Oprobiosa reclusión de menores

Las revelaciones oficiales sobre las oprobiosas condiciones de detención de menores infractores confirman las fallas del sistema

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05 de septiembre de 2016 a las 20:00

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Las revelaciones oficiales sobre las oprobiosas condiciones de detención de menores infractores confirman las fallas de todo el sistema de reclusión de delincuentes de cualquier edad. Las claudicaciones están centradas en instalaciones inadecuadas, frustrados programas de rehabilitación y carencia de personal idóneo. La lenta construcción de una cárcel moderna para cerca de 2.000 presos aliviará en parte, cuando se concluya, el hacinamiento y claudicaciones en algunos penales, especialmente en el Comcar. Otra perspectiva de mejora es el proyectado reemplazo de la Policía por una guardia carcelaria especializada. Pero no hay alivio en vista para los reclusos menores, como lo admitió Gabriela Fulco, presidenta del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (Inisa), como se llama ahora el organismo descentralizado del INAU que atiende a 486 infractores jóvenes internados en 18 centros y 232 con medidas alternativas fuera de esas instituciones.

Al comparecer ante la comisión parlamentaria que discute la Rendición de Cuentas, Fulco y el vicepresidente del Inisa, Eduardo Katz, describieron una situación crítica que convierte en “generaciones perdidas” a reclusos juveniles maltratados y sin posibilidades de recuperación social. Señalaron como “paupérrimas” las condiciones de internación y que ninguno de los centros cumple compromisos internacionales que ha suscrito Uruguay por agudos “problemas edilicios estructurales” y maltratos por los funcionarios a cargo de la custodia y presunta rehabilitación de los internados. Las deficiencias de las instalaciones, pese a costosas obras de refacción en años previos, han sido tema de constante controversia. Y durante el año de gestión de Fulco, el directorio del Inisa y el sindicato de funcionarios se han centrado en un ríspido cruzamiento improductivo de acusaciones sobre quién tiene la culpa.

Los funcionarios no salen bien parados. Es cierto que trabajan en condiciones difíciles y muchas veces son agredidos y heridos por jóvenes amotinados. Pero meses atrás varios guardias fueron procesados a raíz del video que registró una masiva golpiza a internados. Actualmente se investiga una denuncia de que en el hogar Desafío los funcionarios les retiraron arbitrariamente el almuerzo a jóvenes de entre 13 y 15 años, cuyas protestas condujeron a que se los golpeara y encerrara. Fulco afirmó que son comunes maltratos como dejar las celdas sin agua o servir el desayuno frío, lo que a su vez provoca reacciones de los internados. Dijo además que hay intentos de suicidio de jóvenes desesperados.

Los relatos de la presidenta del Inisa fundamentaron su pedido a la comisión parlamentaria de partidas adicionales a las presupuestadas para renovar personal capacitado y mejorar las condiciones de reclusión. La solicitud tiene futuro incierto dadas las restricciones a mayor gasto en que está empeñado el gobierno. Pero es obvia la urgencia de terminar con el círculo vicioso de internación deficiente que genera rebeldías ante las que reaccionan funcionarios inadecuadamente preparados para la función, provocándose a su vez nuevos estallidos de protesta. Si no se encuentra una solución, el Inisa seguirá siendo un depositario indigno de adolescentes infractores que solo alienta la reincidencia delictiva y aleja las perspectivas de rehabilitación.

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