Luis Lacalle Pou y Guido Manini Ríos en la campaña de 2019

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Cabildo Abierto y la reelección de Lacalle: un matrimonio vacío aunque conveniente

Cabildo Abierto resolvió este lunes por mayoría de los integrantes de su Mesa Política seguir integrando la coalición de gobierno, aunque criticó la conducción de Luis Lacalle Pou
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08 de mayo de 2023 a las 21:14

Finalmente, después de muchos aspavientos, Cabildo Abierto resolvió continuar en la sociedad de gobierno que encabezan el presidente Luis Lacalle Pou y su Partido Nacional.

No es extraño. Cabildo Abierto, un sector novísimo, desparejo y personalista, ha sido un socio cada vez más díscolo y exigente, pero no tonto. Tiene demasiados cargos en el aparato del Estado, y buenas plataformas de visibilidad, como para tirarlas por la ventana en nombre de los principios.

¿Hay vida fuera de la coalición de gobierno? Es dudoso. Habrá un divorcio en vísperas electorales, sin duda; pero aún no es tiempo.

La exministra de Vivienda, Irene Moreira, ahora un ángel caído, fue ingenua al asignar viviendas públicas a dedo para sus amistades políticas.

Es cierto que el favoritismo, las designaciones arbitrarias y los contratos para amigos son todavía muy comunes en el sector público uruguayo, incluso durante los gobiernos de centroizquierda entre 2005 y 2020.

Algunos líderes creen que pueden ocultarlo o disimularlo. Pero tarde o temprano los trapos sucios salen a luz en un país tan pequeño; como ha ocurrido con el nepotismo en la Intendencia de Artigas, o con los salvavidas por cuota política en la Intendencia de Montevideo.

La oposición frenteamplista, firmemente asentada en la burocracia desde su largo ciclo de gobierno, vigila paso a paso. Cada empleado público, efectivo o aspirante, muchas veces frustrado y resentido, es un enemigo de este gobierno; y en cierta forma está bien que así sea.

La suerte de Cabildo Abierto, en tanto, es difícil de pronosticar. La indescriptible mediocridad del sistema político y sindical uruguayo, que tiene pocas excepciones, agregó con ese sector la oferta de un populismo de derecha muy difundido en el mundo occidental.

Cabildo es muy dependiente de su líder, Guido Manini Ríos, un ex jefe del Ejército que tiende a la voz de mando, y de personajes más bien sinuosos, como Guillermo Domenech. Puede derivar, ya sin tapujos, hacia la demagogia en vísperas electorales, cuando jugará su supervivencia.

Lacalle Pou en tanto viajará hacia el final de su mandato ligero de equipaje. Es cierto que su capacidad de legislar se verá cada vez más condicionada por Cabildo Abierto. Pero aún tiene un amplio margen de acciones mediante decreto, ejecuciones ministeriales ya en marcha y por políticas municipales en el interior del país.

Lacalle no solo actúa para hoy. También piensa en 2029. Tiene claro que la tolerancia de su padre con los brotes de abusos y corruptelas durante su Presidencia, entre 1990 y 1995, contribuyó a cerrarle las puertas de una reelección en la década siguiente.

Luis Lacalle Pou limpió el tapete al iniciar su andadura como candidato presidencial. Se divorció del entorno de su padre y creó sus propios equipos (aunque olvidó entre otros a Alejandro Astesiano).

La forma en que Lacalle Pou se vaya de este gobierno, y el capital político que conserve, serán el trampolín de su eventual regreso.

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