Restaurante Foster

Sin cajeros ni interacción con empleados: así se come en el restaurante del futuro

Llegás, elegís tu comida y el pedido está listo en tres minutos. No se ven empleados y el efectivo no sirve para nada

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28 de junio de 2019 a las 05:00

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Son las 12.30 del mediodía. Un adolescente camina enchufado con sus auriculares por el centro de Buenos Aires. Cuando llega a su restaurante favorito se detiene. Entra dispuesto a comerse una ensalada que se publicita en las redes sociales como una opción fresca, natural y 100% con tarjeta. En ningún momento necesita quitárselos audífonos ni usar efectivo. Cuando regresa a su trabajo se prepara para devorar su almuerzo no sin antes tomarle una foto, subirla a Instagram, y chequear en una aplicación en su celular cuántas calorías va a consumir.

La escena es menos futurista de lo que podría parecer. De hecho, en Buenos Aires existe un lugar en donde todo está automatizado, se trata del primer restaurante inteligente de América Latina, se llama Foster y pronto podría desembarcar en Uruguay, según contó su fundador a El Observador.

Aceptamos bitcoin. El cartel está visible para todos aquellos que ingresan a Foster Nutrition, ubicado en la calle Tucumán 400. El restaurante, que abrió hace poco más de un año en una zona hiperpoblada, es visitado de lunes a viernes por trabajadores y ejecutivos de oficinas estatales y de empresas, además de turistas.

Detrás del proyecto están los argentinos Martín Zuker (ingeniero industrial), Guido Stella (diseñador) y Mariano Fernández (empresario tecnológico). Los emprendedores incursionaron en un nuevo concepto de comida rápida: unieron la Smart Food (comida inteligente: nutritiva, saludable y fresca) con un local donde se utiliza la tecnología para automatizar todo el proceso de compra y consumo; sin ningún contacto humano tradicional.

Según contó Martín Zuker a El Observador, antes de instalar el negocio en Argentina, investigaron diferentes formatos como el de los tickets automatizados de los cines, el funcionamiento de los bancos, y los mezclaron con la experiencia de un e-comerce tradicional. Gracias al desarrollo de tecnologías basadas en Internet de las cosas resuelven problemas complejos para llegar a una solución integral. “Le dimos mucha importancia a la experiencia de usuario. Diseñamos todo el sistema para que sea lo más intuitivo posible", manifestó. "Al principio pensamos que a la gente le podía costar, incluso pusimos a una persona para que ayudara con el proceso de compra, pero muchos se enojaron porque querían hacerlo solos”, agregó.

Restaurante Foster
Cubículos por donde se retira la comida

“Estamos teniendo muy buena repercusión. Pensamos que podía parecer frío y no gustar la experiencia, pero nos sorprendimos. En Foster puede comprar un adolescente o alguien de 80 años", destacó el emprendedor. "La gente viene todos los días por la tecnología y la experiencia. Les gusta hacer el pedido a su manera, sin que los molesten", agregó el cofoundador del negocio que ahora avanza hacia nuevos niveles.

Actualmente, según sus cálculos, unas 200 personas pasan por el restaurante cada día, y en general quienes lo eligen tienen entre 30 y 40 años. ¿Qué buscan? Rapidez en el servicio, comida de calidad y saludable.

Al instalarse en Buenos Aires, lo primero que hicieron fue romper con la concepción de que "al argentino solo le gusta salir al bar de la esquina a tomar un café en una taza de porcelana y conversar con los mozos", contó. “Cuando diseñamos el local pensamos en una mujer de 30 o 35 años y en los jóvenes profesionales, pero después nos encontramos con hombres mayores de 40 y hasta mayores de 60”, reveló Zucker y agregó que por eso tuvieron que modificar el menú: “Nos pedían platos más proteicos calientes y lo tuvimos en cuenta porque porque nos interesa mucho el feedback de los usuarios”.

El término Foster proviene del inglés foster something y significa fomentar o favorecer una acción que aumente un aspecto positivo en ella. Sus dueños tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas y lo centran centran en un concepto clave: valorar el tiempo del comensal. Su frase cabecera es: “3 minutos para pedir, 57 minutos para vos”.  

¿Cómo es comprar comida en Foster?

Es un un mano a mano con la tecnología. No hay mozos, cajeros ni mostrador. Tampoco hay intermediarios ni propina. En Foster el dinero en efectivo no vale nada. 

Una vez que se ingresa al local el procedimiento es sencillo: se elige la comida en una tableta y a los tres minutos el pedido está pronto en uno de los cubículos automatizados con el nombre y el emoji seleccionado.

