Cuando quisimos darnos cuenta, 2017 se fue por completo. Es tarde para rebobinar. Además, resulta imposible hacerlo. Salvo en el cine y la literatura, los viajes en la máquina del tiempo aun no son posibles. Por otra parte, incluso en caso de poder hacerlo, ¿a quién le gustaría volver a principios de enero y vivir de nuevo 2017? Cada uno ha de tener su
opinión a la hora de evaluar lo vivido en los 365 días que completaron el año en retirada, y si le gustaría o no tener un replay. Yo tendría que pensarlo bien, aunque no sé.
Tampoco estoy seguro que en cierta etapa de la vida sea bueno que los años se acaben tan pronto y el monto total siga creciendo. Por estas fechas siempre me acuerdo del viejo adagio europeo utilizado por Forrest Gump: "La vida es una caja de chocolates en la que uno no sabe lo que va a encontrar dentro". Cada uno ha de saber lo que encontró en la caja de chocolates que contenía al 2017 y que ahora está a punto de quedar vacía.
Nadie sabe por seguro y con exactitud cómo estará el clima el domingo de noche a la hora de despedir a un año y recibir a otro –ni siquiera en el 12º mes la meteorología regala certidumbres-, pero sabemos que no habrá caceroladas como en tiempos pasados cuando el ruido de ese utensilio de cocina era la música más popular durante estos días decembrinos.
Al 2017 vamos a despedirlo con otra música menos desafinada, pues también en sus sonidos –aunque no sea mucho como para presumir- el país ha cambiado. Hemos pasado de las cacerolas al reggaetón, dos formas diferentes de estruendo, uno más bailable que el otro. La cuenta regresiva ya comenzó y la progresiva está a la vuelta de la esquina. Eso es lo raro del paso del tiempo, de la vida en sí; el no saber si el año que viene va a ser mejor que el presente cuya actualidad se disipa con el paso de las horas.
Quizá, mesura obliga, no deberíamos ser tan ambiciosos a la hora de pedir deseos al tiempo por venir, mejor dicho, pedir solo aquello que es imprescindible: salud. No sé si lo demás llegará por añadidura, como suelen decir los adictos al optimismo, pero sin salud no se llega a ningún lado, ni siquiera a los mejores días de 2018, pues el nuevo año más de uno seguramente traerá.