En Canelones, en Rincón de Carrasco –a 10 minutos del aeropuerto–, se producen “vinos humanos” (así los definen quienes los elaboran). Son vinos que además de la calidad óptima que le confieren lo que se obtiene de las vides y el proceso de vinificación tienen un encanto adicional. Es lo que se denomina como “el cuarto terroir”.
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