Revancha para la agricultura y un tapado que pide pista

De algunos porrazos, a una nueva chance para levantarse

Hasta no hace muchos años, los ganaderos uruguayos se vieron en cierta forma acorralados por una explosión de la agricultura que comenzó a principios de la década de los 2000 con el arribo de cientos de agricultores argentinos que compraron y arrendaron campos para plantar soja. El cultivo explotó y tuvo un efecto derrame sobre los valores de los arrendamientos que hacían prácticamente imposible competir para otros rubros como la ganadería (el más importante) o la lechería. Incluso el afán por continuar buscando tierras aptas para el cultivo llevó a implantar el poroto por zonas más alejadas de los puertos y menos fértiles del centro del país, el norte y parte del litoral este. Con una soja sobre los US$ 600 en 2012, prácticamente no había campo donde su apuesta no diera un resultado positivo. Pero ese ciclo virtuoso de boom de precios para las materias primas comenzó a perder pie desde 2014 y la agricultura uruguaya sufrió el cimbronazo. Ganar plata con una soja más cerca de los US$ 300 -como en las últimas campañas- ya se transformó en un desafío para muchos agricultores y, en particular, para aquellos que arriendan tierras.

En el camino, varios argentinos que arrendaban o grandes pools de siembra (como El Tejar) entregaron sus campos y abandonaron el cultivo. También varias empresas agrícolas uruguayas de servicios -que habían apostado a la expansión de la agricultura- debieron bajar la cortina al no poder hacer frente a sus deudas. La capacidad instalada quedó grande para un área cada vez más chica. 

Así, mientras la agricultura perdía dinamismo, la ganadería vacuna aprovechó la vorágine china para consumir y demandar proteínas (como la carne bovina) para transformarse nuevamente en el actor más pujante del agro. Así fue que las exportaciones alcanzaron un récord por casi US$ 2.000 millones en 2019 y hace un mes se conoció que Uruguay tenía su mayor stock vacuno de su historia con más de 12,1 millones de cabezas.

Los precios, clave para que el motor ponga la 5ta

Esta semana, la tonelada de soja en el mercado de Chicago (referencia del mercado internacional) llegó a casi US$ 370 por tonelada para la posición de noviembre, su valor más alto desde junio de 2018. La oleaginosa ha ganado unos US$ 60 desde su precio de abril y ha provocado un cambio de ánimo para la agricultura, ya que esta tendencia alcista también arrastra a otros granos como el maíz el trigo producto de una fuerte demanda de China. 
El economista Aldo Lema dijo en esta entrevista que nuevamente se aprecia una consolidación alcista para los precios de las materias primas gracias una recuperación más vigorosa que ha superado las previsiones para la economía china. El experto considera que este nuevo escenario de fortaleza para los commodities seguramente no sea algo pasajero y pueda sostenerse durante 2021. 

El avance en los precios de la soja permitió valores para la producción de 2021 que se acercaron hasta los US$ 350 por tonelada base acopio. Según la consultora Blasina y Asociados, lentamente los productores uruguayos y empresas comenzaron a cerrar algo más de negocios para la futura zafra que se cosechará en el otoño próximo aprovechando esta firmeza de los precios. 

De acuerdo con los últimos datos de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA), el área de soja implantada en el país durante la última campaña fue de 918 mil hectáreas (ha), bastante por debajo (unas 400 mil ha) del pico de más de 1,3 millones de ha de la zafra 2014/15. Con un precio de la soja más cerca de los US$ 400 por tonelada parece más que factible que se produzca un repunte de la superficie de siembra de la oleaginosa que comienza a ejecutarse y definirse en el último tercio del año y arranque de 2021. 

Además, es factible que algunos agricultores argentinos se vean tentados nuevamente para  cruzar el charco nuevamente para plantar soja. La turbulencia económica y la crisis cambiaria que enfrenta la vecina orilla pone a las exportaciones (de granos) en el ojo de la tormenta para que el gobierno argentino intente hacerse de dólares, como ya lo hizo en el pasado incrementando las retenciones. 

Hay “muchísimas averiguaciones y muchas empresas agropecuarias que están mirando la posibilidad de conformar sociedades en Uruguay y trasladar toda su producción. Están mirando a los países limítrofes cada vez con mayor interés porque la inseguridad y la incertidumbre que vivimos en este país hace que la inversión no avance”, dijo a La Nación esta semana el presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Jorge Chemes.

Los primeros brotes de la agricultura ya se comenzaron a ver en esta campaña de invierno (trigo, cebada, colza y carinata) con un crecimiento de la superficie plantada del 12% (a 512 mil ha) cuyos (buenos) frutos se recogerán en los próximos meses si el clima no juega una mala pasada. Además, el arroz está aprovechando un precio récord en los mercados internacionales para devolverle algo de optimismo a un rubro duramente golpeado por la pérdida de rentabilidad en los últimos años. 

El cáñamo y el cannabis medicinal piden pista para arrollar

La agricultura uruguaya ha sufrido un proceso de fuerte transformación y modernización en los últimos años, eso no es mucha novedad para quienes están en el rubro. Primero la soja, y más recientemente el boom de cultivos poco explorados como la colza o la carinata. Pero hay otro que está en las gateras y tiene un potencial: el cáñamo y el cannabis medicinal. Según comentó en esta nota el socio regional del estudio CPA Ferrere, Leonardo Isoardi, esa industria podría ser capaz de exportar hasta US$ 1.000 millones en los próximos tres o cuatro años, si el gobierno logra enviar una serie de señales regulatorias que están esperando varios inversores del exterior para que este cultivo explote. 

De hecho, luego de esa nota el Poder Ejecutivo se comprometió a revisar algunos escollos que están impidiendo un desarrollo más acelerado para la exportación del cannabis medicinal. Que un novel cultivo pueda aportar ese pronóstico de US$ 1.000 millones en exportaciones sería más que una inyección de empuje para la agricultura a corto plazo. Veremos qué potencial puede alcanzar esta nueva industria en Uruguay. 

Como te mencioné en una entrega de Rincón y Misiones de abril, el agro no pondrá la 4x4 en este 2020 como ocurrirá con la agricultura o la ganadería por una menor faena, pero sí está abonando la chacra para tener un muy buen 2021, en línea con el rebote de más de 4% que espera el gobierno y varios analistas privados para la economía uruguaya el próximo año. 

Soy Ándrés Oyhenard , editor de Economía y Empresas de El Observador. Hasta aquí esta nueva entrega de Rincón y Misiones, la newsletter exclusiva para suscriptores Member de El Observador para entender mejor la realidad económica y los temas que tocan nuestro bolsillo, y contar con mejor información para tomar decisiones.