La tasa global de fecundidad se situó en 1,28 hijos por uruguaya en edad de ser madre.

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Tres sorprendentes gráficos que dejó la población uruguaya en 2022

Los datos preliminares del Ministerio de Salud Pública revelan que la cantidad de muertos superó a los nacidos vivos en el año, el embarazo en adolescentes se redujo y en Uruguay las mujeres tuvieron, en promedio, menos hijos que en Japón.
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23 de enero de 2023 a las 05:00

Uruguay es un pequeño país al sur de América. Es lo primero que contestan varios de los compatriotas cuando se les pregunta por su nacionalidad, salvo que opten por referencias como los archiconocidos Luis Suárez, Diego Forlán, José Mujica o la marihuana. Y según los datos preliminares de la marcha de la población uruguaya 2022, bien merecido tiene el adjetivo “pequeño”.

En 2022 murieron en el país más personas de las que nacieron. Las mujeres en edad de ser madres tuvieron menos hijos en promedio que el año anterior, y que el anterior, y el anterior. Aquellas que dieron a luz lo hicieron, también en promedio, más adultas que sus antecesoras. Y como los datos preliminares de la Dirección Nacional de Migración revelan que se fue más gente de la que llegó, puede decirse que la población uruguaya se achicó.

Este fenómeno poblacional —que los demógrafos siquiera imaginaban que iría a ocurrir hasta después del 2050, y que supone desafíos para el sistema de seguridad social, de cuidados y de salud— dibuja tres sorprendentes gráficas.

1. Menos hijos que en Japón

La demografía, en tanto ciencia que estudia la población humana en continuo cambio, dice que se requieren 2,1 hijos por mujer en edad fértil (entre 15 y 49 años) para que exista un reemplazo poblacional.

Más de la mitad de los países en el mundo están por debajo de esa tasa de reemplazo. Uruguay fue uno de los primeros en América Latina en cruzar ese umbral, pero lo curioso es que la cantidad de hijos por mujer en edad de ser madre decreció tanto que ahora se encuentra entre un puñado de países de extrema baja fecundidad.

Los datos preliminares 2022 del Ministerio de Salud revelan que la tasa global de fecundidad del país se sitúa en 1,28 mujeres en edad fértil. Eso significa que se está por muy por debajo del promedio mundial, bastante por debajo de la media regional, por debajo de la Unión Europea y, desde el último año, también de Japón.

Más de la cuarta parte de las japonesas de 50 años jamás fueron madres. El resultado es que este país es una de las referencias extremas de la baja de nacimientos, al punto que “las medidas relacionadas con la disminución de la tasa de natalidad son una prioridad principal para la administración de Kishida”, dijo la semana pasada al The Japan News, el ministro de la Soledad Masanobu Ogura. Sí, en Japón hay un ministerio de la Soledad que lleva casi dos años desde su creación.

¿Vamos a desaparecer? Lejos de la mirada más apocalíptica, los demógrafos uruguayos ven como “muy probable” que dentro de “pocos años” la tasa global de fecundidad de Uruguay tenga un efecto rebote. El experto Ignacio Pardo había dicho a El Observador que parte de la caída de los nacimientos responde a que se retrasa la edad en que las mujeres tienen su primer hijo, pero que no necesariamente es el reflejo de una sociedad que no quiere hijos.

2. Notable baja del embarazo en adolescentes

¿Quién va a mantener a los más viejos? ¿Cómo las mutualistas van a soportar la mayor demanda de ancianos? ¿Por qué los uruguayos no procrean si la reproducción es una función natural del humano? Estas son algunas de las preguntas catastróficas que rondan la caída de los nacimientos en Uruguay. Pero lejos de esa visión trágica, la baja de la natalidad en el país esconde buenas noticias.

Somos más viejos porque vivimos más. Los antibióticos, las vacunas, el acceso al agua potable y otras condiciones hicieron que la gente se muera más tarde. Las mujeres salen a estudiar y al mercado laboral. Las parejas empiezan a decidir cuántos hijos quieren tener y cuándo. Los universitarios viajan, conocen el mundo, eligen.

