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Trabajo remoto se está convirtiendo en un trabajo a destajo digital para los pobres

Las bajas tasas de pago, la falta de transparencia y la impotencia incorporadas en las plataformas digitales de trabajo deben ser controladas

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17 de septiembre de 2020 a las 15:23

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Sarah O'Connor

Un centavo de sobra en tu bolsillo en mayo de 1906 te habría permitido entrar en la atracción más exitosa de Londres durante esa temporada: una sala de exposiciones llena de demacrados “trabajadores desde casa” laborando en sus oficios. Los carteles junto a cada persona les explicaban a los espectadores sus horas, su salario y algunos detalles biográficos. La persona número 15, por ejemplo, producía gorros para mantenerse a sí misma y a sus “dos niños débiles” después de que “perdió a su marido de una manera muy trágica”.

La exposición se organizó para resaltar la difícil situación de los “trabajadores explotados”: las fábricas subdividían el trabajo y lo distribuían a través de intermediarios entre las personas (a menudo mujeres) que trabajaban en casa por míseras tarifas a destajo.

Trabajar desde casa (TDC) ya no suele asociarse con pobreza y desesperación. De hecho, como lo ha enfatizado la pandemia de este año, el TDC en 2020 es un privilegio limitado principalmente a los bien pagados. Datos europeos han indicado que tres cuartas partes de los empleos en el quintil mejor pagado se pueden realizar de forma remota, en comparación con sólo el 3 por ciento de los del quintil más bajo. Pero existe una forma aparentemente futurista de ganar dinero desde casa sin un trabajo profesional. Se llama “crowd work”, o trabajo de plataforma digital, y la gente lo está utilizando en enormes cantidades debido a Covid-19. Si eliminamos el ‘brillo’ del siglo XXI, no se vería fuera de lugar en esa sala de exposiciones de Londres.

Las plataformas digitales de trabajo permiten que las compañías dividan los trabajos virtuales en pequeñas tareas, para poder ofrecerlas a los trabajadores desde casa para que las completen desde cualquier parte del mundo. Al igual que los conductores de Uber y otros participantes de la economía “gig”, a los trabajadores de las plataformas digitales de trabajo se les clasifica como contratistas independientes y se les paga por tarea. Pero son prácticamente invisibles y nadie sabe cuántos hay.

Janey, de una pequeña ex ciudad minera en EEUU, se convirtió en una empleada de las plataformas digitales de trabajo después de que el padre de sus tres hijos murió de una sobredosis de opioides. “Si trabajo de 12 a 16 horas al día, me ganaré tal vez US$5 por hora”, explicó durante una entrevista en un artículo de investigación de Veena Dubal, una profesora de la facultad de derecho Hastings de la Universidad de California.

Janey labora en la plataforma Amazon Mechanical Turk (AMT), donde no hay salario mínimo y donde muchos “solicitantes” sólo pagan uno o dos centavos por tarea. “Somos muchos actualmente, y hay menos trabajos de calidad. A veces me despierto a media noche simplemente para ver si puedo conseguir algunas buenas solicitudes”. Las “buenas solicitudes” solamente están disponibles para los trabajadores que ya han completado una gran cantidad de tareas y que mantienen un alto índice de aceptación. Si tu trabajo es rechazado (justa o injustamente), no te pagan.

Numerosas tareas implican limpiar o etiquetar datos para compañías que desarrollan inteligencia artificial. Los académicos también utilizan las plataformas digitales de trabajo para reclutar participantes en encuestas de manera económica y rápida.

Los investigadores en 2017 registraron 2,676 trabajadores realizando 3.8 millones de tareas en AMT, y descubrieron que el salario medio por hora era de US$2 por hora. Sólo el 4 por ciento ganaba más de US$7.25 por hora. La competencia es global: los trabajadores en EEUU ganan US$3.01 por hora en promedio, mientras que los de India ganan US$1.41. Prolific, una plataforma digital de trabajo para encuestas e investigación de mercado con sede en el Reino Unido, impone un mínimo de pago por hora calculando el tiempo promedio que les toma a los trabajadores completar cada tarea. Pero, aunque el salario mínimo legal en el Reino Unido para los mayores de 25 años es de £8.72 por hora, el de Prolific es de £5 por hora.

¿Por qué lo hace la gente? Al igual que con los trabajadores desde casa de principios del siglo XX, algunos incursionan en él por algo de dinero de bolsillo con el fin de cubrir sus horas libres, mientras que otros dependen de él porque viven en un área carente de empleos; porque tienen discapacidades; porque quieren quedarse en casa con sus hijos; o porque no pueden costear el cuidado de los niños.

En 2020, la pandemia ha creado las condiciones perfectas para que se haya producido un enorme crecimiento en las plataformas digitales de trabajo: hay un desempleo masivo, una escasez de cuidado infantil y un mayor riesgo de morir por Covid-19 si se realiza un trabajo más tradicional y mal remunerado, como el cuidado social. “Usted también merece estar seguro”, instaba un reciente anuncio de Arise, una plataforma de centro de llamadas virtual donde las personas tienen que pagar por su propio equipo y capacitación para luego poder trabajar desde la casa.

Tal como lo detalla la historiadora Helen McCarthy en su libro “Double Lives” (Vidas dobles), algunos reformistas eduardianos querían llevar el trabajo desde casa a las fábricas y “liberar a las mujeres para las tareas domésticas”. En EEUU, algunos tipos de trabajos desde la casa fueron prohibidos por completo. Un paternalismo condescendiente sería la respuesta equivocada hoy día. Las personas están eligiendo trabajar en estas plataformas porque quieren, o necesitan, trabajar desde casa. Si sólo se les permite a los ricos ese privilegio, se abrirá otra línea divisoria en una sociedad ya dividida.

Pero eso no significa que las oportunistas bajas tasas de pago, la falta de transparencia y la impotencia incorporadas en estas plataformas deban continuar sin ser controladas. Las mejoras requerirán regulación, sindicalización y, en países como EEUU, una mejor red de seguridad social para que la gente esté menos desesperada.

Los trabajadores en las plataformas digitales de trabajo alemanas dependen menos de las plataformas que los estadounidenses, una diferencia que los investigadores atribuyen a las superiores protecciones sociales de Alemania. En julio de este año, uno de cada cinco estadounidenses con niños en casa no podía permitirse alimentarlos lo suficiente, según datos del censo.

Para muchos, trabajar desde la casa ahora parece ser el futuro. Pero si no tenemos cuidado, para algunos significará un regreso al pasado que nuestros antepasados arduamente lucharon por dejar atrás.

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