En una decisión sorpresiva el expresidente José Mujica no participó el martes del Foro Crítico de Buenos Aires en el que participaron exponentes claves del progresismo latinoamericano de la última década.
Mujica debía compartir el escenario con las expresidentas Dilma Rousseff de Brasil y Cristina Fernández de Kirchner, quienes en la oportunidad abogaron por la construcción de frentes populares para enfrentar a la derecha en América Latina.
El evento académico ubicado en el marco de la “contracumbre” a realizarse a pocas horas de la cumbre del G20 en Buenos Aires se constituyó en una plataforma para defender a expresidentes presos o gestiones plagadas de acusaciones groseras de corrupción y criticar el neoliberalismo.
Por medio de una misiva enviada al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clasco) Mujica explicó las razones de su ausencia en el foro.
“Mi país y su pueblo tienen una amistad y una relación con la Nación Argentina y su Estado, la preocupación es trascendente y prioritaria por razones históricas y de vecindad. Cada vez que acontecimientos fortuitos de cualquier índole afectaron esa relación mi pueblo, sufrió las consecuencias. Hace mucho tiempo comprometí ante ustedes a participar de un evento sobre la integración latinoamericana. En estos días, los medios de prensa cultivan la imagen de una contra Cumbre y eso está instalado en la imaginación de nuestras sociedades. Entiendo que no era esa la intención de Clasco, pero no debo contribuir a crear obstáculos subjetivos como los que abundaron en la historia del Río de la Plata. Estoy obligado a ser muy prudente en esta tan especial coyuntura y colaborar con el interés de mi gobierno y mi pueblo. Por estas razones lamento no poder cumplir el compromiso acordado”.
Las razones de la imprevista ausencia del veterano político oriental en esta cumbre de protesta contra el G20 deben leerse en clave política. El nombre de Mujica aún suena con fuerza como posible precandidato a la presidencia por el Frente Amplio y por más que diga que no va a correr, nadie le cree del todo. Los que menos le creen son los propios partidarios de su sector el Movimiento de Participación Popular que por más que buscan, no encuentran ni en Mario Bergara ni en Carolina Cosse el candidato que cumpla con las expectativas que sí cumple su líder veterano. Pero Mujica es una caja de pandora y el sábado 24 en las canteras del Parque Rodó donde se realizará un acto popular del MPP puede pasar cualquier cosa.
Mujica entendió la paliza que le propinaron los brasileros el PT en las últimas elecciones. Conoce muy bien que los que apoyan la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela son minoría en Uruguay. Sabe que a Cristina Fernández la rodean evidencias de una cadena de corrupción propia de una novela sobre la peor cara del poder. Todos elementos que atentan contra la posible estrategia electoral del expresidente y ni que hablar si hay incidentes durante la cumbre.
La carta de Mujica -que es un apoyo indirecto al gobierno uruguayo- tiene tanto de astucia como de cálculo. Una comprobación más de la sabiduría de este viejo político que aun herido y viejo deja huellas a su paso. Algo así como que la carta encarna el viejo refrán popular que dice que más sabe el diablo por viejo que por diablo.
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