Rizoma, librería, cafetería, hospedaje, taller de cerámica situada en La Juanita.

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Rizoma: el nuevo tesoro que esconde José Ignacio

El emprendimiento familiar que conjuga libros, café, cerámicas y hospedaje inauguró este verano
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08 de febrero de 2021 a las 05:00

Un cubo de madera rojiza, que parece sacado de una película de ciencia ficción, irrumpe en el tranquilo monte de La Juanita, en José Ignacio. De un lado la playa, del otro el bosque. En este plácido espacio brota Rizoma.

La extraña forma atrae la mirada y despierta la curiosidad de quienes pasean por el barrio. Con el canto de los pájaros y el calor cálido de un día de verano la invitación a descubrir qué guarda adentro, atrae sin excepción. Y adentro la sorpresa. Al comienzo libros, las altas estanterías y el aroma a pino reciben en el primer espacio; más adelante un café. Los espacios siguen brotando, por allá un taller de cerámica y más allá un pequeño hotel. Así es Rizoma, el nuevo emprendimiento familiar de José Ignacio que abrió a fines de diciembre.

Las altas y amplias estanterías permiten visualizar fácilmente los libros

Edificar para maravillar

La persona detrás del diseño es el arquitecto argentino, Diego Montero quien define el proyecto como un shock de sorpresa. “La idea era que al entrar no supieras a qué estabas entrando y que de repente te explotaba todo y más bien en la altura, medio la Torre de Babel de libros”, explica. Es decir, hay una visión vertical (las estanterías) y una visión horizontal que conduce al café que se sitúa al fondo del lugar.

“Me pidieron que hiciera una librería, un taller de cerámica con una zona de exposición, cuatro cuartos y una cafetería, que son todos temas bastante distintos, además en un bosque de pinos”, cuenta el argentino. Del desafío que le supuso, Montero decidió que todos los elementos iban a ser totalmente distintos y que una especie de muro con textura los iba a unir.

La estructura de madera se pude apreciar mejor desde lejos.

Así construyó una “caja” donde colocó la librería, que está a la entrada. Transversalmente un pasillo conduce al taller de cerámica y otro al hotel. La estructura es todo madera y está construida con distintas densidades. La parte inferior es ciega, a medida que va subiendo empieza a ser transparente a través del entramado del material. Esa luz que entra es la que ilumina la librería lo necesario como para alumbrar, pero suficiente para evitar que se destiñan los libros. El efecto que se crea recuerda al concepto japonés Komorebi, que se refiere a la luz del sol que se filtra a través de las hojas de los árboles. Los rayos de luz se cuelan por la madera y generan un cálido ambiente.

De cerca se puede apreciar la trama de madera que diseño el arquitecto Diego Montero

Además, el lugar está construido de forma tal que si uno está en el jardín de adelante puede ver, a través de esta especie de trama, el jardín de atrás.

Las bibliotecas son bien altas y amplias, así los lectores pueden apreciar cada uno de los libros. “La idea era que fuera una exageración de libros, que no les de para llenarlas”, comenta Montero. El centro de la librería tiene forma octogonal y las estanterías son circulares.

Un universo que se expande

Un rizoma es un tallo subterráneo que crece de forma horizontal y en su desarrollo emite raíces y brotes de sus nudos. Los rizomas crecen indefinidamente.

Y así germinó Rizoma, un emprendimiento familiar creado con la idea de un hábitat que se extiende “y no se sabe muy bien para dónde va a ir”, afirman los dueños. Surgió con las ganas de hacer algo nuevo y cada miembro aportó su semilla.

Las estanterías son altamente fotogénicas.

El nombre es también un concepto filosófico desarrollado por Gilles Deleuze y Félix Guattari en su obra teórica Capitalismo y Esquizofrenia, el libro predilecto del dueño. El modelo descriptivo, que toma el nombre de la botánica, expone una organización en la que cualquier elemento puede afectar o incidir en cualquier otro. 

Hoy Rizoma no se puede definir por un único espacio. Fusiona librería, cafetería, taller de cerámica y posada (su arquitectura también alude al concepto de rizoma). Pero además, nuevas raíces pueden brotar a futuro.

El taller de la artista plástica argentina Marcela Jacob.

Miles de especies impresas

Los dueños aseguran que no hay "cartelitos" que digan qué hay en cada lugar“. Y ahí está la magia de Rizoma, perderse entre los libros. El lector puede circular y bucear en busca de un libro que tenía en mente o descubrir un nuevo volumen, una nueva historia.

Con esta decisión y gracias a la arquitectura del espacio se busca que los lectores deambulen por la librería y si quieren saber algo pregunten. Pero a muchos de los visitantes posiblemente no les haga falta porque las amplias estanterías de madera lucen acertadamente una cuantiosa selección de libros.

Hay una variada selección de libros de narrativa, poesía, historia, clásicos y últimas novedades.

La librería viste un importante volumen de libros de narrativa, poesía, historia, los clásicos y las últimas novedades. Hay libros de gastronomía, arte, fotografía, diseño, libros objeto. No falta la sección de cómics y novelas gráficas y una sección infantil para los más pequeños. Y también hay mucha variedad de literatura argentina. ¿El toque personal del librero? Libros de filosofía, sociología y ensayos.

Los dueños afirman que Alejandro Lagazeta (director de la librería Escaramuza) fue de gran ayuda para pensar en los títulos y contenidos a ofrecer.

En la cafetería ofrecen desayunos, almuerzos y meriendas y en la tarde tienen picadas.

Las otras raíces

El pasillo que se extiende al fondo lleva al café, que dirige la hija del dueño junto a su marido. En Rizoma el menú cambia todos los días. Ofrecen desayunos, almuerzos y meriendas y en la tarde tienen picadas para degustar al regreso de la playa. ¿Una de las especialidades de la casa? Quienes vayan no se pueden perder el chipá.

Además, dos noches a la semana (domingos y lunes), Rizoma extiende su horario hasta la medianoche con una propuesta especial para cenar, con opción para vegetarianos. Desde el local piden reservar con anticipación.

Una de las habitaciones de hotel con vista al jardín.

Una de las raíces laterales conduce al taller de cerámica de la artista plástica argentina Marcela Jacob. Sus piezas y esculturas se exponen en la galería de arte y están a la venta para quienes se acerquen.

Por último, es también un pequeño hotel boutique con capacidad para cuatro habitaciones que tienen vista al jardín. Los dormitorios, las camas, las mesas de luz, las mesadas de los baños y resto del mobiliario fue construido con la madera extraída de los árboles nativos del terreno.

Para los visitantes del balneario esteño Rizoma se convirtió este año en una nueva parada imprescindible en el recorrido.

Dónde: Los Lobos, entre República Argentina y José Ignacio, La Juanita.
Cuándo: Todos los días, excepto los miércoles, de 8 a 20 horas.

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