Camilo Dos Santos

Sanguinetti y el desafío de mantener su encanto desde el llano

De dos veces presidente a precandidato

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02 de marzo de 2019 a las 05:03

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Su regreso a la política, por más que dice que nunca se fue, cambió totalmente la campaña electoral. Julio María Sanguinetti largó ayer con 83 años su tercera campaña electoral y ahora tendrá el enorme desafío de mantener esa luna de miel con el electorado colorado.
No lo parece, pero ese desafío será muy grande. No es lo mismo ser el viejo de la tribu que suma para todo el bloque opositor, que ser un candidato más y en competencia por un mismo electorado.

“La marea me trajo hasta aquí, vamos a ver hasta dónde me lleva en el futuro”, dijo ayer en su casa, en una mezcla entre acto y conferencia de prensa en la que confirmó lo que en las últimas semanas ya parecía obvio: será candidato.
Pero eso no era tan obvio algunos meses atrás. Y mucho menos lógico si se mira con perspectiva histórica. ¿Cómo puede ser que Sanguinetti, una figura que había quedado fuertemente desgastada luego de dos mandatos –y uno de ellos en el preámbulo de una brutal crisis– , resurja con potencia?

Es verdad que nunca abandonó la militancia. Con libros, columnas y exposiciones en foros, siempre estuvo presente. Es más, con el tiempo ganó un lugar que trascendió al partido y se colocó hacia afuera del país en un rol de analista con cierto carácter de estadista. Sin embargo adentro, su imagen seguía dañada. 

Pero según cuentan en su entorno, un día empezó a salir más a la calle y vio que la resistencia que encontraba años atrás ya no era tan fuerte. Por el contrario, empezaban a pedirle fotos y recibía buenos comentarios. 

Y así Sanguinetti fue creciendo y lo que parecía una locura (¿por qué un dos veces presidente se largaría en una carrera con tan pocas chances? ¿Nunca perdió una elección y se va tirar ahora?) se transformó en una realidad. 

No solo creció su figura. De su mano empezó a crecer la intención de voto del Partido Colorado (PC). Y eso lo entusiasmó y lo impulsó. 

Ahora empieza su etapa más desafiante: bajar al llano y ser un candidato más. Pero a la vez, no ser un candidato cualquiera, sino uno con una historia muy cargada tanto de concreciones como de posibles flancos .
Como todo en la vida eso tiene ventajas y desventajas. A diferencia de Ernesto Talvi, su principal competidor en la interna, no tiene el desafío de hacerse conocer. Pero por eso mismo le será mucho más difícil llegar a cierto electorado que ya tiene fijada una opinión sobre él. 

El tener un pasado fuerte le juega a favor para un electorado de centro-derecha, que puede recordar como logros varias de sus obras. Pero ahora que sale a la cancha, el oficialismo lo tratará como un rival pesado –hasta ahora lo han ignorado olímpicamente– y tendrán muchas cosas para revivir de sus gobiernos, desde sus políticas de derechos humanos hasta los conflictos sindicales. Y con ello no solo le pegarán a él, sino también a sus socios electorales opositores.

Hasta ayer, cada avance del PC en las encuestas era visto como un logro de Sanguinetti. A partir de ahora, si el crecimiento no se potencia, también se lo podrían cargar a él. Arranca como favorito y eso también tiene sus contras.

La presencia de Sanguinetti generó una revolución en todo el arco opositor. El visiblemente más afectado es Ernesto Talvi, que se instaló en el PC con la convicción de que sería el ganador en junio. Hoy eso parece muy difícil.  Pero hay otros dañados. Edgardo Novick tomó la decisión de no integrarse al PC y armar un nuevo partido con la idea de ampliar el espectro en la búsqueda del voto de derecha y centro derecha. Con Luis Lacalle Pou por el Partido Nacional y ahora Sanguinetti, ese escenario se le complica. 
Si Lacalle Pou y Sanguinetti ganan la interna de sus partidos, el bloque opositor al que hay que sumar a Novick, salvo por Mieres –que por eso podría verse beneficiado– se volcaría mucho a la derecha. 

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