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Muerte digna: avanza proyecto sobre cuidados paliativos y se demora el que regula la eutanasia

Siete de cada diez uruguayos plausibles de cuidados paliativos recibió la asistencia el último año, mientras la discusión sobre la eutanasia se enlenteció
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09 de julio de 2023 a las 05:00

“La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, rubia, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”. José Guadalupe Posada, el ilustrador mexicano que se hizo famoso por crear el esqueleto de La Catrina, le quitó a la muerte aquella imagen lejana y sombría. La humanizó. Y sin decirlo con palabras —aunque sí con sus trazos— acabó dibujando la discusión que hoy sopesa sobre los parlamentarios uruguayos: ¿cómo morirse dignamente?

Porque en el Uruguay en que está muriendo más gente de la que nace, y en el que los viejos superaron en población a los jóvenes, este próximo martes, cuando la comisión de Salud del Senado ajuste los últimos detalles, estarán los votos para que los parlamentarios acaben convirtiendo en ley un proyecto que garantiza el derecho a los cuidados paliativos y les exige a los prestadores sanitarios que brinden ese servicio.

El mismo martes, esos mismos legisladores deberán organizar a qué instituciones recibirán para discutir (“en breve y tras el tratamiento de otros dos proyectos de ley que pidió la coalición de gobierno”) el texto que despenaliza la eutanasia. Así lo aseguró el frenteamplista José Nunes, presidente de la comisión que tiene a estudio a estas iniciativas. Y es entonces que el debate empieza a enlentecerse.

El pasado octubre, cuando los diputados sancionaron el proyecto de eutanasia y dieron pase al Senado, la promesa era que el texto se trataría máximo a mitad de año y previo a la rendición de cuentas. Luego se dijo que no podía abordarse si previamente no se consideraban los cuidados paliativos. Más tarde se retrasó la discusión sobre los cuidados paliativos porque, si bien hay consenso en lo general, la senadora nacionalista Carmen Asiaín quiso incorporar unas modificaciones respecto a la sedación y los paliativistas consultados cuestionaron que eso iría contra la ley de voluntad anticipada. Y ahora, cuando debía tratarse sin más la eutanasia, entraron otros dos proyectos, por lo cual Florencia Salgueiro, militante a favor de la eutanasia en el colectivo Empatía Uruguay y cuyo padre murió pidiendo esa dignidad, entiende que “como la mayoría (de integrantes de la comisión) es opositora al proyecto, lo más probable es que hagan lo imposible por no tratarlo o demorarlo”.

La senadora nacionalista Graciela Bianchi, quien no integra esta comisión, les pidió a sus correligionarios que “no duerman” los proyectos y dejen que se expida el Senado en su conjunto. “En el partidos de las libertades no podemos estar trancando un proyecto para el cual cada legislador tiene su libertad de pensamiento”, explicó la legisladora que ya manifestó su voluntad de que se apruebe la eutanasia.

De hecho, con su voto y el de Juan Sartori —por solo mencionar dos legisladores oficialistas que ya manifestaron su voluntad de que se apruebe el proyecto—, en el Senado sí estarían los votos para que el texto se convierta en ley y Uruguay sea el primer país de la región con esta garantía.

Sin embargo, Carmen Sanguinetti —quien votará en contra pese a que integra el sector del Partido Colorado que impulsó el proyecto— aclaró que “no existe voluntad de demorar nada, son los tiempos legislativos” y ella misma siente el deber de dar voz al Senado sobre un proyecto que en Diputados ya se escucharon las distintas posturas hasta el hartazgo.

¿Qué es la muerte digna? La pregunta es tan filosófica que eso hizo en la práctica variar los tiempos parlamentarios. Hay quienes entienden que, cuando la ciencia no encuentra tratamiento a un padecimiento irreversible, la dignidad implica poder morirse cuando uno quiere, sin sufrimiento, con las garantías médicas y en paz: la eutanasia. Pero otros argumentan que nadie puede decidir sobre el punto final y, como argumento para estirar la discusión, suelen decir que Uruguay no puede garantizar un suicidio asistido o sus variantes si antes no da respuesta con cuidados paliativos a aquellas personas que están sufriendo y no reciben esa asistencia.

El cálculo internacional —y que adopta el Ministerio de Salud de Uruguay— es que el 0,5% de los adultos son pasibles de cuidados paliativos. Eso significa que en el país unos 17.131 uruguayos hubiesen requerido esa asistencia el último año. Sin embargo, los datos divulgados por la cartera sanitaria el mes pasado indican que los cuidados alcanzaron a siete de cada diez (69,7%).

“Uruguay es el país de América Latina con la cobertura más alta en atención a pacientes con necesidades paliativas”, reza el informe que el MSP publicó hace menos de un mes. Pero ese mismo auspicioso resumen también concluye que “los modelos asistenciales con guardia telefónica son escasos y en su mayor parte esta prestación es voluntaria, la falta de retribución económica es un paso limitante para acceder a la misma”.

En ese sentido, el informe insiste en que los cuidados paliativos no son una prestación adicional y optativa, sino que es parte de la atención en sí misma. Y cuando un servicio no puede hacerse cargo por sí solo, tiene que trabajarse en conjunto con otras instituciones.

Beatriz Gelón, diagnosticada con ELA y que esperaba morirse hace 13 años, es una de las uruguayas que recibe cuidados paliativos. Pero entiende que esa asistencia no anula el “derecho a una muerte en paz” que es la eutanasia. Por eso, cuando dio una entrevista para El Observador hace nueve meses, les pidió a los legisladores: “No se olviden de nosotros y nuestro sufrimiento, que no se olviden de mi necesidad”.

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