Pocos líderes religiosos tienen la influencia que Franklin Graham ganó a lo largo de su trayectoria. Hijo de uno de los predicadores más influyentes del siglo XX, Billy Graham, y aliado político-espiritual del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el pastor evangélico se encuentra en la Argentina para llevar adelante una doble fecha de sus encuentros "Festival Esperanza".
“Este no es un evento político, yo no soy un político", manifestó antes del comienzo de la doble jornada de este viernes 7 y sábado 8 en el estadio de Vélez Sarsfield, un evento con entrada gratuita en el que habrá música en vivo de distintos artistas cristianos. Previo a su viaje a Miami y Nueva York, Javier Milei tuvo un encuentro en Casa Rosada con él y el Directorio de la Asociación Evangelista Billy Graham (BGEA). Asimismo, la reunión entre ambos líderes se dio en la semana de la conformación de un nuevo bloque evangélico en el Congreso, liderado por la senadora electa neuquina Nadia Márquez y un grupo de seis diputados.
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De la rebeldía a la conversión
Franklin Graham nació en 1952 en Asheville, Carolina del Norte, como el cuarto hijo de Billy Graham, el pastor que marcó la historia del evangelismo moderno y fue consejero espiritual de presidentes estadounidenses como Dwight Eisenhower y George W. Bush. Aunque su adolescencia estuvo marcada por la rebeldía —admitió haber pasado por años de alcohol y desarraigo—, su conversión religiosa en 1974 lo llevó a asumir el legado familiar con un estilo mucho más frontal y combativo.
Él mismo lo contaría años más tarde en entrevistas y libros: “Crecí con el Evangelio, pero me rebelé contra él. Quería vivir mi vida, no la de mis padres”. Durante su adolescencia se distanció de la fe, experimentó con el alcohol y pasó un breve período expulsado de un internado cristiano.
En los años ’80 se incorporó a la Billy Graham Evangelistic Association (BGEA), que hoy preside, y fundó la organización humanitaria Samaritan’s Purse, una ONG de alcance global que combina ayuda social con evangelización y valores cristianos tradicionales. Su discurso, centrado en la defensa de la familia, el rechazo al aborto y la “lucha contra la ideología de género”, lo convirtió en una figura de referencia para el ala conservadora del cristianismo estadounidense.
Samaritan’s Purse y el evangelismo en acción
La misión de Samaritan's Purse combina asistencia médica, educación y ayuda alimentaria con un mensaje evangelizador. El programa más conocido, Operation Christmas Child, ha distribuido millones de cajas con regalos y Biblias a menores de todo el mundo.
Sin embargo, su liderazgo tiene un tono mucho más activista y político que el de su padre. En entrevistas, Graham sostiene que “la fe no puede ser silenciosa” y que los cristianos deben tener un rol activo en la esfera pública. En 365ChristianMen, se lo describe como un hombre que “no teme entrar donde hay caos, guerra o sufrimiento", porque sabe que ahí "puede traer esperanza práctica y espiritual”.
Su estilo directo y carismático, sumado a su capacidad de organización, lo convirtieron en una de las voces más influyentes del evangelismo contemporáneo. Pero también en una figura polarizadora: admirado por millones, cuestionado por su postura intransigente frente al aborto, el matrimonio igualitario y las políticas de género.
El pastor de Trump
El salto de Graham a la política ocurrió en 2016, cuando se convirtió en uno de los primeros líderes religiosos en respaldar abiertamente a Donald Trump. Fue su consejero espiritual durante la campaña y lo acompañó en oraciones en la Casa Blanca. En cada acto, insistía en que “Dios usa líderes imperfectos para cumplir sus propósitos”, una defensa teológica del populismo cristiano republicano.
Desde entonces, Franklin se consolidó como el rostro religioso del trumpismo, el nexo entre la fe evangélica y la nueva derecha norteamericana. Su discurso mezcla política, moral y patriotismo: habla de “restaurar los valores fundacionales de Occidente”, denuncia el “avance del socialismo” y promueve una visión de Estados Unidos como “nación bendecida para guiar al mundo”. En América Latina, su influencia crece a través de campañas evangelísticas y vínculos con líderes políticos conservadores. Su reunión con Javier Milei en Buenos Aires se inscribe en esa red global de afinidades ideológicas y religiosas.
En ese equilibrio entre la compasión humanitaria y la cruzada ideológica, Franklin Graham se ha convertido en algo más que el hijo de un predicador: es el símbolo del nuevo evangelismo global, donde cada sermón puede tener impacto político y cada oración, un cálculo geoestratégico.