Quitarles el turbante a los clérigos, la nueva forma de protesta juvenil en Irán

Una expresión de ello es la nueva forma de protesta social que está ganando espacio en Irán: quitarles el turbante a los clérigos en la calle.

En los últimos días en las redes sociales se repiten los vídeos en los que chicos y chicas a la carrera arrebatan el pañuelo de la cabeza a los religiosos y lo tiran al suelo, en señal de desacato.

La acción implica un considerable riesgo para quien la realiza. Hay que aproximarse furtivamente al religioso, voltearle el turbante y huir antes de ser atrapado por la policía, una de cuyas funciones es controlar el estricto cumplimiento de las normas religiosas.

La iniciativa, que está cundiendo por muchas zonas del país, ha hecho que algunos clérigos se aten el turbante.

Esta nueva forma de protesta se suma, además de a las manifestaciones en las calles, a las imágenes de mujeres quitándose el velo en público o cortándose un mechón de cabello.

Otro hecho insólito que demuestra cómo los jóvenes desafían al régimen de los ayatolas ocurrió días atrás cuando en una universidad los estudiantes derribaron a golpes un muro que dividía el aula entre hombres y mujeres.

A semanas del inicio de las protestas por la detención y muerte de la joven kurda que andaba con el velo corrido, la “revuelta de los velos” en un centenar de ciudades y pueblos no cede pese a que la represión se ha cobrado casi un centenar de vidas.

A lo largo de los 44 años que lleva el régimen de los ayatolas iraníes las prohibiciones no se ciñen a las normas religiosas, sino que también oprimen a las minorías étnicas, a los trabajadores organizados y a los partidos políticos que suponen un peligro para los clérigos chiitas.

Pero la imposición del velo para las mujeres tiene un especial valor simbólico ya que fue una de las primeras medidas adoptadas por la revolución de 1978, cuando el ayatola Jomeini lideró desde el exilio parisino el derrocamiento de la monarquía pronorteamericana del Sha Reza Palevi.

Sólo unas semanas después, el 8 de marzo de 1979, en un primer acto de resistencia social contra la medida el nuevo régimen, grupos de mujeres salieron a las calles para pronunciarse contra la supresión de sus derechos.

Pero sus demandas quedaron equiparadas a la resistencia a la Revolución Islámica y al occidentalismo que la rebelión popular buscaba eliminar.

De ahí que no sorprende escuchar a las autoridades estatales decir que el velo es uno de los pilares que sostienen a la República Islámica.

El pasado 3 de septiembre un tribunal revolucionario condenó  a muerte a dos mujeres de la comunidad LGBT, Zahra Sedighi y Elham Chubdar, por el delito de “corrupción de tierra”, es decir promoción de la homosexualidad.

Apenas se había secado la tinta de la sentencia de muerte de estas dos personas cuando Jina Amini, que había viajado desde Kurdistán a Teherán, fue arrestada por agentes de la policía moral iraní, y como señaló el primer reporte forense fue golpeada y tuvieron que llevarla al hospital porque había entrado en coma.

Desde aquel mismo instante la consigna “Mujer, Vida, Libertad”, ha presidido las protestas. Fue inventada por las mujeres combatientes de Kurdistán y, sobre todo, por las madres de los desaparecidos y asesinados políticos en Turquía, conocidas como “Madres de los Sábados”.