En la fotografía que ilustra esta nota estoy yo. El cuadro con las flores tiene mi edad. Estuvo siempre en la casa de mis padres. Cuando mis compañeros del kindergarten decían: “Señorita, este niño habla de tú”, estábamos recién llegados a Buenos Aires. Junto a la pintura me encuentro de pie y así los lectores me conocerán por primera vez.
Los años han pasado y El Observador me brinda este espacio para expresarme sobre nuestro comportamiento en la vida cotidiana. Bien asimilada poseemos una certeza. Es en el hogar donde se realiza el proceso de formación de la personalidad humana. Si existe una respuesta instintiva a los estímulos, lo dejamos para los especialistas. “Doctores hay que te sabrán responder”, se decía antiguamente. Gina Lombroso fue la hija del criminalista que descubrió al “uomo criminal”. Ella en cambio, se dedicó a la educación con aportes meritorios. Por otra parte, Víctor García Hoz, ahondó en la llamada educación personalizada y revolucionó frente a los antiguos sistemas. Quien no captaba a la primera, merecía el sombrerito de burro. García Hoz, en cambio, colaboró en una tarea gigantesca y abolió el igualitarismo en la enseñanza. A cada una y a cada uno se le debe enseñar de acuerdo a sus capacidades. No han transcurridos siglos sino un tiempo espléndido con pensadores que han dejado huella en la enseñanza.
Es en el hogar donde tomamos conciencia de nuestra condición de hijos. Allí lo económico no cuenta. Se cuida a los hijos cuando están sanos y cuando enferman. En el hogar están. A los mayores también se atiende y -no lo olvidemos- que la mamá o el papá pueden estar a veces, simplemente cansados. Una sonrisa, una anécdota, los calmarán. El amor y el cariño no tienen límites. “Lo que se aprende en la cuna, siempre dura“, decían nuestros abuelos.
Es verdad que la sabiduría popular ha acuñado frases para toda situación. No desciendo a otros niveles, pero recuerdo algunos dichos. No son nuevos pero vale la pena mencionarlos. “A quien los suyos se parecen, honra merece”. También hay uno con cierta comicidad que no dice verdades: “De la suegra y el doctor, cuanto más lejos mejor”. Para compensar añado uno de la sabiduría antigua: “Hijo eres, padre serás conforme te comportes”.
Es preciso ser siempre positivos. Me perdonarán pero no puedo dejar de narrar una anécdota. Un matrimonio estaba terminando un día con muchas complicaciones. Al marido le vino a la cabeza una próxima fecha familiar y con la mayor inocencia dijo a su mujer: “Querida, el sábado próximo es nuestro aniversario de boda. ¿Qué podemos hacer?”. La respuesta fue terrible e inmediata: “Un minuto de silencio”. No sé quién de los dos fue el primero en reírse como cuando eran novios. Se miraron a los ojos y se estrecharon con cariño.
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