Leonardo Carreño

Política yogur: Lacalle Pou y Martínez les dicen adiós a las viejas costumbres

Dejaron de fumar, prácticamente no consumen alcohol y su rutina diaria incluye la práctica de deporte

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19 de noviembre de 2019 a las 05:01

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Luis Lacalle Pou ingresó a un hotel en Salto, se acercó al mostrador y lo primero que preguntó fue si tenía gimnasio. El candidato del Partido Nacional se ocupa a diario del cuidado de su físico y por eso prefiere ir a hoteles que tengan un espacio donde poder ejercitar los músculos.

Daniel Martínez prefiere el aire libre porque le gusta andar en bicicleta, aunque siempre está pendiente de la alarma que le indica que es hora de tomar la colación. Tras llegar a la Intendencia de Montevideo, el candidato del Frente Amplio inició una estricta dieta que ni los momentos más agitados de la campaña electoral han logrado interrumpir. El teléfono no sabe de audiencias y suena igual aunque quien esté enfrente sea Alberto Fernández o Tabaré Vázquez.

Lacalle Pou y Martínez reúnen algo más que la intención de colgarse la banda presidencial el 1º de marzo: toman yogur y las frutas y barritas de cereales son la comida que eligen para empezar el día. Los candidatos, que el domingo se enfrentarán en las urnas tienen dos visiones de país distintas y pertenecen a generaciones diferentes (uno tiene 62 y el otro 46), pero, en palabras del sociólogo Eduardo Bottinelli, también son la muestra del abandono a las viejas costumbres.

Dejaron de fumar, prácticamente no consumen alcohol en exceso –aunque para Martínez una copita de vino nunca está de más–  y su rutina diaria incluye la práctica de deporte. “Atrás quedó José Mujica como presidente comiendo milanesas en los bares”, resume Bottinelli.

El nacionalista sigue al pie de la letra las rutinas en el gimnasio, que incluyen varios ejercicios con aparatos de musculación, siempre al compás de la playlist que tiene en Spotify. Destina dos horas diarias para ir a entrenar. Evita los fritos aunque su mayor vicio es la tripa gorda, y si pide asado siempre es acompañado de ensalada. Cumpliendo con las recomendaciones internacionales, intenta tomar tres o más litros de agua por día.

“Se muestran más jóvenes y dinámicos. Hay un cambio cultural que ha alcanzado a la clase política, aunque también influye el volumen de información. Antes no te enterabas dónde comían, ahora lo sabés en un instante. El espacio de intimidad se ha reducido”, razona el director de Factum.

Martínez no tiene reparos en jactarse de su buen estado físico. Hace lagartijas a la mañana y también a la noche, luego de la cena, aunque no sepa en qué punto del Uruguay está. En la filmación de De cerca, el ciclo producido por Mueca Films en coproducción con TV Ciudad, WILD Fi y El Observador, uno de los abogados que estaba presente en la entrevista lo retó a hacer 25. El candidato aceptó y cuando estaba desprendiéndose el saco fue llamado a grabar las imágenes de la presentación del programa para alivio de una de sus asesoras que miraba desencajada como iban apareciendo teléfonos para grabar. El viral de la campaña, que sustituiría a la bandera de Lacalle Pou en 2014, no se concretó.

El exvicepresidente de la República Luis Hierro López dijo a El Observador que la vida política, y más en campaña electoral, es muy “intensa” y que desde afuera veía muy bien los cuidados físicos de ambos candidatos.

El dirigente colorado, que en 1999 trilló el país junto a Jorge Batlle, recordó que en su época las campañas eran más “rústicas”. “Ibas a los lugares a dormir y pegarte una ducha”, señaló en referencia a los requisitos para alojarse. No pensaban en gimnasios.

Archivo El Observador

La imagen de Jorge Batlle comiendo una milanesa el día de las elecciones está en la retina de los más viejos, pero también simboliza el siglo pasado. Será difícil volver a ver en esta era a un candidato en una situación similar. Hierro señaló que el líder de la 15 se “cuidaba mucho con las comidas” y que la de ese día era medio “folclórica” y casi una “cábala”. “Iba especialmente el día de las elecciones a lo de una dirigente batllista de Canelones que hace unas milanesas muy ricas”, contó.

