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14 de febrero de 2020 a las 05:01

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La posibilidad de que Bernard Sanders se convierta en el candidato presidencial del Partido Demócrata, en función de los resultados de las elecciones primarias en dos estados emblemáticos y de encuestas, es la mejor noticia para el presidente republicano Donald Trump que pretende renovar en noviembre próximo un segundo y definitivo período en la Casa Blanca.

El legislador de Vermont –estado donde fue elegido alcalde en 1981–, de 78 años, ocupa una banca en el Senado desde 2006, luego de 16 años con un asiento en la Cámara de Representantes, es el candidato más de izquierda del Partido Demócrata que pretende enfrentar en las urnas a Trump.

Sanders, que ya compitió y perdió por la postulación presidencial en 2016 frente a Hillary Clinton, tiene grandes posibilidades de trasformar su sueño en realidad, según las primarias demócratas en Iowa y New Hampshire, dos estados que, aunque de un peso muy menor en el número de miembros de la Convención Demócrata que elegirá al candidato, casi siempre marcan la cancha de la nominación presidencial.

En Iowa, obtuvo el segundo lugar, aunque muy cerca del ganador, el moderado Peter Buttigieg, de 38 años, exalcalde del pequeño South Bend, de Indiana; en New Hampshire, le ganó a este, pero también con poca diferencia.

Una encuesta nacional, realizada por la Universidad de Quinnipiac, difundida el lunes 10, marcó por primera vez las preferencias electorales por el senador de Vermont.

Sanders puntea la interna demócrata con 25%, seguido por el exvicepresidente Joe Biden (17%), que perdió el favoritismo; continúa el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg (15%); la senadora Elizabeth Warren (14%) y Buttigieg (10%), según el mencionado sondeo.

AFP

Sanders está captando a los votantes más desconformes con el sistema político y que se sienten identificados con su vara ética y su programa social. 

Pero el talante radical de este veterano político no lo convierte en un postulante atractivo para seducir a votantes más moderados, imprescindibles para ganarle a Trump en unas elecciones no obligatorias y retener la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, en donde no pocos legisladores del partido azul responden a un electorado identificado con ideas del centro político.

Sanders, que se autodefine como un socialista-democrático, impulsa un programa que supone una mayor intervención del Estado en la economía, lo que golpea la idiosincrasia estadounidense a favor de la libertad.

Analistas recuerdan en estas horas que Sanders, que recién el año pasado se registró en el Partido Demócrata, no concita el apoyo de los principales referentes partidarios. Y recuerdan sus críticas a los gobiernos de los demócratas Bill Clinton y Barack Obama, quienes tienen el reconocido mérito de haber logrado poner fin al dominio republicano en la Casa Blanca.

Aunque todavía falta mucho para completar el proceso electoral partidario para elegir a 3.979 delegados hasta el próximo 6 de junio –y saber, por ejemplo, cómo se irán agrupando los sectores moderados–, lo cierto es que es alta la posibilidad de que Sanders sea el postulante demócrata.

Un hombre “honesto”, pero que notoriamente “no puede ganar porque EEUU no va a votar por un socialista”, explicó sensatamente Ed Rendell, exgobernador demócrata de Pensilvania.

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