Al volver a la universidad de Salamanca tras pasar cuatro años preso en la cárcel de Valladolid, Fray Luis empezó su clase diciéndoles a los estudiantes: “Como decíamos ayer”. Ayer, quiero decir, la noche previa al 11/9/2001, decíamos otras cosas del mundo. Aunque en verdad, ya no hablamos de ayer cuando mencionamos la histórica fecha en la que la lógica del mundo se vino abajo junto con dos rascacielos. Seguimos estando en ella, y ella en nosotros. Es una fecha designada a permanecer. Primero, porque trajo un relato nuevo a la forma de relacionarnos con la realidad. A pocos días de cometido el ataque terrorista, Don DeLillo, que poco tiempo antes había escrito Underworld (Submundo, 1997), una de las últimas obras maestras del siglo pasado, vaticinó que con las imágenes de la destrucción originadas ese día había muerto la ficción, tal como la teníamos entendida. Por consiguiente, la literatura no volvería a ser escrita de igual manera. La profecía de DeLillo se ha cumplido. Si bien la novela no murió, es un género moribundo en cuanto a innovación. Las novedades que vienen de ahí son casi nulas. Nada más que más de lo mismo. Su lugar de importancia literaria ahora lo ocupan el ensayo y la poesía, reina de trono eterno. También el cine ha tenido serias dificultades para abordar la problemática estética vinculada a los hechos catastróficos del martes que parece ayer nomás. A las pruebas me remito. Sobre el ataque terrorista no se han filmado muchas películas y apenas dos han conseguido replicar con dramatismo fidedigno lo ocurrido en aire y tierra: Las torres gemelas (2005) y United 93 (2006). Así pues, el 11-S motivó la búsqueda urgente de nuevas formas de encarar la ficción. Auspició asimismo un relato intransferible sobre lo ocurrido a las víctimas, a ellas y a quienes fuimos testigos indirectos de lo sucedido, aunque no tan indirectos, pues han sido tantos los replays de dos de los aviones al estrellarse, que terminamos creyendo que estábamos ahí cuando la historia vino a decirle al mundo que mirara. La ilusión de simultaneidad presencial fue notable.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá