Más de un tercio de los nacidos el último año no fueron planificados

El razonamiento es sencillo: en un país en que existe acceso (casi) universal a los métodos anticonceptivos, en que está despenalizado el aborto, en que la educación sexual es parte del currículo oficial, y donde las mujeres deciden cuántos hijos quieren tener, los bebés son el resultado —sobre todo— de embarazos que se buscaron y de relaciones sin uso de métodos preventivos.

En ese sentido, los datos del Sistema Informático Perinatal muestran que en la última década la no planificación de los embarazos que dieron lugar a posteriores nacimientos se redujo del 42,2% al 36,7%. Incluso hubo una caída todavía más significativa en las madres añosas (de 40 a 44 años): pasó del 27,6% al 15,2%.

“Esta es una señal de que, poco a poco, las mujeres uruguayas van alcanzado la cantidad de hijos que quieren tener”, explica la demógrafa Wanda Cabella.

También en el mismo período hubo un descenso del fracaso de los métodos anticonceptivos. El 27,9% de los bebés nacidos en 2013 era fruto de que a sus padres les falló el método, mientras que en 2022 fue del 21,7%.

Pese a estas bajas, Cabella insiste en que en Uruguay las cifras “debería caer mucho más”. ¿Por qué? El solo hecho de que más de la quinta parte de los nacidos sean el resultado de un fracaso en el método anticonceptivo, refleja “los errores de uso y la falta de información”.

Sucede que los métodos más usados tienen una efectividad superior al 90%, por lo cual la mayoría de fallas son producto del error humano: las pastillas hormonales administradas de una manera equivocada, un preservativo mal puesto, un método de emergencia dispuesto fuera de tiempo.

La buena noticia, esa que no reflejan los datos, son aquellos embarazos de adolescentes que se evitaron gracias a los métodos de larga duración y poco invasivos, como es el implante subdérmico. Hubo una reducción del 67% de los nacimientos de madres jóvenes en menos de una década (equivale a casi 6.000 bebé menos).

El contexto

La demografía, en tanto ciencia que estudia la población humana en continuo cambio, dice que se requieren 2,1 hijos por mujer en edad fértil (entre 15 y 49 años) para que exista un reemplazo poblacional.

Más de la mitad de los países en el mundo están por debajo de esa tasa de reemplazo. Uruguay fue uno de los primeros en América Latina en cruzar ese umbral, pero lo curioso es que la cantidad de hijos por mujer en edad de ser madre decreció tanto que ahora se encuentra entre un puñado de países de extrema baja fecundidad. El último año hubo un promedio de 1,28 hijos por mujer en edad fértil.

Eso significa que se está por muy por debajo del promedio mundial, bastante por debajo de la media regional, por debajo de la Unión Europea y, desde el último año, también de Japón. En este último país, más de la cuarta parte de las japonesas de 50 años jamás fueron madres. 

¿Vamos a desaparecer? Lejos de la mirada más apocalíptica, los demógrafos uruguayos ven como “muy probable” que dentro de “pocos años” la tasa global de fecundidad de Uruguay tenga un efecto rebote. El experto Ignacio Pardo había dicho a El Observador que parte de la caída de los nacimientos responde a que se retrasa la edad en que las mujeres tienen su primer hijo, pero que no necesariamente es el reflejo de una sociedad que no quiere hijos.

Y es entonces que los datos de planificación son clave. Porque buena parte de la reducción de los nacimientos en Uruguay son de mujeres adolescentes o jóvenes, edades en que más del 60% no planifica quedar embarazadas.

Para los demógrafos estos datos constituyen una hazaña, más aún si se tiene en cuenta que, en el mundo, el 24% de las mujeres y niñas no puede negarse a mantener relaciones sexuales, que el 25% no puede tomar decisiones sobre su propia atención médica y que el 11% no puede tomar decisiones específicas sobre la anticoncepción, según el último informe mundial de población de Naciones Unidas.