Esas particularidades, detalló, tienen que ver con “un sistema donde hay diferentes modelos de tenencia, arreglos contractuales que determinan diferentes usos de suelos y fertilizaciones, distintos cultivos antecesores y problemas de maleza y todo eso combinado pone una presión sobre el rendimiento que merece atención”.
En otras palabras, para quienes arriendan tierra y agua, el panorama para la próxima siembra luce muy desafiante con estos precios y con una más que factible suba de costos.
En lo estrictamente comercial, esa gran cosecha se enfrenta al panorama más desafiante de los últimos tiempos, inmediatamente después de la zafra con mejores precios históricos de US$ 17,15 por bolsa de 50 kilos.
Los titulares dicen también que hasta la última semana se lleva colocado solo el 35% del volumen exportable, unas 525 mil toneladas de un total de más de 1,5 millones.
Y dicen además que los precios ya se encuentran 35% debajo de los de hace un año, como consecuencia de la normalización del mercado luego del regreso en setiembre de 2024 del principal exportador mundial, India, autoexcluido durante 14 meses por una crisis productiva que generó los buenos precios de la cosecha pasada.
Esta semana las proyecciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) volvieron a incrementar la perspectiva de producción mundial, liderada por muy altas cosechas previstas para India.
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Desplome en el precio del arroz
El presidente de la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA), Guillermo O’Brien, considera que el precio provisorio –que se establece a fines de junio– debería estar entre US$ 11 y US$ 12 por bolsa para la actual zafra.
El viernes 20 de junio la ACA se reunirá en asamblea para avanzar en el precio provisorio, con expectativas por el hermetismo de las negociaciones entre productores e industria ante lo modesto de las ventas en comparación con la cosecha y lo bajo de los precios internacionales, desde India a Brasil.
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El precio en el sur de Brasil, referencia para Uruguay, no ha parado de bajar desde enero.
El indicador diario del instituto Cepea/Esalq cayó casi 30% en 2025 y perforó los US$ 12 en la última semana.
Eso ha comprometido la rentabilidad de los productores de Rio Grande do Sul y ha generado incertidumbre sobre el atractivo del cultivo para la próxima cosecha.
Los precios de importación cayeron más aun, 33,7% en dólares, con un real que se ha apreciado 12% y mitiga parte del impacto.
Ante esta súbita caída de precios, la Federación de Asociaciones de Arroceros de Rio Grande do Sul (Federarroz) procura medidas de emergencia con el sistema financiero y las autoridades.
La situación es compleja por una combinación de factores: aumento de la superficie cultivada, alta productividad, débil demanda interna, exportaciones por debajo de las expectativas y bajos precios internacionales.
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Dos jugadores en la mira: Brasil y Paraguay
Dicen los titulares que la competencia regional es más fuerte que nunca, con las elevadas producciones en Paraguay y Brasil en respuesta al estímulo de los precios de 2023 y 2024, que impulsaron un aumento de entre 15% y 20% en la superficie cultivada.
En este escenario Paraguay movió primero. Ayudado por su cosecha más temprana, colocó entre enero y mayo el 55% de su volumen exportable de 1,2 millones de toneladas.
Buena parte fue a Brasil, el mejor cliente de Uruguay para el arroz pulido (200 mil toneladas en 2024) de mayor valor.
El mismo Brasil tuvo una cosecha 15% superior a la del año anterior y levantó 12,15 millones de toneladas según los datos oficiales, de las cuales la Comisión Nacional de Abastecimiento (Conab) estima que se exportarán 2 MT.
Uruguay deberá vender más arroz cáscara
Entre marzo y mayo en Uruguay el precio por tonelada exportada de arroz cayó de US$ 700 a US$ 464, según los registros de la Dirección Nacional de Aduanas.
Y en junio se encamina a los US$ 400.
En el caso del arroz blanqueado –algo menos de la mitad del volumen embarcado–, bajó de US$ 716 en abril a US$ 549 en mayo.
En el mismo mes del año pasado, en plena cosecha, se alcanzaba un pico de US$ 861 por tonelada.
Para ser competitivo Uruguay deberá vender más arroz cáscara este año, un producto con menos agregado de valor y un piso de precio de unos US$ 300 por tonelada.
Entre 2019 y 2023 la proporción de arroz cáscara dentro del total exportado se duplicó desde el 30% al 60% y en el último año se ha equilibrado entre el 52% y el 53%.
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Los clientes para el arroz uruguayo y el tema fletes
“Otros orígenes de la región están debajo de esos valores, es posible que haya que ajustar algunos dólares más para ser competitivos si bien Uruguay tiene un plus sobre los vecinos”, señaló Gabriel Cassarino, socio de negocios de arroz en Agrosocio, a su regreso de la Convención Internacional de Arroz en Miami, celebrada el 29 y 30 de mayo.
