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Un recuerdo oportuno

Hay cosas que podrán ir y venir, subir y bajar, pero con el estado de derecho no se juega y con las libertades y garantías individuales menos
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05 de enero de 2020 a las 05:00

Comenzando el año 2020 y ante el inminente cambio de gobierno, es oportuno recordar dos intervenciones pronunciadas a fines de 2016 por el entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia, el doctor Ricardo Pérez Manrique. Me parecen memorables y recordables por la claridad conceptual y el coraje personal para defender el “estado de derecho” y las libertades republicanas en momentos en que la corriente internacional y la nacional van en el sentido contrario.

La primera intervención del doctor Pérez Manrique tuvo lugar en noviembre, en ocasión de la recordación de la “Noche de los Cristales Rotos” en defensa de la separación de poderes y de la independencia de la justicia como garantes del estado de derecho y como su falta había facilitado el camino genocida de Hitler.

La segunda fueron unas declaraciones que formuló a El Observador el 21 de diciembre de 2016. En ellas confirmó y completó lo que había señalado en su anterior discurso en la B’nai B’rith al conmemorar esas noches trágicas de la Alemania Nazi donde se persiguieron a los judíos y sus propiedades con inusitada violencia y crueldad.

En esta oportunidad, Pérez Manrique, que deja bien claro que no quiere que los jueces cumplan la función del legislador, fue muy contundente al señalar que ante las normas legislativas que está impulsando el actual gobierno inspiradas en el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional), la lectura que hace es “que hay un avance del Estado sobre la libertad, muchas veces impulsado por organismos internacionales … que persiguen determinadas conductas transgrediendo, o pretendiéndolo, algunos límites de las legislaciones internas”. Para concluir que “hay que tener mucho cuidado con estos avances del Estado sobre la libertad de las personas. La persecución de delitos no puede ser a costa de quitar derechos al resto de la sociedad”.

El presidente de la Suprema Corte no vaciló en preocuparse solo por defender la independencia judicial sino que también lo hace por el proceso legislativo en sí y recordó, por ejemplo, como la Patriot Act, dictada en Estados Unidos luego de los atentados terroristas de setiembre de 2001, “avanzó sobre la libertad de las personas con el argumento de perseguir delitos”. El mismo peligro ve Pérez Manrique en algunas normas de las leyes antilavado en las que se interviene “la libertad a la intimidad o el derecho a la defensa”. Y recuerda algo que es un principio básico del derecho penal: “una persona no debería ser detenida más que por orden del juez o infraganti delito” y hoy (por 2016) vemos que “hay detenciones arbitrarias”.

Era una denuncia muy grave la que formuló en su momento el doctor Pérez Manrique y que no debería ser tomada a la ligera ni por la población y menos aún por los gobernantes que, en el loable afán de perseguir delitos, a veces pasan por encima de las garantías procesales que constituyen la base del estado de derecho. Lamentablemente sus palabras no fueron tomadas en cuenta y se avanzó en la legislación sobre el secreto profesional de abogados, contadores, escribanos, agentes inmobiliarios, etc.

¿Por qué es importante esa advertencia del entonces presidente de la Corte Suprema y actual miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos? Porque es preciso recordar, una y otra vez, que ha sido con esas garantías procesales y penales con las que se recortó el poder de los monarcas y se constituyó la república. Y con ellas se procura limitar el accionar de los presidentes que aspiran a actuar como monarcas, como hace el señor Maduro en Venezuela, el señor Erdogan en Turquía y tantos otros jerarcas autoritarios aunque alardean de su origen democrático. El estado de derecho es algo mucho más grande que las elecciones democráticas. Y aunque las comprende y necesita, debe construir sobre ellas un tejido de garantías y libertades porque es preciso asegurar la libertad y la vigencia de las instituciones republicanas.

De modo que, al comenzar un nuevo año, sería muy oportuno que gobernantes y legisladores meditaran la profunda sabiduría que hay en las palabras del ex presidente de la Suprema Corte. Está en juego nuestra libertad que no debe ceder ni ante organismos internacionales ni ante deseos locales de quedar bien con ellos.

En una palabra, hay cosas que podrán ir y venir, subir o bajar como el PBI, o como la inflación, o como el contexto internacional podrá soplar a favor o en contra, y son cosas de la vida con las que hay que lidiar. Pero con el estado de derecho no se juega y con las libertades y garantías individuales menos. Y por eso es muy importante recordar lo que el doctor Pérez Manrique señaló no hace tanto tiempo sobre la separación de poderes y sobre la independencia del proceso legislativo y la vigencia de las garantías individuales y procesales. Lamentablemente, desmemoriados no faltan y gente que no valore esas garantías, tampoco. 

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