Se paga con tarjeta de crédito, a través de una plataforma de billetera virtual que lee código QR o con bitcoins. El concepto es similar al del supermercado sin cajeros de Amazon. Podés elegir tu menú, pagar y recibir tu comida sin interactuar con ninguna persona. Y el proceso, desde el pedido hasta el retiro de tu plato, demora aproximadamente tres minutos.

La experiencia es simple y divertida. Además, el espacio es cómodo, tiene wifi y la playlist elegida para musicalizar el ambiente no falla. Los que llegan por primera vez se filman, sacan fotos y comparten su experiencia en las redes.

Qué se puede comer

Foster ofrece un menú variado de comidas rápidas pero saludables: sopas, tartas, ensaladas, wraps, jugos naturales, aguas saborizadas, café y opciones dulces. Los clientes pueden ir a desayunar, almorzar o merendar de lunes a viernes de 9 a 19 horas. Cada plato cuesta entre 150 y 200 pesos argentinos y con postre y bebida el menú alcanza los 300 pesos. 

Restaurante Foster
Una de las ensaladas que se pueden comer en el restaurante

¿Dónde están los humanos? Pasando los cubículos de colores está la magia que los clientes no ven. Detrás de la tecnología “hay minions”, comentó, entre risas, uno de los dueños. El equipo de trabajo está conformado por varias personas que nadie ve encargadas de preparar los alimentos. No hay cajeros ni mozos, pero si encargados de la cocina, el mantenimiento y la limpieza. “Lo raro que no suele pasar en un restaurante tradicional es que hay un equipo grande de ingenieros de sistemas, especialistas en infraestructura informática y diseñadores”, contó Zucker.

 

El sistema que utilizan en el restaurante prevé la creación de un usuario personal que registra las preferencias de cada cliente y su método de pago, apostando a la personalización. La fuerte impronta tecnológica no es para sus fundadores un sinónimo de destrucción de puestos de trabajo, y en esa línea Zucker aclaró: “Cada vez invertimos más en tecnología para mantener la experiencia, y mejorarla con el tiempo”.

“Estamos trabajando en el desarrollo de una opción que saldrá próximamente y permite armar tu propio bowl con un precio base y diferentes ingredientes Premium. Además le permitirá a los compradores conocer en tiempo real la información nutricional de lo que van consumir”, adelantó. “También apostamos a un algoritmo de comportamiento que va a prendiendo del historial de los consumidores para luego ofrecerle platos nuevos que puedan gustarle, similar a lo que hace Netflix con la series", contó. Por otra parte, los emprendedores lanzarán una aplicación para que los clientes puedan gestionar los pedidos de manera remota.

¿Cuál es su competencia en Buenos Aires? “Nadie tienen por ahora la tecnología que tenemos nosotros, pero competimos contra cualquiera que ofrezca una carta o espacio similar. También hay otros sitios como Starbucks que están brindado experiencias alternativas como la nuestra", dijo. 

Con respecto a los problemas de rentabilidad en el sector y la situación económica que se vive en Argentina, el emprendedor señaló que el 2019 fue año difícil. "Si tenemos en cuenta el consumo, la devaluación y en el contexto que estamos viviendo para el rubro fue malo. Bajaron las ventas un 50%, pero nosotros seguimos creciendo. Vamos a un ritmo de un 15 % por mes y aún no llegamos a nuestro objetivo en este primer local", afirmó. 

Además, los emprendedores planean expandirse dentro de Argentina y alcanzar nuevos países. “Estamos analizando las posibilidades. Tenemos interesados en Uruguay, Chile, Paraguay, España y Miami", comentó.  

Los antecedentes y la tendencia

Si bien la idea ya existía en Estados Unidos, los emprendedores la tenían desde hace algunos años y la falta de tecnología madura en la región hizo que fueran los primeros en América Latina.  

Restaurantes como Inamo de Londres (Reino Unido) tienen mesas interactivas que permiten a los clientes pedir su comida (además de ajustar la iluminación de la mesa o permitir pedir un taxi). Y el restaurante de quinoa Eatsa en San Francisco ofrece una experiencia muy similar a la de Foster en EEUU. Esta se especializa en comida vegetariana y los comensales pueden elegir entre 8 menúes saludables por US$ 6,95. 

Por otra parte, Spyce, fundado por cuatro egresados de ingeniería y robótica del MIT en Boston y asesorados por Daniel Boulud, chef francés con varias estrellas Michelin ofrece platos creados por robots. Al igual que en Foster, el pedido se realiza a través de una tablet pero lo sorprendente es que las máquinas trabajan ante los ojos del cliente. 

Unos contenedores se encargan de recoger los ingredientes crudos y los colocan en un "wok robótico", donde se vuelcan y cocinan a más de 230 grados centígrados. Una vez que los alimentos están listos, el wok se inclina y los coloca sobre el plato. El precio de cada bowl es de US$ 7,5.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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