Además de clientes de México, Perú, Panamá, Costa Rica –todos en el top 10 de compradores de Uruguay– estaban allí los competidores de Argentina, Paraguay y Brasil.
En el 2025 los principales destinos para Uruguay, que suman el 70% del mercado, son Brasil, México, Costa Rica, Bélgica y Perú.
“Encontramos mucha necesidad de los países del Mercosur para posicionar su arroz, en la mejor zafra de producción de 20 años, y los clientes buscando quién se posicionaba a los precios más competitivos y esperando el piso del mercado, comprando para cubrir las necesidades a corto plazo”, dijo Cassarino en Radio Rural.
Además de la lentitud del mercado la logística marítima está experimentando dificultades a nivel mundial que empiezan a repercutir en Sudamérica, encareciendo los fletes y retrasando los envíos.
Según Cassarino se pasó de un costo de US$ 40 o US$ 50 por tonelada a unos US$ 90 y tiempos de tránsito a Centroamérica que saltaron de 30 a 35 días a entre 45 y 50 días.
El operador considera que es difícil pensar en precios mejores para 2025 y que ya sería positivo mantener los actuales.
La expectativa está puesta en una posible reducción de área en países asiáticos para la zafra 2025/26 por el achicamiento de los márgenes, lo que podría llevar a un ajuste de la oferta “y se obtengan mejores precios, pero no en 2026 sino para 2027”.
El nuevo objetivo: 10.000 kilos
Esta es la quinta zafra seguida en los campos uruguayos con un alto rendimiento que se expresa en un promedio de 9.300 kilos por hectárea desde 2020/21.
“En poco tiempo es posible que estemos en los 10 mil kilos, ya hay productores y zonas que obtienen 10 mil kilos y más, y tenemos que aspirar a consolidar esa producción”, afirmó Jesús Castillo, director del Sistema arroz-ganadería de INIA.
Las variedades arroceras desarrolladas por INIA representan el 80% del área sembrada y la variedad Merín, predominante en el Este del país, “explica en gran parte el último salto productivo agregando entre 15% y 20% más de rendimiento”, afirmó en Radio Rural.
La genética determina un piso alto de rendimiento junto al manejo agronómico recomendado por INIA como “un complemento al productor” y el clima “apalanca un poco más o un poco menos ese potencial”, señaló.
Gonnet mencionó en el Taller de INIA que en la zona Este hay establecimientos con rindes “de 240 o 250 bolsas” -12.000 a 12.500 kilos- “con diferentes caminos para lograrlo, algunos con fertilización muy alta en el uso de los nutrientes y hay otro camino un poco más cuidadoso, hemos tenido en Rocha y Treinta rendimientos altísimos con fertilizaciones normales, es una discusión para tener más en profundidad”.
El arroz uruguayo siempre se caracterizó por su baja carga de insumos en general, tanto herbicidas como fertilizantes e insecticidas, “una ventaja comparativa que nos permite estar pensando en certificaciones y que se puede hacer por la rotación, la integración con pasturas y ganadería”, señaló Castillo.
“Lo que nos diferencia”, manifestó Gonnet, “es la sustentabilidad, la rotación, el sistema; no el cultivo de arroz visto en forma aislada”.
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Valor agregado al arroz: certificaciones
La cadena arrocera se está preparando para obtener el sello SRP (Sustainable Rice Platform), que aplica a todos los procesos de producción, desde la plantación hasta la postcosecha y es el más reconocido en Europa.
“El sector arrocero debería certificarse en bloque”, afirmó Juan Silva, directivo de la ACA, “para diferenciarnos en una región que ha crecido mucho; si tenés ventajas comparativas hay que exponerlas”.
Uruguay acaba de ser calificado por la Unión Europea entre los países de bajo riesgo de deforestación (el único de Sudamérica junto a Chile) y si bien el arroz no debe demostrar su trazabilidad, como la soja y la carne desde 2026, la tendencia de los mercados es a ser cada vez más exigentes con la sostenibilidad de los productos agropecuarios.
La Unión Europea (UE) es uno de los destinos de mayor crecimiento para el arroz de Uruguay en los últimos años y en el acuerdo Mercosur-Unión Europea es el rubro que podría obtener más beneficios, reduciendo la carga arancelaria e incrementando los flujos comerciales.
La necesidad de acentuar el liderazgo por diferenciación parece más urgente que nunca ahora que el arroz vuelve a entrar en una fase de bajos precios internacionales en los que el costo Uruguay pone una vara alta incluso para los muy elevados rendimientos que año tras año logra el cultivo.