Juan Samuelle

Uruguay puede consolidarse como un país exportador de maíz

Las lluvias no fueron como las del verano pasado, pero si no hay contratiempos la cosecha puede ser importante, también la exportación y así el área volver a crecer

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13 de febrero de 2020 a las 05:04

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Desde hace mucho tiempo el maíz se ha convertido en el principal grano del mundo. El alto potencial de rendimiento y el fuerte consumo de raciones llevan a que, tanto por el lado de la oferta como de la demanda, haya razones para que el cultivo crezca. En Uruguay no es el grano principal, pero viene en una trayectoria de crecimiento que puede consolidarse en la cosecha que empezará en pocos días más.

En el área agrícola nacional el cultivo tuvo un envión durante el auge de precios de la década pasada. Antes de eso era una producción de unos pocos agricultores, con una comercialización difícil, “de a camión” como se suele decir en las chacras, para empresas avícolas generalmente y para la actividad lechera. El mayor uso en la ganadería de carne y la posibilidad de exportar abren nuevas perspectivas.

Las exportaciones empezaron en aquellos años de la década pasada, en los que el petróleo se iba rumbo a US$ 100 por barril y los biocombustibles parecían la solución, entonces el maíz tuvo su momento exportador en Uruguay. Así a partir de 2007 el país empezó a colocar maíz fuera de fronteras.  Uruguay fue un exportador del grano entre 2007 y 2014, con ventas importantes durante algunos años. En 2010, 2012 y 2013 superó las 200 mil toneladas exportadas y en ese último año marcó el récord histórico, con 272 mil toneladas enviadas al exterior.

Pero luego vino la baja de precios del petróleo y de los granos, con ello el descenso en el área cultivada y Uruguay volvió a la lógica del siglo XX del maíz en términos comerciales, para abastecer al mercado interno, con dependencia del mercado local, donde además tiene una competencia intensa del grano importado desde países de la región.

Pero algo cambió en la lógica del cultivo respecto al siglo XX: la tecnología genética tiene en maíz un impacto directo y la productividad del cultivo sube a una velocidad que ningún otro logra, de modo que en grandes números el maíz duplicó su productividad en 20 años. Antes 4.000 kilos por hectárea era un buen rendimiento. Ahora eso es 8.000 kilos.

 

 

 

Lo que generó un buen año

El rendimiento récord del año pasado –con lluvias ideales–, promedió 7.600 kilos por hectárea para algo más de 100 mil hectáreas cosechadas, lo que permitió dos cosas: el regreso de las exportaciones por un lado y la decisión de aumentar el área para la siembra siguiente por otro.

Así empezará la semana que viene la cosecha de la mayor superficie de maíz en varios años, unas 130 mil hectáreas.

En ese marco, no se repetirá los rendimientos del año pasado, ya que este verano ha sido mucho más modesto en sus lluvias. De hecho los cultivos venían bastante castigados hasta que las lluvias del fin de semana pasado –desde Young con más de 100 mm hasta el norte de Colonia y a Flores por el este– permitieron que el cultivo se recuperara. Particularmente el sembrado “de segunda”, es decir a continuación de la siembra de un cultivo de invierno.

De paso, el maíz como opción de cultivo de segunda parece ir ganando adhesiones y si esta zafra confirma un buen resultado, como parece, debe afianzarse.

Por exponer otra realidad, Esteban Hoffman, director de la consultora Unicampo, destacó este lunes en el programa Tiempo de Cambio de radio Rural las ventajas del maíz realizado a continuación de la colza.

De esa manera este año el maíz debe repetir una producción muy alta, como la del año pasado, del entorno de 800 mil toneladas que deberían permitir en 2020 repetir un desempeño exportador que, aunque no sea muy voluminoso, le brinde a los productores la señal de que el grano tiene distintas vías de salida, locales o externas.

Mientras, el cultivo avanza en Uruguay y llegan las primeras cosechas. Si se cumplen las lluvias previstas para este lunes, ya empezará a quedar definido un rendimiento aceptable para los cultivos de segunda y para toda la temporada.

Uruguay puede acercarse, como se indicó, a las 800 mil toneladas cosechadas del año pasado, repetir un segundo año como exportador y tal vez ir consolidando una superficie del orden de las 150 mil ha sembradas para la próxima primavera.

 

 

El costado ganadero

La necesidad de un Uruguay exportador de maíz se apoya además en la particular circunstancia que atravesará la ganadería en el primer semestre del año, en el que los precios ganaderos pueden aflojarse. Aunque el ganado de feedlot puede resistir mejor que el general la caída circunstancial del mercado chino, podría suponerse que ocurra una leve baja en la demanda interna por maíz. Y tiene importancia estratégica para poner más cereales en la rotación agrícola hasta ahora dominada por la soja abrumadoramente.

Uruguay se ha vuelto un caso peculiar en maíz, porque ocurren tanto exportaciones relativamente ocasionales como importaciones muy relevantes.

El 2018, como consecuencia de la sequía, tuvo un récord  de importaciones, 562 mil toneladas, el doble que cualquier otro año anterior. En 2019, con cosecha récord, las compras del exterior se mantuvieron importantes, en 241 mil toneladas. Superan ampliamente a las exportaciones y dan la pauta de que el consumo de maíz ha crecido de una forma impactante, posiblemente superando ya el millón de toneladas por año.

Ya en 2020, la cautela ganadera y lechera parecen verse en importaciones reducidas en enero, cuando no llegaron a 20 mil toneladas, frente a casi 30 mil de enero 2019 y a 40 mil en enero de 2018.

Uruguay no es el único que crece como país maicero; tanto Argentina como Brasil se encaminan a buenas cosechas, Brasil con 101 millones de toneladas y Argentina con 50 millones de toneladas.

Ambos repiten cosechas muy altas, con volúmenes similares a los del año pasado.

Afortunadamente esas altas producciones llegan luego de una baja cosecha estadounidense. El año pasado el exceso de lluvias impidió plantar en fecha en Estados Unidos y provocó una caída importante de la superficie tanto de maíz como de soja.

 

 

 

En los próximos meses los farmers estadounidenses irán por la revancha y si el tiempo los deja expandirán fuertemente el área de ambos cultivos. Pero cuando empiece la cosecha uruguaya, en unas dos semanas, eso será todavía una mera especulación de cultivos que ni siquiera estarán sembrados.

En lo que va de este año los precios del maíz se han mantenido firmes. Las cosechas empezarán en una semana y allí se definirá la lógica de precios, seguramente en una trayectoria intermedia respecto a los años anteriores.

Los primeros maíces cosechados conseguirán los cerca de US$ 200 por tonelada que hay actualmente en el mercado, US$ 50 más de lo que se paga en Estados Unidos. Luego, a lo largo que avance la cosecha en lo que queda de febrero y comienzos de marzo, ajustará a un nuevo equilibrio, posiblemente más sobre US$ 160 por tonelada.

Pero se tratará de un precio que si los rendimientos acompañan, empezarán a sentar los cimientos de una siembra de maíz en la próxima primavera que prolongue el nuevo camino de Uruguay como exportador del grano.

 

Juan Samuelle

 

 

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