¨Hay que romper el mito de la educación en Uruguay. Nosotros nos hemos creído que desde la reforma vareliana somos los campeones de la educación y esa es una enorme mentira. ¡Enorme mentira¨! exclamó a el doctor en historia económica Luis Bértola cuando la semana pasada El Observador le preguntó acerca de la vigencia de la máxima según la cual los uruguayos somos educados y eso nos diferencia del resto de América Latina y nos acerca al nivel de los países de primer mundo.
Una semana después de aquella charla la realidad me rompió los ojos y la reflexión de Bértola repiquetea una y otra vez en mi cabeza. Niños que llegan a la escuela con sus túnicas y moñas impecables y se encuentran con carteles que le informan que las clases no empiezan porque los maestros están de paro y en algunos casos las aulas no están en las condiciones mínimas para el dictado de clases. Puede ocurrir esto en un país que nada en la abundancia fruto de una década de crecimiento económico ininterrumpido? Si y de hecho ocurrió este viernes cuando debían empezar las clases pero un paro de 24 horas resuelto por la Asociación de maestros truncó la primer foto escolar de centenares de ¨palomitas blancas¨.
El problema histórico de la educación -siempre se dijo- era que tuviera recursos por el equivalente al 4,5% del PIB al que se llegó en 2005 durante la primera administración del Frente Amplio.
El presupuesto de la Administración Nacional de Educación Pública (Anep) ascendió a US$ 2.160 millones, “una de las asignaciones presupuestales más grandes con la que cuenta un organismo público”, según la rendición de cuentas de ese órgano correspondiente al año 2011 (último dato). Los recursos destinados a Servicios Personales (salarios y aportes previsionales) tienen una incidencia en el presupuesto total del organismo del entorno de un 80%, los gastos corrientes y suministros se ubican en 10% y las inversiones 11%. Quiere decir que 8 de cada 10 pesos que la sociedad uruguaya invierte en educación se destina a pagar sueldos y cargas sociales de maestros y profesores.
El sueldo promedio de un maestro que recién ingresa al sistema es de $13 mil por trabajar 20 horas semanales.
A fin de 2012, se acordó con los sindicatos adelantarles el aumento general del 2014 del 1.22% Es decir, este año están cobrando con un aumento previsto para el año que viene.
Qué sucede entonces? Un elemento no menor para entender este conflicto es que el 2013 es el último año que existe Rendición de Cuentas, luego está el año preelectoral, y además el Poder Ejecutivo anunció que la prioridad será la UTEC en la instancia de rendición, ergo es ahora o nunca compañeros .
¿La culpa es de los maestros? Si ,pero eso sería simplificar las cosas. El sistema político todo perdió la oportunidad histórica cuando en 2009 votó una ley general de educación que se ciñó a dar poder a los gremios en los organismos de conducción de la enseñanza pública sin exigir nada a cambio. Y mientras tanto los educandos siguen perdiendo horas de clases…
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