Opinión

No solo Talvi y Lacalle

El PIT-CNT se equivoca al hacer una lista de “enemigos” de la vigente Ley de Negociación Colectiva, sobre la que la OIT ya ha conminado al gobierno a realizar cambios
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01 de septiembre de 2019 a las 05:04

El pasado miércoles 28 el PIT-CNT llevó a cabo un paro general parcial (de esos que incomodan poco, tienen poco acatamiento pero suelen enviar señales a las autoridades, a los empresarios, a los políticos y a los líderes de opinión uruguayos y extranjeros) en defensa del trabajo y de la negociación colectiva.

El motivo central de ese paro parcial fue que, según el PIT-CNT, en los programas de los dos principales candidatos de la oposición se procura debilitar y hasta eliminar la Ley de Negociación Colectiva, según interpreta Marcelo Abdala, secretario general de la central sindical.

Pero el PIT-CNT se equivoca al hacer una lista de  “enemigos” de la vigente Ley de Negociación Colectiva. No es tanto la existencia de “enemigos” sino de mucha gente, y no solo los candidatos de los partidos tradicionales, que quieren cambiar algunos aspectos de una ley hecha sin respetar las naturales equilibrios y derechos de trabajadores y empresarios. Entre ellos está ni más ni menos que la OIT, que en reiteradas oportunidades ha conminado al gobierno uruguayo a adecuar esa norma a los principios de libertad sindical. También sugieren modificaciones otros candidatos como Pablo Mieres del Partido Independiente y Edgardo Novick del Partido de la Gente. Y, no menos importante, muchísimos ciudadanos desean cambios a una ley que permite sea violado su derecho al trabajo cuando una minoría decreta una ocupación o hace un piquete y se les impide el acceso al lugar de trabajo. Pues precisamente ese el objeto de ocupaciones y piquetes: que una minoría pueda imponer por la fuerza lo que no puede lograr por votación mayoritaria, ya que no tiene los votos necesarios para convocar a una huelga. Huelga que sería la medida lógica en un conflicto, luego de agotar las necesarias instancias de negociación.

De ahí que la oposición a la forma de redacción actual de la Ley de Negociación Colectiva ha ido cobrando fuerza y más aun cuando la OIT le puso fecha al gobierno –domingo 1° de setiembre– para que envíe un documento con lo avanzado hasta el momento para destrabar la cuestión y otro plazo –1° de noviembre– para enviar al parlamento un proyecto de ley que subsane los defectos de la ley actual en lo que hace a la negociación tripartita y, en general, a las ocupaciones y piquetes.

Por lo demás, ni siquiera puede esgrimirse que las ocupaciones son válidas cuando son “pacíficas”. Nunca son pacíficas puesto que su concreción implica una acción de violencia hacia otras personas, ya sea impidiendo el acceso al lugar de trabajo o ya sea obligando a abandonarlo para que los ocupantes tomen control total de las instalaciones.

En eso fue categórico el experto laboralista Leonardo Slinger que declaró a El Observador: “La ocupación es un acto ilícito, que implica la violación del derecho de propiedad, de la libertad de empresa, de la libertad de comercio y de la libertad de trabajo de los no huelguistas”. Además las ocupaciones, tal como se estilan en Uruguay, no son pacíficas. “¿Cómo se va a considerar pacífico que a vos te desplacen de tu derecho de propiedad? ¡Es como si te ocuparan tu casa, es lo mismo!”

En ese sentido, el pasado jueves 29, a iniciativa de la Asociación de Promotores Privados de la Construcción se pronunciaron los laboralistas Santiago Pérez del Castillo, Nelson Larrañaga y Leonardo Slinger. Allí disertaron sobre cómo mejorar las relaciones laborales en nuestro país, que dejan mucho que desear. Tanto es así que las acciones que los sindicatos reclaman como legales han sido reputadas como ilegales por la Justicia, incluso en forma preventiva. Aunque parece que para algunos sectores sindicales los fallos judiciales no tienen importancia alguna y se pueden desconocer sin temer represalia como ocurrió con el “control obrero” aplicado en MontevideoGas pese a un fallo judicial preventivo.

Los tres expertos invitaron a que las relaciones laborales de negociación colectiva sean bipartitas, a que los sindicatos tengan personería jurídica para garantizar su normal funcionamiento y a dejar atrás la idea de que cualquier medida de conflicto forma parte del derecho de huelga.

De modo que el problema del PIT-CNT para mantener sus conquistas no son Lacalle y Talvi sino casi todos los candidatos, la propia OIT, el Poder Judicial y la mayoría de la ciudadanía de a pie que quiere ejercer su derecho al trabajo. El principal problema es que sigue mirando las relaciones laborales como una “lucha de clases” o el “campo de batalla entra la oligarquía y el pueblo”. En Uruguay no hay tal guerra ni lucha, y cuanto antes desterremos el lenguaje bélico y hablemos como hombres y mujeres maduros, podremos construir un mundo mejor. Cosa más indispensable aun cuando se nos echa encima una enorme revolución tecnológica que cambiará el mapa del trabajo y de las relaciones laborales de forma que no imaginamos y ante la que no nos estamos preparando adecuadamente.

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