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02 de enero de 2021 a las 05:04

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Uruguay pone un pie en el nuevo año en la situación paradójica de acercarse al período determinante que supone la vacunación, pero en el contexto de una transición inquietante por el avance del covid-19. Es un momento dramático que obliga a todos a no bajar la guardia y no dejarse ganar por la adversidad.

En ese sentido, el país tiene el espejo de diversos empresarios de sectores de actividad muy golpeados por la pandemia que debieron reinventarse y que le dieron a la adversidad el significado de la oportunidad, comprendiendo que la mejor actitud es enfrentar las dificultades y no dejarse ganar por la conducta pasiva cuando solo se reniega del infortunio.

Por un lado, quedan unos cuatro meses para que se inicie la inoculación de la sociedad, que es clave para doblegar al virus, pero por otro, es preocupante tanto el aumento de muertes como de contagios, en comparación a la evolución de la pandemia en los primeros siete meses de 2020 desde que se declaró la emergencia sanitaria, el pasado 13 de marzo, que obligó a aprobar medidas restrictivas en el momento de las fiestas de diciembre y el comienzo de la temporada turística. 

Como en todo el mundo, la tormenta no ha pasado, nos esperan meses de sufrimiento, pero con la certeza de que estamos cerca de recuperar un sentido de la vida más natural al hombre que es imprescindible tanto para la salud emocional como el desenvolvimiento de la economía.

El nuevo coronavirus ha sido un poderoso ciclón que ha barrido con todo, contabilizándose a millones de muertos como si fuera una guerra, quebrado la economía y obligado a confinar a buena parte de la humanidad. 

Ha sido un año que cambió el mundo, como ningún otro en al menos una generación, posiblemente desde la Segunda Guerra Mundial, como escribe la periodista Jennie Matthew de la Agence France Presse.

En el caso de Uruguay son muchas las enseñanzas que ya ha dejado la pandemia. Una de ellas, es la actitud de resiliencia del sector privado.

En un artículo de El Observador, de la edición del fin de semana pasado, directivos de empresas golpeadas por la crisis lejos del lamento, mostraron una actitud de firmeza ante la adversidad, que debería ser un ejemplo para todos.

En lugar del clásico reclamo al Estado, han conjugado el verbo de la reconversión y han coincidido en que la acción es la mejor estrategia ante la crisis.

Agustín Maddocks, gerente general en Uruguay de la cadena Hilton, hizo una reflexión que resume el espíritu de tenacidad de los entrevistados: “Fue un año que nos puso a prueba en todo sentido y nos dejó algo bien en claro: las crisis se lideran”.

Y ello significó innovar en los negocios, preocuparse por crear una red muy fuerte de contención, un trabajo en equipo para aprovechar hasta las más mínimas oportunidades y habilidades para enfrentar las dificultades.

Es una postura de rebeldía ante situaciones “disruptivas” que, como dijo Javier Rocha, de Funtour, que siempre sirven para mostrar “de qué estamos hechos, qué es lo que realmente somos” y cómo se afrontan las dificultades.

No dejarse ganar por la adversidad, es una actitud decisiva para luchar contra la pandemia y crucial para enfrentar un nuevo año que se presenta tan esperanzador como desafiante.

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