Pero por encima de esta mejora en el desarrollo humano, hay una novedad de la que Uruguay viene siendo ejemplo mundial. La caída de los nacimientos de país de la última década —y con más énfasis a partir de 2016— responde a una notable baja de los embarazos en adolescentes.

Dicho de otro modo: los nacimientos cayeron, sí, pero más de la mitad en el último decenio se explica por la reducción del embarazo en adolescentes.   

En 2013, cada 1.000 adolescentes uruguayas, había casi 61 nacimientos de madres de entre 15 y 19 años. Y el país llevaba años en una meseta en que no se podía reducir esa cifra. De hecho, en aquel entonces las autoridades sanitarias advertían que el embarazo en adolescente en algunas zonas de Uruguay se asemejaba más a África subsahariana que a Europa.

Pero la política de reducción del embarazo en adolescentes —que entre otras medidas tuvo un impulso con la extensión y entrega gratuita de los implantes subdérmicos como método anticonceptivo de larga duración—llevó a que 2022 cerrase con una tasa específica de fecundidad en adolescentes de 22 nacimientos cada 1.000 mujeres jóvenes.

Esta disminución de los nacimientos de madres tan jóvenes mejoró otro indicador: cada vez es mayor el porcentaje de mujeres uruguayas que buscan intencionalmente quedar embarazadas y se reduce la falta de planificación.

3. Más muertos que nacidos vivos

El envejecimiento poblacional —como le dicen los técnicos a ese proceso en que la población más adulta supera en cantidad a la más joven— redunda, con el correr de los años en una reducción del crecimiento vegetativo. Para decirlo más sencillo: los muertos empiezan a ser más que los nacidos vivos.

Ocurre que los más adultos tienen más chances de morirse que los más jóvenes, y si hay más adultos, por decantación matemática, habrá más potenciales fallecidos en el año.

Pero desde diciembre de 2020 y hasta este 2022, Uruguay atravesó un fenómeno que aceleró cualquier cambio al que iría a conducir la tendencia: hubo un exceso de muertes. Porque además del surgimiento de una novel enfermedad de la que antes los uruguayos no se morían (covid-19, la cual no existía), la pandemia llevó a que se incrementaran las defunciones por otras enfermedades.

En 2021 esa aceleración quedó bien marcada: hubo una diferencia de 6.565 muertos más que nacidos vivos durante el año. En 2022, pese a haberse reducido un poco el exceso de muertos, esa distancia se ensanchó todavía más: más de 7.000 fallecidos por encima de los nacimientos.

Esta diferencia es todavía muy preliminar y se sugiere tomar con cautela. Sucede que el MSP entregó cifras de mortalidad hasta fines de octubre, por lo cual el estimado de fallecidos en noviembre y diciembre se obtiene por los registros de defunción del Ministerio de Educación y Cultural (los cuales no suelen diferir demasiado con las cifras finales que se depuran cada año).

Las enfermedades cardiovasculares, las patologías respiratorias y las muertes inclasificables son algunas de las causas de fallecimiento que más contribuyeron al exceso de muerte del último año. Por “exceso de muerte” se entiende la cantidad de personas que fallecieron en un período por encima de lo que cabría esperarse según la marcha histórica de defunciones.

Salvedades metodológicas:

El Observador accedió a los datos 2022 mediante una solicitud de acceso a la información pública dirigida al Ministerio de Salud. Las estadísticas vitales de este último año son aún preliminares (falta la curación de los registros).
En el caso de natalidad, el MSP brindó la información del año 2022 completo.
En mortalidad, el Ministerio entregó los datos de enero a octubre de 2022.
Para estimar el cierre de fallecidos 2022, para los meses noviembre y diciembre El Observador usó los registros de defunciones que cuenta el Ministerio de Educación y Cultura.
Para calcular la evolución de la tasa específica de fecundidad en adolescentes se usaron las proyecciones y estimaciones del Instituto Nacional de Estadísticas (en base a la revisión 2013 del último censo poblacional).
Para el comparativo de la tasa global de fecundidad, se tomó la base de proyecciones de la división de población de Cepal y Naciones Unidas.

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