Para Bottinelli, el otro gran cambio cultural radica en el consumo de alcohol. “Antes era habitual. Juntarse a tomar whisky estaba bien visto, ya no”.

Velarde González, quien fuera durante 33 años secretario de bancada del Frente Amplio, publicó este año un libro llamado El Parlamento era una fiesta en el que cuenta anécdotas que se vivían a diario en el edificio donde funciona el Poder Legislativo.

Una de ellas refiere al consumo de alcohol en las cámaras y señala que había un funcionario apodado La Vicha que les ponía whisky en las tazas de té y los legisladores, para disimular, lo revolvían porque desde las barras la gente los miraba.

Una noche, La Vicha se fue a dormir al auto de un senador colorado y cuando se despertó estaba en un garaje. El legislador escuchó los ruidos y salió con un revólver, pero se dio cuenta de que no era un delincuente porque le gritó “Soy La Vicha, el del té a las 5 de la tarde”, según contó en canal 10.

Tras haberse alejado, Julio María Sanguinetti retornó a la primera línea de batalla para ponerse al frente del sector Batllistas. Con 83 años a cuestas, el dos veces presidente se muestra impecable de salud, recorriendo Uruguay. Según Hierro, esto se debe a que siempre fue muy “metódico” en su campaña y dieta. Hace gimnasia tres veces por semana, prácticamente no toma alcohol y solo en eventos particulares bebe una copa de vino.

Sin piñas

Uno de los cambios –a todas luces beneficioso– en la política uruguaya ha sido la paulatina disminución de la violencia. Recientemente, Luis Alberto Heber el senador del Partido Nacional que en febrero cumplirá 35 años como legislador, recordó en una entrevista con el diario El País que durante la discusión de la ley de Caducidad no podía salir con “tranquilidad” al ambulatorio del Parlamento y que el día de la aprobación, el lunes 22 de diciembre de 1986, su amigo y correligionario Martín Sturla “salió a los piñazos” del Palacio Legislativo.

González dijo que vio a legisladores tomarse a golpes de puño “varias veces” y se preguntó cuánto hacía que eso no ocurría. “Cambió el país”, resumió. En efecto, la última pelea ocurrió en diciembre de 2016, fue protagonizada por los diputados Gabriel Courtoisie (Frente Amplio) y Eduardo Rubio (Unidad Popular) durante la votación sobre la permanencia de las tropas militares en Haití. Courtoisie se levantó de su banca y le dio una cachetada con la mano abierta a Rubio antes de que se suspendiera la sesión.

Una de las peleas más recordadas, en 2007, es la que comenzó con el insulto que hasta hoy se recuerda, por parte del frenteamplista Juan José Domínguez al nacionalista Lacalle Pou. "Oligarca puto", le dijo después de que Lacalle Pou lo acusara de mentir. Y ahí se desató la pelea en la que también participaron Hugo Arambillete (Frente Amplio), que recibió una piña de Lacalle, y este una del frentista Pablo Noya, en medio del tumulto de brazos que intentaban separar.

En 2009, los diputados Álvaro Vega (Frente Amplio) y Sergio Botana (Partido Nacional) se pelearon por la ley de voluntad anticipada para la suspensión de tratamientos en enfermedades terminales; en 2005 quienes se tomaron a golpes de puño fueron los senadores Leonardo Nicolini (Frente Amplio) e Isaac Alfie (Partido Colorado), y en 1996 la pela fue entre legisladores blancos: Jorge Machiñena y Jaime Trobo en el ambulatorio del Parlamento a raíz de una discusión por denuncias de supuestas irregularidades en el gobierno de Luis Alberto Lacalle.

González aseguró que los políticos se tenían “desconfianza”, ya que no tenían un relacionamiento “como ahora” que se “conocen, saludan, saben donde viven y comparten otras cosas”.

Aunque fue en un estudio de televisión a pocas cuadras del Palacio Legislativo, el enfrentamiento entre los diputados Martín Lema (Partido Nacional) y Alejandro Sánchez (Frente Amplio) durante esta campaña hizo que algunos recordaran esos tiempos. 

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