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Uruguay como puerto y salvación: 12 retratos de mujeres extranjeras

La periodista Silvia Soler y el fotógrafo Pablo la Rosa presentan "Retratos", un libro que perfila a doce mujeres extranjeras que hoy hacen su vida en Uruguay
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25 de marzo de 2019 a las 05:10

Largos trayectos por las rutas del interior, en vehículos cargados de conversaciones que se repiten y se reinventan, con ideas que empiezan a nacer. Una palabra, una intención, una conexión estética que se vuelve sináptica entre dos cabezas –la de Pablo la Rosa (50) y Silvia Soler (57) – en medio de los derroteros de la vida y la profesión. Fotógrafo él, periodista y escritora ella, la idea se les aparece y asienta casi sin aviso. Los entusiasma, la conversan, la paladean con gusto. Tiran lances, encuentran respuestas, se ponen manos a la obra. Todo se da, y los siguientes tres años ambos los dedican a intercalar sus respectivas vidas y trabajos con una misión que se embandera bajo el título Retrato de un inmigrante. Y llega el 2017, un Fondo Concursable ganado, un proyecto que del que se imprimen 200 ejemplares; la idea muta, se transforma en un libro de Banda Oriental y hoy, desde hace algunos días, está disponible para todo el que quiera adquirirlo en librerías. El final de este camino se llama Retratos. 12 mujeres extranjeras en Uruguay. Lo firman ambos autores por igual.

Aventurar el contenido del libro no es difícil; de hecho, cualquiera podría hacerlo únicamente teniendo en cuenta su título. Son 12 perfiles de mujeres de edades dispares que llegaron a Uruguay de todas partes del mundo. Vienen de Francia, Cuba, Venezuela, Burundi, China y más. Todos los perfiles –firmados por Soler– están acompañados por un retrato fotográfico en blanco y negro –firmado por La Rosa– y una postal –firmada por la propia protagonista–.  

Lo simple de su estructura no implica que Retratos no sea una puerta a la heterogeneidad y las múltiples lecturas que hoy se pueden hacer de la sociedad uruguaya, que en esta época está surcada por una inmigración constante. Si bien el proyecto fue pensado cuando Montevideo aún no era el puerto elegido por miles de venezolanos exiliados –por citar un flujo migratorio reciente–, sí se publica en un momento coherente. Así lo sienten sus autores, que debaten su obra en un ruidoso café del centro.

“El motor de este proyecto fue la desconfianza que teníamos de la idea de que se emigra solo por dinero. La miseria es uno de los motores para irse, pero hay muchos miserables que se quedan en su país”, explica La Rosa. Y casi sin cortes, Soler agrega: “Hay que descartar que esto sea una muestra representativa”. “Lo que nos movió es una finalidad estética, no sociológica. Por más que puedan surgir conceptos vinculados, no fue lo que pretendimos”, dice la periodista.

Silvia Soler y Pablo la Rosa

Uno de los aspectos más interesantes del libro es la manera en que Soler y La Rosa hallaron a las mujeres protagonistas: algunas eran conocidas de antes, otras llegaron a través de un boca a boca tradicionalmente uruguayo y otras aparecieron, increíblemente, por conexiones fortuitas en sitios como Mercado Libre, una muestra clara del grado de integración que han logrado los inmigrantes recientes en nuestro país. 

Retratos se enfoca en mujeres que, en su mayoría, han tenido poca exposición en los medios de comunicación. Los autores quisieron que los perfiles retrataran un sentir genuino. “Nos resultaba mucho más interesante retratar mujeres ‘vírgenes’ en materia de comunicación, que no tuvieran un discurso elaborado. Fuimos muy cuidadosos de no ir contra esa ingenuidad”, dice Soler. “La migración no se explica siempre desde la sociología, a veces hay una historia. Eso era lo que más interesaba de este proyecto, que había una historia detrás de cada una de estas mujeres”, cuenta, en tanto, La Rosa.

De idas y vueltas

“Me acostumbré a pensar en Uruguay como un punto de partida, lo cual era contradictorio con la idea generalizada de que descendíamos de los europeos. Todos nuestros antepasados se habían bajado de un barco, los indios no existían. Se deducía entonces que en algún momento habían inmigrado a este suelo menoscabado, como el abuelo catalán, por ejemplo. Pero olía a historia antigua”. Así enuncia el epílogo del libro un hecho fundamental: Soler y La Rosa se criaron en un Uruguay que les contaba que en el pasado había sido puerto destino, pero que ellos veían como punto de partida. Eran los años 60, los 70, los 80, y la gente se iba, solo se iba.

“Nuestra percepción de Uruguay ha cambiado. En el 2002 también había una coyuntura histórica que decía “andate”, pero las personas que se iban lo hacían por más motivos que el económico. Acá sucede lo mismo, hay otros motores”, dice La Rosa, y su última palabra muere en la voz de Soler: “la pregunta siempre es por qué nos movemos”.

En Retratos, la periodista regresa a la crónica, uno de los hábitats naturales de su carrera y dónde se siente más cómoda. Alejada del periodismo de los medios masivos desde hace tiempo –fue, entre otras cosas, periodista de este medio por muchos años–, Soler explora en su obra la mirada pausada, la subjetividad del que elige qué contar y cómo hacerlo. 

“Mis obsesiones en la escritura, más que nada en los últimos tiempos, pasan por la búsqueda de la autenticidad, van más allá de lo que puedan ser las tendencias. Cada vez más, casi en rebeldía, voy contra esa objetividad que nos imponen, porque detrás de todo hay una elección. Traté que la escritura no fuera algo apurado. Revisé mucho, y me puedo haber equivocado, pero cada cosa que se escribió fue pensada”.

Lo mismo puede decirse de las fotografías, para las que La Rosa decidió implementar la seriedad y los aires de triunfo propios de esas misivas que, una vez instalado en el destino, el migrante envía a su país de origen. Se buscó una fotografía que marcara posteridad, que reflejara los obstáculos derribados a lo largo del tiempo. Buscó, según él, que en los rostros no hubiera sonrisas y lo deja claro: “la posteridad no es graciosa”.

Sobre la mesa del café el proyecto original se despliega y diez postales con los rostros de las migrantes comienzan a pasar de mano en mano. Surgen anécdotas, recuerdos de las entrevistas y una palabra (valentía) que se repite, que cambia de formato pero que mantiene el carácter que unifica todas estas historias de mujeres extranjeras en Uruguay. Soler verbaliza el concepto y su mirada se pasea entre las imágenes.

“Estas mujeres se atrevieron a cambiar. Imagino que hay muchas mujeres, muchas a las que me gustaría entrevistar, que deben tener ganas de irse de su país y no lo van a hacer nunca. Pero ellas sí se atrevieron a cambiar un destino, a recrearse en otro lugar, a imaginarse con sus hijos en otra parte”.
 

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