Entre otros efectos, el inicio de la pandemia a principios del año pasado provocó un brusco descenso de la demanda mundial de petróleo. Por ello, los países productores disminuyeron su oferta en unos 10 millones de barriles diarios, pese a lo cual, en una primera instancia, el precio internacional bajó de US$ 70 el barril a US$ 30, para recuperarse luego en forma gradual y terminar el año en US$ 50.
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