en pesos y, salvo la mano de obra y el combustible –que igual subieron en pesos–, la mayoría de los insumos los compramos en dólares. Es verdad que el valor del dólar bajó algo, pero estamos esperando que se normalicen algo también los precios de los fertilizantes, fitosanitarios y herbicidas, por ejemplo.

 

¿Y es mucho lo que aumentó el ingreso de vino?

En este último año el importado pasó a ser casi un 9% del total. Se consumen de 60 a 70 millones de litro al año y lo normal en los últimos 10 años era que de eso 3 millones o 3,2 millones de litros fueran importados, y el último año eso pasó a unos 5,5 millones.

 

¿Y a qué obedece ese aumento, al factor precio?

Sí, pero hay otros factores. Hay una empresa, Fábrica Nacional de Cervezas, que tiene un acceso muy importante a muchos puntos de venta y está trayendo una marca de vino argentino. Eso incide y nos preocupa. Somos un libre mercado, hay un ingreso de vino de todas partes del mundo, pero preocupa especialmente el caso de Argentina porque el 70% de todo el vino que está ingresando es argentino y los precios son muy bajos. Eso no pasa por la competitividad porque la vitivinicultura argentina es muy competitiva, lo que pasa es que incide el tipo de cambio, también las regulaciones de la economía en Argentina. Todo esto preocupa porque acá el 90% de las empresas de los productores de uva son familiares. No tenemos miedo de competir con el vino argentino, sí pedimos que sea de forma leal.

 

¿Y hay colocaciones inversas, de vino uruguayo en Argentina?

Ellos tienen una característica, y bien por ellos, defienden mucho su vitivinicultura. Si quieres pasar un vino uruguayo a Argentina, una botella porque de pronto vas a visitar a alguien, no te dejan en la Aduana. A la inversa, lamentablemente vemos que se deja pasar, cinco o seis botellas a veces por persona. Eso, teniendo en cuenta la cantidad de gente que está yendo en estos tiempos a Argentina, favorecida por el tipo de cambio, genera un perjuicio evidente. Tenemos que aprender de ellos, si estuvieran en nuestra situación no dudarían en tomar alguna medida.

 

¿Qué harán ustedes?

Tenemos un buen vínculo con las autoridades, vamos a explicarles todo esto y ver qué es lo que ellos pueden hacer para ayudarnos.

 

¿Qué pasa con la calidad de los vinos que ingresan?

La calidad del vino uruguayo, en estos últimos 20 años, ha ido en aumento constantemente. Hay nuevos actores en las empresas, hay una nueva generación de enólogos haciendo muy bien las cosas junto a la gente que venía de antes, se han introducido variedades, se habla cada vez más del Albariño, del Marselan, por ejemplo, variedades acordes a las nuevas tendencias de vinos más frutales, el clima nuestro es ideal para obtener esas uvas y esos vinos. En Argentina, con mucha producción en áreas desérticas, donde se riega por deshielo, donde hay altas temperaturas, con altas graduaciones alcohólicas, los vinos no están tanto en esa nueva tendencia mundial de ir a vinos más moderados. Sentimos que de a poco y de parte de algunos actores se va perdiendo ese complejo de inferioridad que se sentía cuando se comparaban un vino uruguayo y uno argentino. Nuestros vinos están muy de acuerdo con lo que nuestro mercado quiere. Los argentinos son buenos, sin dudas, pero los nuestros son muy buenos, no tienen nada que envidiarles. A veces un vino argentino deslumbra, tiene marketing, pero si se analiza lo que hay adentro de cada botella, estamos muy bien. Eso hace que tengamos una expectativa muy positiva, porque tenemos lo fundamental, que es un muy buen producto.

 

¿Cómo les fue en la vendimia y que expectativas hay para 2023?

A mediados de enero veníamos de una sequía extensa y de golpe se pasó a un exceso de lluvias, eso causó algunos problemas en variedades tempranas, pero se normalizó y fue una buena cosecha. Estamos esperando un invierno frío, lo que necesitan plantas. La idea es que la próxima sea una cosecha no excesiva, después de dos años con mucho volumen, es bueno que haya una moderación.

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